Читать книгу 50 pequeñas historias para pensar a lo grande - José María Sánchez Pagán - Страница 8

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I

PERSONA DE ÉXITO

El estudiante de 4º de la ESO era un chico como cualquier otro: lampiño, desarrollado en altura y no en peso, con las hormonas revueltas y poco motivado para comprender a los adultos y el sentido de sus vidas.

Su aula del instituto X estaba situada en la tercera planta y era uno de sus lugares más odiados; cada vez que entraba en ella, respiraba la pesadez de un aire viciado que gritaba ¡ABURRIMIENTO! por las cuatro esquinas. Cuando se hallaba en esa aula de poco saber, este chico se mimetizaba con el mobiliario y se convertía en un camaleón cuya piel podía oscilar en mesa, silla, cartera... todo dependía de lo que tocara en ese momento.

Las siete de la mañana, vuelve a sonar el despertador que vaticina un día tedioso. Era un lunes frio y gris de otoño, una leve llovizna empapaba el asfalto convirtiéndolo en lágrimas de tristeza. Con ese panorama, el cuerpo del muchacho sólo anhelaba zambullirse entre las sábanas y no salir jamás.

La melancolía que se suele sentir a estas edades impregnaba cada célula del cuerpo de nuestro protagonista. No era un niño, no era adulto, no era nada. Sólo un tránsito hacia un mundo hostil que con filosófica reflexión consideraba una gran mierda.

A pesar de todo, sus resultados académicos eran notables y sus padres hablaban sobre lo que debía estudiar, llegar a ser en la vida. Como si los estudios obtenidos o el trabajo desempeñado mostraran su valía personal o lo convirtieran en una persona feliz, dichosa, triunfal.

El chico creció y pasó por todos los pasos de una vida consumista que merece ser vivida. Hasta se convirtió en un hombre de éxito, estudió en la universidad, logró un trabajo bien remunerado, casóse y tuvo la parejita soñada (niño y niña) y se desprendió de sus pensamientos de la adolescencia.

El adolescente convertido en hombre es exitoso, había logrado el sueño contemporáneo de ser un imbécil más del redil ovejuno de esta sociedad.

Mi enhorabuena a todos los que lo han logrado, tengo la suerte de ser uno de ellos.

Pero no se confíen, aquel adolescente sigue habitando en nosotros, escondido en la parte más lejana de nuestra mente y nos grita desde lo más profundo de nuestro subconsciente:

“¡ESTAS MÁS PERDIDO QUE ANTES!

¡TUS VALORES, EL ESQUELETO DE TU ALMA LO HAS RECUBIERTO DE UNA PIEL LLENA DE PODREDUMBRE!


50 pequeñas historias para pensar a lo grande

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