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ATRAPADA EN LOS CUERPOS
ОглавлениеRosa María (45) me consultó inicialmente por su pánico al compromiso afectivo y su baja autoestima. Un hecho reiterado y constante en las sesiones terapéuticas de Rosa María fue la dificultad para dejar el cuerpo en sus experiencias de muerte en vidas pasadas.
Aquí veremos la secuencia de la muerte y el atrapamiento del alma en dos sesiones terapéuticas de Rosa. La primera de estas sesiones se inició a partir de la necesidad de Rosa de controlar a las personas y las situaciones en su vida.
—Cuando no controlo, me vuelvo loca —decía—, pero ahora la vida me pone en situaciones que no puedo controlar y, cuando no puedo controlar, enloquezco. Si no tengo todo controlado puede pasar algo terrible, se puede desmoronar todo.
Lunes 6 de junio de 2005
Trabajando su necesidad de controlar todo, Rosa se encuentra en una vida en la cual ella es un hombre de las cavernas que le ha robado la mujer a un hombre de otra tribu. La gente de esa tribu viene ahora a su cueva a buscar a la mujer. Rosa quiere enfrentarlos, pero son muchos y le pasan por encima, y se llevan a la mujer y al bebé que tenía con ella. Rosa queda malherida, tirada sobre la nieve.
Terapeuta: Cuento hasta tres y avanzá al momento de esa muerte. Uno, dos, tres. ¿Qué está pasando?
Rosa: Me voy a morir ahí donde me dejaron tirada. Me pasaron por arriba; estoy muy herido. No pude luchar y mirá lo que me pasó porque no pude luchar. Si hubiera peleado no estaría como estoy ahora, vencida, sintiendo que no hice nada. Empieza a nevar y estoy tirado ahí. (Se expresa en género masculino y femenino alternativamente.)
T: ¿Cómo empieza a morir ese cuerpo?
R: No siento el cuerpo, pero eso me pasa siempre. (Rosa se refiere a otras experiencias de vidas pasadas.) Siento que estoy viva, pero no siento el cuerpo. Estoy tirada en la nieve y el cuerpo no siente nada.
T: ¿Qué le hace la nieve al cuerpo?
R: Lo congela.
T: ¿Y qué pasa cuando el cuerpo se congela?
R: No se siente.
T: Retrocede un instante antes de que ese cuerpo comience a congelarse. Uno, dos, tres. ¿Cómo empieza eso?
R: Yo estoy vivo, pero estoy herido, pisoteado. Adentro de mi cuerpo está todo desgarrado y sangra.
T: ¿Y qué pasa cuando hay una hemorragia interna?
R: Te morís.
T: ¿Y qué le pasa al cerebro cuando no le llega la sangre?
R: No le llega oxígeno. Se muere.
T: ¿Y cómo empieza a morir ese cuerpo? ¿Qué parte de ese cuerpo comienza a morir primero?
R: Las piernas se ponen duras. ¿Por qué querés que sienta todo esto? ¿Para morirme otra vez?
T: Esto es muy importante porque tu alma todavía está atrapada en ese cuerpo porque no te diste cuenta de que ese cuerpo se murió. Hay una parte de vos que todavía está atrapada en ese cuerpo.
R: ¡Ahhh! Bueno, las piernas las tengo duras, violetas. ¿Tengo que hacer esto?
T: Sí; ese cuerpo, ¿se muere antes de que lo cubra la nieve o después de la nieve?
R: No, se muere por congelamiento.
T: Muy bien, entonces experimentá eso.
R: Lo que pasa es que tengo que ver si es este cuerpo de Rosa o el otro.
T: El cuerpo de Rosa está vivo, aquí, en este sofá. ¿Qué le pasa a ese otro cuerpo?
R: Estoy arriba de la nieve, el lugar es alucinante, parece un paisaje de Canadá. Me cae la nieve y yo no estoy mal ni estoy triste. Claro, como no siento nada…
T: Seguí. ¿Qué sigue después de las piernas?
R: Es de a poquito, como si me fuera yendo de a poquito.
