Читать книгу 50 pequeñas historias para pensar a lo grande - José María Sánchez Pagán - Страница 12

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V

RAMÓN Y CAJAL.

DESDE EL COSMOS

En un estado etéreo, donde la masa muere y la energía universal no para de transformarse, habita el sabio español por excelencia. Para muchos, el hombre de ciencia más valioso de todos los tiempos. No es hiperbólico considerar que este modesto sabio español provocara que saliéramos de la oscuridad de la edad media, al avance contemporáneo que supuso las investigaciones de este gran científico del siglo XIX. Padre de la neurociencia.

Así reflexionaba desde su cosmos tras conectar con su planeta, con su continente, con su país. Así descubrió sobre su galardón post-mortem realizado por un gobierno que quería recordarle y de paso influir en el despiste momentáneo de su pueblo tras sufrir esta nueva pandemia del siglo XXI. De esta manera se expresó el Doctor Santiago Ramón y Cajal, desde un lugar lejano de la mortal Tierra.

“No comprendo nada. Es frustrante para un ser que habita en este plano de existencia, no comprender mi mundo, mi país. Menuda gran mierda. Luché en Cuba, casi muero de paludismo. Trabajé e investigué con todas mis fuerzas. Aprendí idiomas para dar a conocer mis averiguaciones y hacerme respetar en todo el mundo. He sido un patriota, he amado mi país. Hice que España fuera reconocida científicamente en todo el mundo. Descubrí la forma de vacunar para prevenir la odiosa enfermedad del cólera. Recuerdo que era el 1885. Publiqué el artículo de mi descubrimiento en mi idioma mater, el español, por ello, apenas fue difundido y dos científicos anglosajones me robaron mi mérito.

Ahora veo que me lo reconoce mi país. Necios, no hace falta, estoy muerto. Ahora os comprendo, la fotito del ministro y gentucilla gregaria, la imagen en la prensa con vuestra mascarilla, recordando mi intervención en aquella lejana pandemia.

Pedazo de gilipollas, trabajar duro, dar facilidades a todos los investigadores. ¿Acaso creéis que muerto os voy a salvar el culo? Qué vergüenza de país, donde un deportista o un cantante de no-música enlatada es amado como un Dios. Y mis compañeros investigadores apenas tienen para llenar su nevera.

¡Que os den por culo, jodidos oportunistas! No está bien utilizar a un muerto para distraer, para tapar momentáneamente vuestra ineficacia y falta de preparación para lo que se os viene encima. Si viviera, haría todo lo posible por mermar este ataque biológico tal como hice en Turia más de cien años atrás. Nunca busqué méritos, sólo servir a mi pueblo, mi país y al resto del mundo. No he sido un héroe y nunca lo he pretendido. Pero os aborrezco politiquillos de turno. No utilicéis mi nombre, dejadme disfrutar de mi energía fusionada con el todo.

Santiago, dejó de manifestarse, siguió fundiéndose con el cosmos. Había perdido su ser para formar algo más grande. Jamás volvería a pensar y a sentir como individuo. Había llegado a un plano de conciencia que lo ligaba a toda la energía constructora de la existencia. Había vuelto al Arjé y a coexistir con el Gran Demiurgo. ¿Cómo se manifestaría la esencia de este gran hombre?


50 pequeñas historias para pensar a lo grande

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