Читать книгу El método naturista para adelgazar - Josep Lluís Berdonces - Страница 7

Оглавление

EL GRUESO PROBLEMA DE LA OBESIDAD

¿QUÉ ES EL PESO IDEAL?

Tener la idea de que no nos encontramos dentro de los parámetros de lo que sería el peso ideal es bastante corriente entre la población. Son diversos los estudios que se han hecho partiendo de esta base y los resultados son bastante sintomáticos, la mayoría de las personas encuestadas están convencidas de tener un peso excesivo. Si concretamos por sexos, la mitad de las mujeres encuestadas, en perfectas condiciones de peso, creía que tenía que perder unos kilos y una cuarta parte de los hombres estaban convencidos de lo mismo.

Para saber cuál sería nuestro peso ideal hemos de tener presente que este parámetro es totalmente individual y depende de muchos factores. La mayoría de las tablas donde se ofrece este tipo de información solo suelen tener en cuenta la altura y el sexo del individuo. Así, no tienen en cuenta la estructura ósea, la constitución general, la edad e, incluso, el tipo de actividad que el individuo realiza. Por lo tanto, el peso ideal de un deportista que ha desarrollado su musculatura de manera importante no será el mismo que el de una persona de su misma constitución pero que no realiza ningún tipo de actividad física.

A continuación, ofrecemos unas tablas que nos ayudarán a calcular el tipo de estructura ósea, paso previo para poder situarnos dentro de unos parámetros concretos de lo que sería el peso ideal.

En primer lugar, medir la altura corporal y la circunferencia de la muñeca, en centímetros. De la relación entre ambas medidas, se podrá deducir si se pertenece a la categoría A (constitución delgada), B (constitución media), C (constitución atlética), D (constitución robusta) o E (constitución pesada).


Si forma parte de las categorías A o B, podrá considerarse de constitución «longilínea», en cambio, si pertenece a las categorías C, D o E podrá considerarse de constitución «normolínea».

La cuestión que nos hemos de plantear es el saber diferenciar el peso del perímetro. Muchas personas no saben hacer esta distinción y, por este motivo, se ven gordas a pesar de encontrarse dentro de los límites de peso-forma y en buenas condiciones de salud. A continuación, ofrecemos la tabla de peso ideal, no sin antes hacer unas aclaraciones.

El peso está relacionado con la altura y con la constitución física. Ante esto, notamos diferencias entre el peso de un individuo longilíneo y otro normolíneo.

En general, el peso de una persona de 25 años, con buena salud, no debería variar más de uno o dos kilos del peso indicado en la tabla.

Hasta los 45 años se puede notar un aumento de casi medio kilo con respecto a los resultados de las tablas. A partir de esa edad, el posible aumento no debería superar el medio kilo, cada cinco años, para estabilizarse finalmente.


Estas tablas pueden servir para ofrecerle una orientación, pero nunca deben ser consideradas como un valor absoluto y determinante del llamado peso ideal. Si su peso es estable desde hace varios años no debería preocuparse, sería aconsejable adoptar una postura prudente y de prevención para mantenerse como hasta ahora. Si por el contrario, nota un aumento de peso progresivo y sin tendencia a estabilizarse, lo mejor que puede hacer es revisar sus hábitos alimenticios.

SOBREPESO Y OBESIDAD

Es muy sencillo: la obesidad es el exceso de peso. Sin embargo, se debería distinguir el exceso de peso con el sobrepeso moderado. Por ejemplo, un atleta de alta competición tiene un peso por encima de lo normal, pero su proporción de grasa es baja, por lo que no se le puede considerar obeso. Por este motivo, la obesidad, desde un punto de vista científico, se define más como un exceso de grasa corporal, que no como un aumento de peso. Para simplificar las cosas, diremos que toda persona que pese más de un 10 % del máximo aceptable está entrando en un proceso de obesidad.

Hoy en día, sufren este problema entre un 10 y un 50 % de la población. Como ya hemos apuntado anteriormente, la obesidad se define como el aumento de más de un 10 % del peso corporal máximo ideal o como el incremento en más de un 25 % de la grasa corporal.

