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La finalidad principal de la Bukkyo Kai es la concreción en la sociedad de “la paz a través del logro de la felicidad individual”, de lo que no escapa y la difusión del budismo. Este término muchas veces era expresado en idioma japonés, pero podría tener diversas acepciones e interpretaciones, en el budismo del Sutra del Loto es conocido como “Movimiento por la Paz”.

En verdad, consiste en difundir el mensaje esencial del budismo de Nanjo “El Gran Sabio” y del Sutra del Loto, que fuera expuesto varios siglos antes por el buda Gautama de la India, líder del clan de los Shakyas, por eso también es denominado como Shakyamuni.

En esencia, el buda Nanjo, proclamó que el Sutra del Loto es la enseñanza esencial de todo el budismo, y su recitación es la práctica que contiene a todas las enseñanzas de Gautama.

En el Japón del siglo XIII, esa proclama le bastó al propio Nanjo numerosas persecuciones, exilios, prisión y hasta una ejecución de pena de muerte, que no llegó a concretarse porque al momento de llevarse a cabo, un fenómeno muy poco habitual surcó el cielo iluminándolo en plena noche, generando terror en los sicarios y las autoridades encargadas de lleva a cabo la ejecución, por lo que se dejó sin efecto.

Con el tiempo, varios estudios astronómicos harían presuponer que bien podría haberse tratado del paso de un cometa, un eclipse, o bien algún otro fenómeno muy particular para esa época, variando ello de acuerdo a los escritos que describieron el suceso, narrados por el propio Nanjo o alguno de sus seguidores.

Sin dudas, ese fenómeno simbolizaba de alguna manera que las funciones protectoras del universo acudían al llamado de Nanjo y que sin duda no debía ser ejecutado por difundir esas enseñanzas, ya que eran verdaderas, a la vez este se revelaba como el devoto del Sutra del Loto, descrito en la enseñanza del propio Gautama.

El Japón de ese entonces se basaba en el régimen feudal y estaba totalmente militarizado, dichas milicias estaban integradas por los conocidos samuráis.

Haciendo un paralelismo con la cultura occidental, podríamos decir que en el Japón de ese entonces no había separación entre las del culto oficial y el estado feudal, así como no lo hubo entre numerosos estados coloniales y la Iglesia católica.

Por eso, Nanjo era considerado un revolucionario de todos los valores religiosos y sociales de esa época, ya que ponía en jaque las enseñanzas tradicionales, que hasta ese momento eran incuestionables.

Las enseñanzas de Nanjo establecían la prevalencia del Sutra del Loto sobre el resto de las enseñanzas budistas, alguna de ellas denominadas provisorias, a contrario del Sutra del Loto que es la enseñanza esencial.

A tal punto que algunos estudiosos consideraron a Nanjo como un exacerbado nacionalista, habida cuenta de que algunos movimientos japoneses lo vinculaban con esa clase de historicismo nacionalista.

El mensaje esencial de la Enseñanza del Sutra del Loto es que el estado de vida de la budeidad existe en forma latente en todos los seres vivientes y que para manifestarlo no es necesario realizar otra práctica que su recitación.

En esa época, el estado de iluminación o budeidad estaba reservado a un pequeño núcleo o una elite de practicantes o sabios en diversos niveles de comprensión y sabiduría, por eso el mensaje de Nanjo consolidaba una especie de budismo popular.

En verdad enarbolaba una verdadera concientización acerca del empoderamiento humano totalmente avanzado para la época, el cual se difundió en el Japón de ese entonces.

Al fallecer Nanjo continuaron con la enseñanza sus discípulos más directos, pero en especial uno de ellos, llamado Nikkio, debido a que otros de sus discípulos más cercanos habían comenzado a distorsionar aspectos esenciales de la enseñanza del fundador.

Fue así como se fundaron diversas escuelas denominadas “Shu”, más próxima a la denominación japonesa.

Fue así como la Nanjo–Shu se consolidó en el Japón como la entidad sucesora de las enseñanzas de quien era considerado el Buda Original o Buda Verdadero, Nanjo “El Gran Sabio”.