T: ¿Y qué es lo último que alcanzás a pensar en ese cuerpo?
R: Que debería haber hecho algo.
T: Y esto de “debería haber hecho algo”, ¿qué te hace hacer en tu vida como Rosa?
R: Siempre estoy haciendo cosas, organizando y controlando. Me hace manejar las situaciones. Siempre estoy manejando las situaciones y las personas.
T: Y esto, ¿qué te impide hacer como Rosa?
R: Me impide relajarme.
T: Cuento hasta tres e irás al momento en que dejás ese cuerpo definitivamente. Uno, dos, tres. ¿Cómo dejás ese cuerpo?
R: Es como una energía que sale del cuerpo, que se va desprendiendo.
T: Muy bien, asegurate de sacar toda tu energía de ese cuerpo.
R: Pero, ¿adónde me voy a ir? Ahora no sé qué hacer. Estoy confundida, no sé para dónde agarrar. (Aquí está la confusión de la conciencia, y tomen nota de que todo esto está sucediendo al mismo tiempo en el aquí y ahora de la vida de Rosa.)
T: Entonces, ¿qué pasa?
R: Todavía estoy saliendo del cuerpo y viendo para dónde tengo que ir. Estoy como en el aire, pero no sé qué tengo que hacer. No sé adónde tengo que ir. Estoy como suspendida. Y… si no soy el cuerpo éste, ¿quién soy? Me pregunto eso, ¿quién soy?
T: Entonces fijate de qué manera todo esto está afectando tu vida como Rosa. Esto de “estoy confundida”, “estoy en al aire y no sé qué tengo que hacer”, “no sé dónde tengo que ir” y “si no soy el cuerpo este, ¿quién soy?”; todo esto, ¿qué te hace hacer en tu vida como Rosa?
R: Es lo que me pasa en mi vida. Muchas veces me pregunto: si no soy este cuerpo, ¿quién soy? Y me busco adentro y a veces me encuentro, pero después vuelvo al cuerpo y me confundo más. No me termino de encontrar a mí misma. No me termino de conectar conmigo misma. (Observen que todo esto proviene del atrapamiento en la confusión al desprenderse de aquel cuerpo en la nieve.)
T: Y todo esto, ¿qué te impide hacer?
R: Me impide ser yo.
T: Ahora tenés que rescatar a tu alma de ese cuerpo, de esa experiencia. Le vas a hablar a tu alma y le vas a explicar que esa experiencia terminó.
R: Mi alma está ahí, flotando, pero todavía no terminó de salir del cuerpo porque no sabe adónde ir. Está ahí, indecisa. No soy este cuerpo, pero… ¿quién soy y adónde voy? Estoy como en un intermedio. ¿Qué es lo que le tengo que explicar a mi alma?
T: Explicale a tu alma que esa experiencia ya terminó, que ese cuerpo se murió y que ahora estás en otra experiencia y estás viviendo en otro cuerpo. Hay que dejar ese cuerpo para vivir la experiencia como Rosa.
R: Sí, pero yo no sé si esa energía que está saliendo de ese cuerpo es la misma energía que tengo en este cuerpo como Rosa.
T: Esa energía es un parte de vos misma. Ahora tenés dos alternativas. Una, podés llevar esa parte de tu alma hacia la Luz, o dos, podés traerla para tu vida como Rosa.
R: No, mejor la llevo a la Luz.
T: Entonces explicale a esa parte de tu alma que ese cuerpo se murió, y que al morir ese cuerpo terminó esa experiencia. Ahora el alma queda libre para regresar a la Luz, donde todo va a estar bien.
R: Pero, ¿por qué cuando me muero yo nunca sé adónde ir? ¿Por qué mi alma no aprende? ¿Por qué siempre la misma alma se pregunta quién soy, adónde voy, qué hago?
T: Y si supieras, ¿qué cosa hace que tu alma se confunda? ¿Qué es lo que le resulta difícil de aprender a tu alma?
R: Le resulta difícil aprender a soltar el cuerpo, a dejar este mundo e irse al otro mundo. El alma se queda aferrada. (Más claro y preciso, imposible.)
