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EL ATRAPAMIENTO DEL ALMA

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Hemos mencionado que, en este marco, podemos considerar el alma como sinónimo de conciencia. Las experiencias traumáticas que no pudieron resolverse satisfactoriamente en su momento crean un atrapamiento de la conciencia, y esto vale tanto para las vidas pasadas como para la presente. Al no existir el tiempo, y al no resolverse el evento original, el alma queda atrapada en una experiencia inconclusa. Por lo general, en determinado momento de un hecho traumático el cuerpo se muere, pero como para el alma no existe el tiempo, la experiencia continúa como si todavía estuviera sucediendo.

Examinemos un ejemplo terrible y frecuente al trabajar con vidas pasadas. Pensemos en una persona a la cual torturan en alguna mazmorra en la Edad Media. Se encuentra allí, sobre la mesa de tortura o el potro de tormentos, sujeta por las muñecas y los tobillos. Un verdugo encapuchado da vueltas a una manivela; los miembros de la persona son traccionados y estirados, una morsa le aprieta la cabeza. La columna vertebral comienza a crujir mientras un inquisidor interroga al prisionero, amenazándolo con un hierro incandescente. La víctima está allí, experimentando el dolor físico y psíquico, el pánico, la impotencia, la indefensión, la rabia, el odio, la angustia, la ira y el deseo de venganza. Los músculos se tensan, las articulaciones se rompen, las vértebras se separan, los pulmones están a punto de explotar, al igual que el corazón, y el cerebro va a estallar. A la vez que siente el dolor, la víctima está pensando en su familia, en los hijos que ya no verá, en aquellos que lo traicionaron, en lo que debería haber hecho y no hizo, en las cosas que ya no podrá hacer o en lo que dejará inconcluso. Todo sucede al mismo tiempo unísono, pero es imposible sentir, identificar y procesar al mismo tiempo todas las sensaciones físicas, emocionales, y tener consciencia de lo que se está pensando. De pronto, el cuerpo se muere, pero la muerte ocurre en el pico de todas esas sensaciones que no se han podido procesar. Al morirse el cuerpo, el alma todavía está experimentando el dolor, pero se queda sin el instrumento necesario para procesar lo que acontece. Cuando el alma se separa del cuerpo, las sensaciones continúan allí porque no ha podido terminar con ellas mientras estaba en el cuerpo, y ahora no puede desprenderse de ellas, porque las sensaciones, emociones y pensamientos en el alma son energía. Como además el alma ha entrado en la dimensión atemporal, sucede que el cuerpo se murió, pero la experiencia continúa. Quizás han pasado seiscientos o dos mil años del tiempo terrestre, pero para el alma no ha pasado ni un segundo. La experiencia aún no terminó; una parte del alma persiste allí, en la tortura. La conciencia ha quedado atrapada en un instante que se convierte en un eterno presente, ya que el tiempo no existe. Entonces, por un lado la persona está aquí, en la vida presente, en otro cuerpo, pero hay una parte de su conciencia atrapada en una experiencia que continúa sucediendo.

En el momento del trauma no se puede hacer todo lo que uno necesitaría para poder resolver y terminar la experiencia antes de que el cuerpo muera. Cuando el evento traumático acontece es imposible sentir y hacer consciente todo lo que está sucediendo y todo lo que se está sintiendo. Uno está atrapado en el pánico, en el shock, en el dolor, en la ira o en la indefensión. Demasiadas cosas suceden al mismo tiempo como para reconocer todo lo que se experimenta a nivel visceral, emocional y mental. La persona que se encuentra viviendo el suceso tan movilizante no puede terminar con la experiencia, porque sencillamente no puede hacer todo lo que sería necesario hacer, sentir y decir para poder completarla y terminarla de una vez y para siempre, y eso crea el atrapamiento. La única forma que el alma tiene de procesar la multiplicidad de sensaciones es volver a encarnar en un cuerpo, y sentir en este nuevo cuerpo todo lo que no pudo terminar en el cuerpo que se murió. Así aparecerán los síntomas, sean físicos o emocionales, ya que el alma necesita completar y terminar la experiencia original. El alma reproduce en su nuevo cuerpo la experiencia que todavía no terminó. Esto puede manifestarse por medio de diferentes síntomas: dolor, angustia, bloqueo, fobia, etc., o una enfermedad. Incluso, en su lucha por sobrevivir en un evento doloroso, puede que la conciencia se aferre al dolor pensando: si siento dolor significa que estoy vivo, si dejo de sentir dolor significa que estoy muerto. El cuerpo se muere, pero la conciencia se aferró al dolor para sobrevivir y no se da cuenta de que el cuerpo murió. Pasaron mil años, pero para la conciencia eso todavía está ocurriendo y entonces reproduce en el cuerpo actual el dolor original, porque a nivel subconsciente siente que dejar de sentir dolor podría significar que está muerta.

Utilizamos como ejemplo didáctico lo que sucede en una muerte traumática ya que ésta es el paradigma del atrapamiento, pero es importante señalar que cualquier evento que no se haya podido resolver en su instancia original puede crear un atrapamiento de la conciencia,3 independientemente de que termine o no con la muerte.

Atrapamiento y recuperación del alma

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