Antes de morir, Nanjo nombró como sucesor a Nikkio y este –al no ser aceptado por los demás discípulos que distorsionaron severamente las enseñanzas– abandonó el Templo situado en Minobu, de donde surgiría luego otra escuela que también se proclamaba seguidora de Nanjo.

Por su parte, Nikkio se trasladó a un predio propiedad de uno de los viejos seguidores y discípulos de Nanjo, llamado Nanjo Tokitsu, el cual estaba ubicado en las cercanías del Monte Fuji, donde se erigió un templo que dio origen a la Nanjo Shu.

Con el paso del tiempo, la Nanjo Shu se consolidó como una de las escuelas más tradicionales del Japón.

Transcurridos siete siglos y a comienzos del siglo XX varias familias japonesas seguían las mismas enseñanzas de sus ancestros.

En esas primeras décadas de ese convulsionado siglo, dos maestros de escuela primaria se interesaron mucho en las enseñanzas del Buda Nanjo y tomaron contacto con la Nanjo Shu.

En particular uno de ellos, Saburo Maguchi (1871–1944), estaba principalmente identificado con los principios de las enseñanzas del Sutra del Loto, aplicables a su cosmovisión acerca de los valores de la educación en las escuelas públicas del Japón de ese entonces.

Así pues, junto a un joven maestro llamado Dorei Tore (1900-1958) comenzaron a participar en las actividades y reuniones de la Nanjo Shu.

Tal era la afición de Maguchi y Tore a las enseñanzas de la Nanjo Shu, que volcaron sus enseñanzas a la docencia, a través de generar valor en cada alumno en relación con su potencial humano, tal como lo expresaba el mensaje del Sutra del Loto respecto al potencial inherente de la iluminación que en forma latente habita en el interior de cada ser viviente. Más aún, si dicho potencial puede ser descubierto a temprana edad, tanto en la niñez como en la juventud.

Tan significativos fueron los resultados en la mejora de la calidad educativa y en la vida de esos niños que decidieron expandir ese mensaje a sus padres y a grupos de adultos, generándose así diversas reuniones de intercambio y de diálogo, que comenzaron a tener cierta frecuencia, en una época en donde no era habitual, debido al avance del militarismo imperial.

Así se estaba dando algo poco frecuente en el ámbito de la Nanjo Shu, originado en la difusión de sus enseñanzas y en la propagación del legado del propio Nanjo de difundir ampliamente las enseñanzas para consolidar la paz y prosperidad social, a través del afianzamiento del estado de vida y cualidades de cada persona lograr la paz a través del budismo.

Como un modo de proselitismo, comenzó a difundirse la Ley del Sutra del Loto a la mayor cantidad de personas posibles y alentar a que la practiquen.

La práctica del budismo de Nanjo consiste en la invocación recitada del mantra de la Ley del Sutra del Loto en la traducción y pronunciación con el mismo dialecto japonés antiguo recitado por el Buda Nanjo en el siglo XIII, que se denomina Ley Mística (traducido literalmente del jap.: devoción al Sutra del Loto) o Ley Mística.

Junto a la recitación de Ley Mística (en jap. “entonación del mantra) por la mañana y por la noche en forma reiterada por un determinado número de minutos, los creyentes leen unos párrafos de la enseñanza de Sutra del Loto en un extracto de sus capítulos principales y esenciales, en donde el buda Gautama de la India enseñó que la iluminación está en todos los seres vivos y donde describe las virtudes del estado de vida de la budeidad que el manifestó desde el infinito pasado.

A dicho estado de vida se accede por medio de un vehículo único que la recitación de la gran Ley, que luego Nanjo revela como la Ley del Sutra del Loto.

Esa Ley Mística está plasmada en un Mandala u (en jap. objeto de veneración) en donde figura inscripta y se le concede a cada prácticamente cuando desea comenzar a realizar la práctica diaria.

El primer Mandala denominado “Primer Gran Mandala” (Gran Objeto de Veneración) fue escrito por el propio Nanjo para dejarlo en el Templo en donde se conserve la enseñanza, custodiado originariamente por Nikkio, sucesor de Nanjo.