T: Tal vez tu alma se aferra mucho a los cuerpos y se olvida de dónde viene.
R: Sí, pero no es lógico. Si el alma viene de la Luz debería tener sabiduría. Yo tengo entendido que el alma se olvida cuando ingresa en un cuerpo, pero mi alma, cuando sale del cuerpo, sigue olvidada sin acordarse de nada.
T: Así es, porque cuando el alma sale del cuerpo todavía está influenciada por las sensaciones y emociones del cuerpo, y por la confusión de ese momento.
R: ¿Pero cuándo me voy a acordar de adónde tengo que ir? En todas las muertes me pasa lo mismo.
T: Eso es lo que estás tratando de aprender en tu vida como Rosa para que no se vuelva a repetir. Ahora tenés la oportunidad de aprender esto para que no lo vuelvas a repetir en tu vida como Rosa. Parece que ésta es una lección muy difícil de aprender para vos.
R: ¿Qué pasa? ¿Soy tarada que no aprendo?
T: No, lo que sucede es que estás atrapada en los cuerpos y te cuesta mucho dejarlos. Ahora tenés que dejar ese cuerpo. Hace rato ya que deberías haber salido de ahí.
R: Sí, pero yo puedo dejar esos cuerpos porque estás vos que me lo explicás. Pero cuando yo me muera con este cuerpo como Rosa y nadie me lo explique, me va a volver a pasar lo mismo.
T: Lo importante ahora es que saques tu alma de ahí, de ese cuerpo que está tirado en la nieve. Ése es tu trabajo ahora. Tenés que llevar esa parte de tu alma a la Luz.
R: Sí, ya salió, pero es como que esa parte de mi alma no quiere dejar ese cuerpo.
T: Explicale a tu alma que vos ya estás en otro cuerpo, que estás viviendo otra experiencia. Mientras tu alma siga aferrada a ese cuerpo eso seguirá afectando tu vida como Rosa porque en tu vida como Rosa estás experimentando la confusión de esa parte de tu alma que sigue aferrada a ese cuerpo. Así que yo voy a contar hasta tres y avanzarás un poco más después de la muerte de ese cuerpo. Uno, dos, tres. ¿Cómo está ese cuerpo?
R: No, ya no veo ese cuerpo. Es como si mi alma se hubiera ido a la Luz y ahora tengo otra imagen. Yo soy una nena de entre dos y cuatro años, tengo un hermanito y hay una mujer. La mujer es parecida a mi mamá y el nene es parecido a mi hermano. Estamos divirtiéndonos en un picnic. Cerca de allí hay un precipicio y abajo está el mar. Me parece que uno de los chicos se va a caer. ¿Por qué siempre tengo que tener historias dramáticas? El nene se cae al precipicio y se mata, y la madre sigue divirtiéndose jugando con la nena y no se dio cuenta. El nene se cayó y ella ni se da cuenta.
Como podrán apreciar, Rosa finalmente terminó con la muerte en la nieve y, espontáneamente, entró en otra experiencia. Aquí la mamá culpa a Rosa de la muerte de su hermanito. Más adelante, en esa misma vida, los padres de Rosa la casan con un señor que ella no quiere. Con él tienen un hijo con síndrome de Down, pero Rosa abandona a ese hijo, al marido y a su familia. Hacia el final de esa vida Rosa se encuentra en una casa grande con una hija y con un buen pasar. Parece que tiene una historia amorosa con un cura. Veamos ahora qué pasa en la muerte de Rosa en esa vida.
Rosa: Me muero de vieja. El cura está a mi lado. Fue una vida de mierda, una vida sin ningún sentido. Una vida donde se murió mi hermanito, me casé con quien no quería, tuve un hijo Down y terminé con un cura. Otra cosa no me queda por hacer.
Terapeuta: ¿Cómo se muere ese cuerpo?
R: Contenta de que acabe esta vida tan siniestra. Me dejo estar, me dejo morir. Ya no tengo ganas de vivir.
T: ¿Qué le pasa a los músculos?
R: Se van achicando. Me voy arrugando, me voy haciendo cada vez más viejita. Se me va yendo la vida de a poquito. Me voy apagando.
