Читать книгу Persona, pastor y mártir - José María Baena Acebal - Страница 8
ОглавлениеUna palabra del autor
Este es un libro puramente vivencial, al menos eso pretendo que sea, alejándome de lo meramente teórico para centrarme en lo aprendido durante más de cuarenta años de ministerio, el cual pude comenzar muy joven, con apenas veintitrés años —me refiero al ministerio reconocido y ordenado, como pastor de una iglesia.
Algo he aprendido a través de todos estos años: en primer lugar, de la misma palabra de Dios y, especialmente, del ministerio del apóstol Pablo, al que continuamente me veré obligado a referirme, pues, aunque apóstol, ejerció necesariamente de pastor para atender las comunidades cristianas (iglesias locales) que abrió en sus viajes misioneros. Su manera de actuar, explícita en el Libro de los Hechos, escrito por su compañero de ministerio, el médico Lucas, y lo expuesto en sus cartas, alumbran nuestro camino. En segundo lugar, del propio Espíritu Santo, que es quien dirige, siendo el encargado de que la obra de Dios se lleve a efecto. Nuestros maestros y mentores que nos precedieron nos transmitieron la visión, y no pocos conocimientos y experiencias personales que, sin duda, también han moldeado nuestro ministerio, así como nuestros feligreses, nuestros colaboradores y nuestros colegas, han aportado mucho a lo que hoy somos. Y, por supuesto de los errores cometidos y los éxitos alcanzados. De los primeros me considero único responsable; de los segundos tengo que dar la gloria a Dios, porque nada podríamos hacer si él no lo hace. Si hemos tenido capacidad para aprender y mantenemos la mente y el corazón abiertos a seguir aprendiendo, mucho habremos añadido y seguiremos añadiendo a cuanto hoy sabemos y somos, en tanto que ministros del evangelio de Jesucristo.
Tengo un profundo respeto por el ministerio pastoral, pues refleja la acción de Dios a favor de sus criaturas, a las que tan profundamente ama, al punto de haber dado a su hijo Jesucristo por su rescate. Tomo en cuenta el consejo del escritor del Libro de Proverbios, el rey Salomón, sabedor de la necesidad de liderar convenientemente a todo un pueblo puesto bajo su custodia y dirección, cuando escribe, “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas y mira con cuidado por tus rebaños, porque las riquezas no duran para siempre, ni una corona es para generaciones perpetuas” (Pr 27:23-24). El tiempo pasa erosionándolo todo sin excepción, nuestra vida y ministerio incluidos. Nada dura para siempre en esta vida. Por eso hemos de situarnos en el tiempo y en la historia, con la correcta perspectiva. Nadie mejor que Dios mismo para hacerlo por medio de su Espíritu, siempre y cuando nosotros sepamos ser obedientes y fieles a su visión y propósito.
Deseo, pues, dedicar este libro a cuantos han consagrado su vida a este tipo de ministerio, pagando un precio elevado por ello, y a sus familias. Al hacerlo, honro también a los míos, mi esposa y mis hijos, porque no es fácil ser esposa, hijo o hija de pastor. Todos ellos forman parte de este ministerio tan extraordinario, verdadero privilegio que disfrutamos quienes, llamados por Dios, lo ejercemos a pesar de nuestras limitaciones e imperfecciones.
A Dios sea la gloria por siempre.
José Mª Baena
Sevilla, diciembre de 2019