Las causas del sobrepeso

Una alimentación desnaturalizada a base de productos refinados

En la actualidad, se consume una importante cantidad de azúcares industriales y de harinas refinadas, en cuyo proceso se han eliminado las sustancias nutritivas propias del cereal. La obesidad que producen estos alimentos no solo se debe a las calorías que aportan, sino a la desnaturalización que han sufrido. Este proceso influye en el metabolismo de los hidratos de carbono, que no se queman adecuadamente y se almacenan en forma de grasa. De esta manera, la obesidad se asocia con las llamadas «enfermedades de la civilización» —hipertensión, trastornos cardiovasculares, estreñimiento, diabetes, etc.— que a menudo están relacionadas con una dieta incorrecta.

Trastornos en el funcionamiento de las glándulas endocrinas

Una cura de adelgazamiento o una dieta especial no suelen ser muy eficaces en este tipo de obesidad. Solo puede ser efectivo un tratamiento que incida en las causas, estimulando la función de las glándulas endocrinas, especialmente la tiroidea, y la hipófisis. Dentro de este apartado podemos incluir el caso de las mujeres que atraviesan la menopausia. La estimulación, en estos casos, se dirigiría a los ovarios, ya que la disminución de su actividad suele venir acompañada de un aumento de peso. Sin embargo, es importante resaltar que, fuera de casos aislados con defectos energéticos, los desequilibrios hormonales también son una consecuencia directa de nuestra forma de vida y, fundamentalmente, de nuestra alimentación.

Cómo equilibrar las hormonas

En este caso, las algas marinas nos aportan valiosas propiedades. El polen de las flores es también estimulante y se puede utilizar como remedio complementario (sin embargo, no se debe tomar cuando se tiene la presión sanguínea alta). Los ejercicios de yoga equilibran el funcionamiento de las glándulas endocrinas. El movimiento y la respiración al aire libre, tanto junto al mar como en la montaña, también ayudan a estimular la actividad glandular.

Si la causa de la obesidad es un trastorno en el funcionamiento de la hipófisis o la tiroides, hay que corregir el funcionamiento de esta glándula. Una de las mejores maneras de hacerlo es tomando algas kelp (a menudo, bastan dos tabletas diarias). Además, es importante adoptar una alimentación integral y sana, para vencer de forma lenta pero segura el exceso de peso.

Si se trata de estimular las glándulas sexuales (los ovarios), cosa que suele ocurrir durante la menopausia, lo ideal es consumir alimentos que contengan vitamina E, cuya función primordial es regular el funcionamiento de los ovarios. La vitamina E también reduce la hiperfunción de las personas muy delgadas, permitiendo que engorden, al mismo tiempo que aumenta la actividad de los ovarios en las mujeres gruesas, regulando así la hipofunción y evitando que sigan engordando. La vitamina E se encuentra en el germen de trigo, el aceite, las semillas y las nueces.

Una alimentación sana, a base de productos integrales, frescos y biológicos, combinados correctamente en cada comida, supone una alternativa mucho más válida que la propuesta de las dietas tradicionales.

LA OBESIDAD COMO PROBLEMA DE SALUD

La obesidad es uno de los problemas de salud más generalizados y uno de los que más preocupa, ya que está considerada como una tara que reduce la belleza. El concepto de belleza no es algo rígido y determinado, sino que varía, no solo a nivel individual. Cada uno de nosotros tenemos unos determinados gustos estéticos. También el contexto histórico y cultural determinan unos determinados cánones de belleza.

Fuera de las apreciaciones puramente estéticas, la importancia de controlar el sobrepeso radica en los problemas para la salud que este acarrea. Tal y como su nombre indica, el sobrepeso conlleva una sobrecarga para nuestro sistema óseo que, a la larga, acabará resintiéndose. También el corazón y el aparato circulatorio se ven afectados porque están sometidos a una mayor presión, deben trabajar más. El sobrepeso, por lo tanto, no solo perjudica la salud del individuo que lo padece, sino que también reduce su esperanza de vida. Una de las razones de esta reducción en la longevidad de las personas obesas es una mayor oxidación de los tejidos lipídicos o grasos, que favorece el ataque de los radicales libres, principales causantes del envejecimiento precoz.

Quizá sea la obesidad infantil uno de los problemas más importantes. Hasta hace muy poco, muchas madres preferían tener hijos bien rollizos porque se pensaba que era síntoma de buena salud, confundiéndose la obesidad con el vigor. Este es un problema realmente importante porque es en los primeros años de la vida cuando se forman las células adiposas, denominadas adipocitos.