T: ¿Por dónde empieza a morir ese cuerpo?
R: La piel se va achicharrando. Pero yo lo siento como si me estuviera muriendo en este cuerpo como Rosa. ¿No me va a pasar nada? ¿No me voy a morir en este cuerpo?
T: En este cuerpo no te va a pasar nada. Tenés que sentir la muerte de ese otro cuerpo para que tu alma se desprenda de todo eso definitivamente. Hay una parte de vos que sigue atrapada ahí.
R: Pero en esta vida como Rosa también estoy abandonando siempre. Siempre estoy abandonando todo, siempre estoy yéndome.
T: Justamente, estás repitiendo todo eso porque una parte de vos está atrapada en esa experiencia. ¿Qué le está pasando a ese cuerpo?
R: Se va apagando todo, se va quedando sin vida. Ya no quiero quedarme más en esta vida. Espero que venga algo mejor porque esta vida es una mierda. Otra vez me voy.
T: ¿Y qué es lo último que alcanzás a pensar en ese cuerpo?
R: Me voy a ir a buscar otra cosa y eso es lo que siempre hago en esta vida.
T: Y esto último, ¿qué te hace hacer en tu vida como Rosa?
R: No me quedo en ningún lado.
T: Y esto, ¿qué te impide hacer?
R: Establecerme. Siempre estoy saltando de un país a otro, de una casa a otra. Cuando llego a un lugar pienso que habrá otro mejor y siempre estoy buscando un lugar y una persona mejor y nunca me quedo con nada ni con nadie.
T: Cuento hasta tres e irás al momento en que ese cuerpo se muere…
R: Pero mi alma, ¿no se va a ir de este cuerpo como Rosa? Siempre tengo miedo de que se salga el alma.
T: Tranquila; más de dos mil personas han experimentado conmigo la muerte en vida pasada. No va a pasar nada.
R: Pero es que yo siento la muerte de ese cuerpo en este cuerpo. ¿No es peligroso eso? ¿No me va a pasar nada? Siempre tengo miedo de que mi alma se salga del cuerpo. Eso es lo que me pasa cuando medito.
T: Cuanto más sientas en tu cuerpo como Rosa, más se sanará tu alma. Tu cuerpo como Rosa tiene que sentir para que tu alma termine de desprenderse de todo aquello que ya no le pertenece. Es como si tu alma tomara prestado tu cuerpo como Rosa para terminar de experimentar esa muerte y poder salir de ahí.
R: Sí, me voy a ir, pero otra vez me pasa lo mismo. No sé adónde me tengo que ir.
T: Buscá la Luz tomando consciencia de que ese cuerpo se murió. ¿Quisieras decirle algo a ese hijo que dejaste en esa vida?
R: No, porque lo criaron mis padres. No le quiero decir nada a nadie. Me quiero ir. Ya quiero dejar ese cuerpo. ¿Pero yo viví esa muerte? Ahora me acuerdo que cuando yo tenía treinta años, en esta vida como Rosa, yo tenía la sensación de que era una vieja que tenía la piel arrugada, y ahora me doy cuenta de que era esa viejita que se está muriendo ahora. O sea que mi alma estaba allí. ¡Qué loco! (Fíjense con qué claridad Rosa describe el atrapamiento de su alma en ese momento.)
T: Eso es, dejá que muera ese cuerpo y vas a dejar todo eso para siempre. Andá al momento en que dejás ese cuerpo.
R: Por primera vez me voy feliz de un cuerpo. Ya estoy en otro lado, pero no sé dónde estoy.
T: Andá hacia la Luz.
R: Estoy en un espacio, pero no veo la Luz. Nunca la encuentro.
T: Tenés que desearlo realmente. Pedí entrar en la Luz.
R: ¡Quiero entrar en la Luz! Ahora sí, estoy en la Luz.
T: Ahora vas a elegir un color para traer una nueva vibración a tu vida como Rosa.
R: Violeta. ¿Tengo que volver acá, a mi cuerpo? Bueno, pero esperá porque tengo que volver desde allá.
