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El Modelo Mexicano de Formación Dual, los retos que vienen

La semana pasada participé en el evento de firma del Convenio entre la Secretaría de Educación Pública federal y el Consejo Coordinador Empresarial (cce), organismos encabezados por el maestro Otto Granados y el actuario Juan Pablo Castañón, respectivamente. El protocolo se llevó a cabo en el emblemático edificio de la sep ubicado en el centro histórico de la cdmx; el convenio es el resultado de los acuerdos establecidos entre el titular del ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, y la canciller alemana Angela Merkel en la pasada feria industrial Hannover Messe 2018, en la que México fue el país invitado. A la firma del citado convenio asistimos un grupo de rectores y autoridades educativas de las entidades federativas que habremos de participar en la implementación del Modelo Mexicano de Formación Dual en el nivel superior.

Dicho convenio busca sentar las bases y, sobre todo, los compromisos que juntos, sector empresarial y académico, habremos de materializar de cara a la implementación del modelo de formación dual universitario de nuestro país. El próximo mes de septiembre del presente año, 117 universidades tecnológicas, 62 universidades politécnicas, 32 institutos tecnológicos del Tecnológico Nacional de México y 30 universidades públicas estatales, habrán de iniciar esta importante empresa: ofrecer modalidades educativas versátiles, pertinentes y estrechamente vinculadas con al menos mil empresas pertenecientes a la diversidad de sectores e industrias que componen la economía nacional. Se dice muy rápido, pero el trayecto se antoja retador.

En primera instancia, la implementación del modelo conlleva la adaptación de programas educativos para que se impartan de manera “compartida” entre empresas e instituciones universitarias; para tal efecto deberán acordarse aquellos ejes temáticos relevantes para las empresas, y alcanzables y medibles por parte de las instituciones educativas. El reto no sólo radica en adaptar la currícula, sino también en el paradigma de formación y enseñanza que los profesores, en los ámbitos universitario y empresarial, deberán vivir a lo largo del trayecto educativo de los estudiantes, que dicho sea de paso, en este paradigma de formación dual, dejan de ser estudiantes que trabajan y se se convierten en trabajadores que estudian. El chip en este modelo es otro en definitiva.

La formación dual universitaria en nuestro país es, entonces, una apuesta más del Estado mexicano para emular y “mexicanizar” —si me permiten la expresión— una opción educativa sumamente exitosa del país germánico; se trata de una apuesta en la que, ante la creciente demanda de opciones educativas para la sociedad y la complejidad industrial que aborda nuestro país, podamos reducir las brechas de ocupación y trabajos bien remunerados, satisfacción personal de los profesionales por haber estudiado algo útil y demandado por la industria y sobre todo, el incremento de empleo gracias a la pertinencia de la formación recibida.

Los retos son grandes y sobre todo complejos de ejecutar, pero cuando nuestro pueblo se empecina en hacer que las cosas sucedan, damos rienda suelta a nuestra creatividad, a nuestro talento, y sobre todo a la construcción de acuerdos que exhiban la grandeza de nuestra nación, que lucha por ganarse un lugar en los escenarios mundiales, en donde no sólo la creatividad y el talento son suficientes, en donde se gana con disciplina, con soluciones de fondo y sobre todo, con la participación decidida de sociedad y gobierno. ¶

19 de junio de 2018

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