Además comenzó a otorgar Mandalas personales con asiduidad a ciertos creyentes, que junto a él habían atravesado diversas persecuciones por difundir sus enseñanzas y arribó a la necesidad de dejar plasmado en los mandalas individuales para todos los creyentes cuando tres hermanos fueron ejecutados luego de ser detenidos y negarse a abandonar la fe en las enseñanzas de Nanjo.

Luego, esa costumbre de otorgar el Mandala para practicar la Ley del Sutra del Loto y observar la propia vida se replicó por parte de Nikkio Shonin (en jap.: Nikkio “El Gran Sabio”) y los sucesivos Sumos Prelados y Sacerdotes de la Nanjo Shu.

Duró varios siglos el derrotero de las enseñanzas de Gautama, hasta el advenimiento del Buda Nanjo en el siglo XIII, donde el budismo tuvo una propagación de sus enseñanzas.

No obstante, el budismo del Sutra del Loto ha seguido la denominada “ruta de seda” hacia el este. Es decir de la India a la China, para pasar por el resto del sur de Asia y arribar finalmente al Japón, el país del Sol naciente.

Y ya en el siglo XX, esos dos maestros de escuela, comenzaban a darle vida a las enseñanzas, difundiéndolas en la ciudadanía común, dándole vida también a la Nanjo Shu, que no había experimentado ninguna clase de propagación fuera de los legados ancestrales.

Así pues se transmitían las enseñanzas solo de generación en generación de practicantes y no ampliamente al resto de los ciudadanos.

Así pues que en 1928 dio origen a las primeras publicaciones de la teoría pedagógica generadora de los valores basada en los principios del budismo de Nanjo del Sutra del Loto.

Ya entrado 1930, había sido tal el crecimiento de las reuniones de diálogo promovidas por Maguchi y Tore que surgió, dentro del seno la Nanjo Shu, la imposibilidad de que un sacerdote asista a cada uno de los encuentros promovidos por los maestros.

La Nanjo Shu hacía principal énfasis en que la transmisión de las enseñanzas del Buda Nanjo, que consistían desde cartas enviadas a creyentes, hasta tratados y disertaciones sobre las enseñanzas budistas y del Sutra del Loto, las que debían ser transmitidas por sacerdotes o clérigos iniciados y no por laicos.

Era una entidad netamente basada en el linaje sacerdotal y en establecer una tajante distinción entre cleros y laicos.

Si bien los clérigos tenían ciertas normas de conducta, se les permitía contraer matrimonio y tener hijos y era muy frecuente que el aspecto ancestral sea también una especie de condicionante a la hora de un laico pretender ingresar al clero.

Eso para Maguchi y Tore no era concebible, máxime a la luz del espíritu esencial de las enseñanzas del propio Nanjo, que en ningún pasaje mencionaba tal precepto.

No obstante ello, el liderazgo de los maestros Maguchi y Tore era cada vez más notorio y acercaban una a otra a las personas a las enseñanzas de la Nanjo Shu, que comenzó como entidad literalmente a revivir, experimentando un crecimiento exponencial y haciendo realidad el anhelo de la propagación y la difusión amplia de los valores de la paz basados en el mensaje del Sutra del Loto: la amplia propagación del Movimiento por la Paz.

Cada vez más personas recibían el Mandala transcripto y otorgado por el Sumo Sacerdote de la Nanjo Shu, gracias a los maestros Maguchi y Tore.

Eso dio origen a la fundación oficial de la Bukkyo Kai, que quedó establecida en noviembre de 1930 como la organización laica de la Nanjo Shu y cuyo primer presidente sería Saburo Maguchi, respaldado por su incondicional discípulo, Dorei Tore.

El crecimiento de nuevos creyentes en las filas de la Nanjo–Shu era constante y las clásicas reuniones de diálogo lideradas por los maestros de la Bukkyo eran cada vez más concurridas y dinámicas.