Al término de esta experiencia Rosa comentaba:
—¡Qué viaje increíble, impresionante! Mi familia en aquella vida era la misma de ahora. Mi hermanito es la luz de los ojos de mi mamá; no le saca la vista de encima. ¡Claro!, como lo perdió en esa vida, ahora no le saca los ojos de encima.
Como consecuencia de la muerte de su hermanito en aquella vida Rosa comprendió su necesidad de manejar todo para que nada se le vaya de control. Ésta es una constante que he comprobado una y otra vez a lo largo de muchos años de trabajo clínico. La necesidad de controlar surge porque alguna vez sucedió una desgracia o alguna catástrofe por no haber estado alerta o por no haber estado atento en ese momento. Controlar es una pauta necesaria para sobrevivir. Rosa confirma este concepto diciendo:
—Tengo que tener todo controlado, así no pasa nada. En esa vida se me fue todo de control y no pude hacer nada. Ahora estoy controlando todo para que no pase lo peor.
Con la experiencia de Rosa habrán podido apreciar de qué manera podemos estar aquí, en este cuerpo, en la vida presente, al mismo tiempo que una parte de nuestra conciencia puede estar atrapada en una experiencia que todavía está sucediendo en otra realidad. Fíjense que Rosa en ningún momento de la sesión perdió la consciencia del aquí y ahora, y se sorprendía al experimentar en su cuerpo lo que sentía el otro cuerpo tirado en la nieve. Incluso se resistía a vivenciar en ella misma la muerte de aquel otro cuerpo. Esta resistencia a experimentar la muerte en el cuerpo actual se hará todavía más intensa en la próxima sesión de Rosa.
Hubo momentos en los que ella no sabía si lo que sentía estaba sucediendo en su cuerpo como Rosa o en el otro. Rosa pudo hacer consciente esta situación en la sesión terapéutica, pero, ¿a cuántas personas no les sucederá lo mismo sin saber ni imaginar que lo que están sintiendo en su cuerpo es lo que su alma está experimentando en otro cuerpo que ya se murió hace rato, pero cuya agonía aún no terminó? De esto se trata todo lo que estamos hablando aquí. Del atrapamiento del alma y de la conciencia en una experiencia que todavía continúa sucediendo en otra realidad.
Rosa termina de precisarlo cuando se da cuenta de que a sus treinta años estaba viviendo la muerte de aquella viejita arrugada. Es más, dice categóricamente: la viejita se está muriendo ¡ahora! Vean qué notable es esto, porque la viejita recién termina de morir cuando Rosa experimenta en su propio cuerpo físico aquella muerte. Hasta el momento de la sesión aquella viejita seguía en agonía y, por lo mismo, estaba afectando la vida de Rosa.
Mientras experimentaba la muerte como una viejita, Rosa dijo que su alma se salía del cuerpo cuando meditaba. Esto la preocupaba mucho –pues era muy racional– y en el transcurso de su trabajo con la TVP comenzaron a suceder cosas sorprendentes para ella y a tener experiencias increíbles cuando meditaba.
—¿Puedo pasar la frontera y entrar y salir del inconsciente? —me preguntaba Rosa, alarmada, a la sesión siguiente—. Si suelto el control, ¿me vuelvo loca? Tengo miedo de volverme loca, pero ya no puedo controlar nada.
Esta vez Rosa comenzó a trabajar a partir de su miedo a volverse loca. Rápidamente se encontró a sí misma como un nene parapléjico tirado en el suelo de una cueva de hielo, como si fuera un iglú (otra vez el frío). La gente pasa a su lado, pero nadie le presta atención.
Martes 21 de junio de 2005
Rosa: La gente pasa y yo sigo tirada allí, en el hielo. Pero todo esto, ¿es real? ¿De dónde saco yo todo esto? (Observen el cuestionamiento de la mente de Rosa, algo frecuente en el trabajo con la TVP. Hay que ayudar al paciente a permitirse fluir, aunque parezca que está inventando.)
Terapeuta: Seguí, no importa lo que sea.
