Читать книгу 50 pequeñas historias para pensar a lo grande - José María Sánchez Pagán - Страница 13

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VI

Rueda de ratones

A las 20:37 horas, Juan salía de la empresa donde trabajaba. Había echado dos horas y media más de las que figuraban en su contrato.

Su trabajo consistía en llevar la contabilidad de una gran empresa de servicios de seguridad privada y alarmas. Era un martes por la tarde y estaba dando todo por esta sociedad limitada, que, además, le pagaba mal y a destiempo. Tengan en cuenta que eso de cobrar las horas extras era ficción, como considerar la existencia de que los siete enanitos fuerana miembros activos de la política internacional.

A sus 38 años, Juan era un hombre alto, corpulento, pero con una musculatura descomunal. Renegaba de tener una pareja estable y salía los sábados por la noche como un cazador al acecho de damas incautas.

Juan estaba obsesionado con su cuerpo, padecía de vigorexia. De lunes a sábado se reventaba levantando peso, usando máquinas monótonas y corriendo en una cinta donde no avanzaba nada. Se ciclaba para intentar aumentar el volumen de sus músculos. Su existencia era la rueda de un hámster y siempre quedaba inmóvil, en el mismo lugar, sin avanzar.

Su vida consistía en: despertarse, desayunar, trabajar, comer, trabajar, trabajar, trabajar, batido de proteínas, trabajar, pinchacito, gimnasio, gimnasio, gimnasio, pastillita, gimnasio, ducha, cenar, salir con amigos, follar cuando podía y dormir. Siempre lo mismo, atado a su rutina, como todos los mortales. Amigos, somos como Juan, vivimos agobiados, acosados, estresados, cansados y sin avanzar, como un hámster en su rueda. Somos esclavos de todo, al menos no lo seamos de nuestro cuerpo.


50 pequeñas historias para pensar a lo grande

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