En pocos años había dejado simplemente de ser una tesis educativa para la enseñanza escolar, basada en los principios filosóficos del budismo Nanjo y se expandiría en numerosas familias del Japón de la década de los años treinta.

La actividad esencial de la Bukkyo eran las denominadas “reuniones de diálogo”, en donde se invocaba la Ley del Sutra del Loto al Mandala durante unos minutos, se recitaban los extractos de la enseñanza esencial antes descrito, denominada recitación y luego los miembros profundizaban sobre algún texto de Nanjo, compartían experiencias en la fe y se alentaban mutuamente, a la vez que invitaban a familiares y amigos para compartir la enseñanza.

Pero el 1 de septiembre de 1939 un hecho que marcaría a fuego a la historia de la humanidad no podía dejar de hacer mella en la sociedad del entonces Japón Imperial: la Alemania nazi invadía Polonia y dos días después quedaba declarada la Segunda Guerra Mundial.

El Imperio nipón meses más tarde firmaría el Pacto del Eje Tripartito con Hitler y el Reino de Italia, para pasar a ser una nación aliada y envuelta en una escalada belicista sin precedentes y que dejaría entre cincuenta y cinco y sesenta millones de víctimas fatales.

Declarado el estado de sitio por parte del gobierno imperial japonés, se limitó el derecho de reunión y asociación.

Los maestros Maguchi y Tore consideraron que las reuniones de dialogo de la Bukkyo eran lo suficientemente importantes y vitales para los miembros y por ello decidieron continuar con ellas, pero concentrándolas en núcleos más pequeños y en los hogares de aquellas personas que tengan suficiente espacio para realizarlas y ya no en lugares o establecimientos públicos.

No obstante ello, comienzan las primeras rispideces con integrantes de la Nanjo Shu, que preferían acatar los mandatos imperiales, y sin poder restringir del todo las reuniones de diálogo promovidas por los maestros de la Bukkyo se dio una especie de escisión no deseada, plasmada en el desacuerdo entre acatar o no las restricciones individuales.

El avance del autoritarismo imperial de esa época llegó pronto al ámbito religioso, cuando el emperador Hiroito ordena a todos los ciudadanos japoneses venerar el talismán sintoísta, conforme a los ritos tradicionales desde la era Meiji y tomando más auge en la confrontación de la guerra.

La cúpula clerical del Templo de la Nanjo Shu citó a Maguchi y Tore para solicitarles que en todas las reuniones de la Bukkyo se adhiera el talismán sintoísta dentro de los muebles en donde están introducidos los Mandalas y que los miembros invoquen la Ley del Sutra del Loto a dicho talismán.

La negativa de ambos fue rotunda, ya que se estaban tergiversando de una manera burda los principios esenciales de la práctica del budismo de Nanjo de la enseñanza del Sutra del Loto y dicha situación iba a confundir a los numerosos creyentes nuevos.

Así pues, Maguchi continuó realizando las reuniones de diálogo, algunas custodiadas por la policía y las milicias japonesas, creándose un verdadero efecto disuasivo entre la membresía.

Avanzada la contienda bélica, el autoritarismo y el extremo nacionalismo del estado imperial sintoísta se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, hasta que en 1943 los maestros Maguchi, Tore y diecinueve integrantes de la Bukkyo son arrestados y acusados de haber violado el estado de sitio y desacato contra la orden del emperador, equiparable a una sedición o traición al Imperio japonés.

La exigencia de las autoridades militares era la inmediata renuncia a la Bukkyo Kai y el estricto acatamiento del mandato imperial como condición a la recuperación de la libertad, que por temor es acatado por los diecinueve dirigentes, a excepción de Maguchi y Tore, que son encarcelados con prisión efectiva luego de un proceso rápido bajo normas militaristas.

Tiempo después y por su deterioro en la salud a causa de su avanzada edad, el maestro Maguchi fallece en la cárcel.

Tore tomó conocimiento meses después de tan lamentable pérdida y fue liberado luego de dos años de prisión efectiva, sufriendo también un agravamiento notorio en su estado de salud.