R: Nadie me presta atención. Yo necesito que me atiendan y nadie me atiende. Soy consciente de lo que pasa, pero no puedo hacer nada. No me puedo mover, no puedo llorar, no puedo gritar, no puedo hacer nada.
T: Avanzá un poco más en esa experiencia en el hielo. Uno, dos, tres. ¿Qué está pasando?
R: Siento que me estoy muriendo. No soy muy grande, debo de tener unos catorce años. Me dejaron solo en ese iglú. Me muero solo.
T: ¿Cómo comienza a morir ese cuerpo?
R: Voy dejando de sentir como si se me fuera la energía de ese cuerpo. La energía se me va para arriba, para la cabeza.
T: ¿Qué sienten los pies cuando se va la energía?
R: Empiezo a sentir menos de abajo hacia arriba, pero todavía siento los brazos, el pecho y la cabeza. La parte de abajo ya no la siento, no sé si estoy congelada, pero como no le importo a nadie me voy a ir y chau.
T: Eso es, seguí. ¿Qué estás sintiendo?
R: Siento que me duermo y como si hubiera una presencia arriba de mí. Como si fuera un pájaro que me viene a buscar para guiarme. Y yo lo voy a seguir.
T: Muy bien, seguí.
R: El pájaro se va volando y me dice que lo tengo que seguir… pero ahora no lo veo al pájaro y no sé para dónde tengo que ir.
T: Cuento hasta tres y retrocederás al momento en que comienza esa muerte y te permitirás experimentar esa muerte más profundamente…
R: Pero no sé si me quiero morir —interrumpiéndome—. Me estoy muriendo, pero no me quiero morir. No me quiero morir porque por más que no tuve una linda vida esto es lo que conozco y ahora no sé adónde me voy a ir. No sé por qué me voy a morir si todavía estoy viva, pero ahora siento como que me voy a elevar. Es lo mismo que siento cuando estoy meditando, ahora me voy a elevar de mi cuerpo. Hay como una energía que está saliendo del cuerpo y que se está elevando.
T: Experimentá eso. ¿Qué le pasa al cuerpo cuando la energía comienza a elevarse?
R: ¿Por qué me hacés sentir todo eso? Yo estoy en otro lugar y vos me pedís que vuelva al cuerpo. No entiendo.
T: Porque es necesario terminar con todas las sensaciones del cuerpo para terminar de salir de ahí definitivamente.
R: Pero me cuesta, porque yo me estoy elevando y vos me pedís que vuelva al cuerpo. ¿Igual tengo que hacer esto?
T: Tenés que experimentar la muerte en ese cuerpo más profundamente. ¿Qué sienten los pies y las piernas cuando empiezan a morir?
R: Como si se fuera retirando la energía.
T: ¿Qué pasa cuando se retira la energía?
R: Empiezo a sentir calor en el pecho y en los brazos. La energía va subiendo y me voy a elevar, pero yo siento como si todo el cuerpo se fuera a elevar.
T: ¿Qué está pasando con el cuerpo físico?
R: Yo todavía siento el cuerpo, siento la parte de arriba del cuerpo.
T: ¿Qué les pasa a los pulmones?
R: Ahora siento todos los músculos laxos. Los pulmones todavía están respirando. Me voy a ir y chau.
T: ¿Qué pasa con los brazos?
R: Es como si los brazos se quisieran elevar con la energía. Yo estoy con la energía a flor de piel para elevarme.
T: Seguí.
R: Si sigo, me voy con la energía y me voy.
T: Seguí.
R: ¡Ja! ¿Adónde?
T: Experimentá esa muerte hasta llegar al punto en que tu alma deja ese cuerpo completamente. ¿Qué está pasando en el cerebro cuando ese cuerpo se está muriendo?
R: No sé qué pasa en el cerebro físico. Habrá dejado de funcionar.
T: ¿Qué es lo último que alcanzás a pensar en ese cerebro?
R: Que ya me voy.
T: Muy bien, seguí hasta que ese corazón deje de latir y los pulmones dejen de respirar.
R: Estoy como en un intermedio en donde no estoy ni acá ni allá. Estoy ahí que no salgo, pero no salgo porque vos me decís que tengo que sentir lo que no siento.