No obstante, al recuperar su libertad, Tore se dedica con la fuerza que le quedaba a reconstruir la Bukkyo Kai desde sus cimientos y a retomar las actividades dentro de la Nanjo Shu, profundizando el vínculo con un nuevo representante clerical, a quien le solicita volver a constituir la Bukkyo Kai como entidad formalmente estatuida y como la principal organización laica de la Nanjo Shu.

El escenario del Japón de la posguerra es devastador. Las hambrunas y las enfermedades son la única escena en las calles.

Las reuniones de la Bukkyo toman un nuevo impulso con el espíritu del lazo de maestro y discípulo entre Maguchi y Tore.

Dorei Tore leyó en más de una ocasión los expedientes de las imputaciones que se le realizaron al maestro Maguchi, fallecido en la cárcel, y jura ante el Mandala la total reivindicación de su mentor.

Estremecido en una mezcla de indignación y gratitud a su mentor, narró en una ocasión –con copias de los expedientes a la vista de todos– que al “acusado” se le imputó haber violado en más de setecientas ocasiones el mandato imperial con las denominadas “reuniones de diálogo”, haciendo énfasis en que esa absurda acusación sería el punto de partida eterno para el espíritu de las actividades de la Bukkyo.

Bajo el liderazgo de Tore, se inicia en el Japón una campaña de propagación nunca antes promovida y a lo largo de algo más de una década unas setecientas cincuenta mil nuevas familias ingresan a la Bukkyo Kai y a practicar el budismo en las filas de la Nanjo Shu.

Algunos sectores de la prensa comienzan a seguir el crecimiento de la Bukkyo y la denominan despectivamente como una “organización que nuclea a pobres y enfermos”.

Nada de eso hizo mella en Tore, que lejos de tomar esas observaciones como un desprecio, fueron el motivo de su principal orgullo. Tal como lo había anticipado Maguchi antes de ser detenido, las reuniones de diálogo de la Bukkyo no podían ser suprimidas debido a que en un futuro numerosos jóvenes seguirían sus pasos.

Es decir que estaba en juego el bienestar de las futuras generaciones y hacer realidad el movimiento de lograr la paz a través de la difusión de los ideales del budismo.

Aludía a que esa tarea solo puede ser promovida por los miembros, que a través de su crecimiento personal como integrantes de la sociedad en la que viven podrían contribuir a ella.

Así pues, ya a fines de los años cuarenta fue invitado a una de las muy concurridas disertaciones del maestro Tore un joven de apenas diecinueve años que quedaría impactado con sus enseñanzas, para tornarse inseparable.

Ese joven era Takeru Yamamoto, quien luego del fallecimiento de Tore, ocurrido once años después, en 1958, tomaría las riendas de la Bukkyo para luego convertirse en su presidente con apenas treinta y dos años de edad.

Hasta ese entonces, la Bukkyo solo tenía creyentes, sedes y templos de la Nanjo Shu, solo en el Japón, pero con el joven Yamamoto comenzaría a cobrar realidad el deseo de Tore de expandir las semillas del budismo de Nanjo del Sutra del Loto a nivel global.

Describir la totalidad de las actividades de propagación del presidente Yamamoto excedería cualquier crónica y están plasmadas en una novela de treinta y tres volúmenes escritos por él mismo, donde cuenta en detalle cada tramo de las actividades en pos de concretar el gran anhelo de promover la paz basado en los ideales del budismo.

Una verdadera crónica magistral que desemboca en cada rincón del planeta en donde el budismo de la Bukkyo dio sus primeros pasos, hasta su consolidación en cada lugar.

Así pues, a medidos de la década de los setenta, la Bukkyo tenía miembros y representaciones en cientos de países de todos los continentes y lo que daría lugar a la fundación de la Bukkyo Kai Internacional.

Años antes, asumiría como sumo prelado de la Nanjo Shu, el prior Ryokan Abe, dando comienzo –aun sin una exactitud temporal– a una trama que derivaría en una disputa entre dos entidades religiosas que difícilmente tenga precedentes, ello por su duración temporal, extensión y réplica en diversos lugares del mundo.

Los Hijos de Mil Budas

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