T: Justamente; se trata de sentir la muerte de ese cuerpo para que tu alma no se lleve nada de ese cuerpo.
R: ¡Claro! Porque por ahí eso no lo viví. Sucedió, pero no sé si lo voy a poder vivir.
T: Cuento hasta tres e irás al momento en que el corazón deja de latir y los pulmones dejan de respirar. Uno, dos, tres. ¿Qué está pasando?
R: Es como si todavía sintiera mi cuerpo, no sé si está vivo o muerto.
T: Por eso tenés que terminar con esa muerte para dejar de sentir ese cuerpo.
R: ¡Ajá! ¿Y cómo hago para dejar de sentir el cuerpo que no siento? ¿Puede ser que mi alma se haya ido antes de que se muriera el cuerpo?
T: ¡Claro que puede ser! Por eso tenés que terminar con esa muerte. Andá al momento en que ese cuerpo se muere efectivamente. Uno, dos, tres. ¿Qué está pasando?
R: Me voy apagando de a poquito. Estoy contenta porque me voy a ir de este cuerpo que no me sirvió para nada. Tengo que salir, pero no me termino de morir. Y otra vez lo mismo. ¿Adónde voy cuando me muera? Y a mi cuerpo, ¿qué le va a pasar?
T: Fijate cómo está ese cuerpo, ¿está vivo o está muerto?
R: Estoy con vida, pero si yo me salgo del cuerpo, el cuerpo se va a morir. Como no me salgo del cuerpo, el cuerpo sigue vivo. Si yo me salgo, el cuerpo se va a morir.
T: Entonces, experimentá eso y vas a sacar toda tu energía de ahí.
R: Empiezo a sacar toda mi energía del cuerpo. Toda mi energía va subiendo, va subiendo… Estoy sacando toda mi energía del cuerpo, pero todavía me queda algo. Pero la estoy sacando con mi voluntad, ¿puede ser?
T: Muy bien, adelante entonces.
R: Todavía queda una parte de mi energía en la cabeza. Todavía queda un poco de energía en el cuerpo, pero la energía que se me fue, se me fue. ¿No importa?
T: No importa, sacá toda tu energía de ese cuerpo que está muerto y luego vas a reunir toda tu energía. ¿Qué está pasando?
R: La energía está saliendo…
T: Muy bien, sacá tu energía de ahí y vas a dejar ese cuerpo definitivamente.
R: Ese cuerpo que no es este cuerpo…
T: Exactamente.
R: …pero yo lo siento en mi cuerpo. ¿No importa?
T: Es exactamente así, pero no es tu cuerpo como Rosa.
R: ¿No hay peligro de que se vaya mi alma?
T: No, tenés que sacar tu energía de ese cuerpo, porque esa energía que se quedó allí está ligando tu vida como Rosa a ese otro cuerpo. Tenés que dejar eso para terminar definitivamente con esa vida que está afectando tu vida como Rosa. Estás sacando tu energía de ese cuerpo que quedó en el iglú.
R: Sí, te entiendo, pero yo lo siento como si estuviera ocurriendo en mi cuerpo, ¿no importa?
T: Justamente es así; lo estás sintiendo en este cuerpo porque tu alma está trabajando con tu cuerpo como Rosa, para poder terminar con aquel otro. Tu alma está terminando todo lo que experimentó allí, en ese otro cuerpo.
R: Sí.
T: Tenés que terminar con esa muerte para que esa experiencia no influya nunca más en tu vida como Rosa. Tu cuerpo como Rosa tiene que sentir para que tu alma termine de procesar todo eso.
R: Sí… —pausa prolongada—. Estoy como en el Universo, en el espacio.
T: Muy bien, tomá consciencia de que esa experiencia terminó y de que ese cuerpo se murió.
R: Pero todavía siento un poco mi cuerpo. No sé si mi cuerpo como Rosa o mi cuerpo aquel. Todavía tengo una conexión entre el espacio donde estoy y ese cuerpo. Estoy en el espacio, pero también estoy en ese otro cuerpo.