De hecho, existen dos tipos de obesidad. La primera de ellas se produce porque una alimentación exagerada en la infancia hace crecer en demasía el número de adipocitos, de manera que existen en grado superior al habitual, aunque no estén, necesariamente, muy «hinchados» de grasa. Esta primera variante se denomina obesidad hiperplásica. Este tipo de obesidad, originada ya en la infancia, es de difícil solución porque ya existe una predisposición constitucional a engordar debido a un exceso de células grasas en el organismo.

El segundo tipo de obesidad no es debido a un aumento de células adiposas, sino a que estas se encuentran excesivamente rellenas de grasa. En este caso, nos encontramos ante una obesidad hipertrófica. Este tipo de obesidad es más fácil de solucionar porque, una vez iniciada la dieta, no se recupera el peso tan fácilmente como en el caso anterior.

Como ya apuntábamos anteriormente, la obesidad suele ser un factor de riesgo agravante de numerosas enfermedades como las del corazón en general, la artrosis, la diabetes, los problemas de circulación de la sangre, etc. Todas estas complicaciones de la salud ocasionan que las personas obesas suelan vivir menos años que las que mantienen su peso ideal. Todos estos problemas tienen una importancia relativa cuando nos referimos a obesidades moderadas; pero en algunos casos el exceso de peso puede ser tal, que constituye una enfermedad invalidante en sí, llegando a imposibilitar el buen funcionamiento de nuestras funciones más vitales. Impedir el movimiento o la sexualidad y dificultar un ritmo respiratorio adecuado son, en resumen, las principales consecuencias que trae consigo la obesidad.

¿Obesidad constitucional?

El primer gran rasgo de la obesidad depende esencialmente del sexo. La mayoría de las mujeres presentan una distribución ginecoide o femenina de la grasa, mientras que los hombres tienden a la obesidad androide. La obesidad de distribución femenina tiene predilección sobre ciertas zonas como los glúteos, las caderas y los muslos. La obesidad de predominio masculino tiene una especial incidencia en el abdomen y la parte superior del cuerpo (cuello, brazos, pecho). Puede haber mujeres en las que exista una mayor predominancia de obesidad androide y hombres con distribución ginecoide, pero no es lo más usual.

Cabe aclarar que no existe la llamada obesidad constitucional, ya que nadie se engorda al respirar aire. Si bien comiendo más se puede engordar menos que otras personas, comiendo menos de lo necesario no es posible engordarse. Según la estructura corporal de cada persona se pueden establecer varios grupos:

•Cuerpo grande y extremidades cortas. Las personas que se incluyen en este grupo tienen mayor riesgo de desarrollar una obesidad y el aumento de peso se les nota mucho más.

•Cuerpo pequeño y extremidades largas. Son personas que tienen un cuerpo más alargado y estilizado, por lo que son menos proclives a la obesidad.

•Entre estos dos grandes rasgos estructurales principales, es posible distinguir un tercer grupo en el que predomina la anchura del tórax sobre la del abdomen. Estas personas también son propensas a la obesidad, aunque no tanto como las primeras.

ASPECTOS METABÓLICOS Y FISIOLÓGICOS DE LA OBESIDAD Y DEL ADELGAZAMIENTO

Por un lado, es evidente que en la obesidad hay una sensibilidad psicológica especial que hace que el apetito sea mucho menos refrenable. También existe la visión complementaria del problema, que explica que la persona obesa es tremendamente sensible a estas llamadas internas y tiene una sensación de apetito mayor, casi irrefrenable.

Por otra parte, mientras que hay personas que parecen quemar las grasas sobrantes sin engordar, otras, comiendo lo mismo, engordan mucho más. Este aspecto metabólico es real para todos los que trabajamos el tema de la obesidad y se ha llegado a la conclusión de que la obesidad no es exclusivamente un problema de abuso de alimentos. ¿Por qué, comiendo lo mismo, hay personas que engordan más que otras? Las razones de estas diferencias tan notables entre unas personas y otras son variadas.

La primera de ellas es que, posiblemente, las personas delgadas tienen en reposo un gasto energético mayor que las personas con tendencia a la obesidad.

Una segunda explicación es que el tejido adiposo y el hígado de las personas obesas tienen una capacidad de adaptación a las restricciones alimentarias mucho más importante y, cuando se aporta más alimento del necesario, responden acumulando grasas más rápidamente. En estudios sobre animales se ha demostrado que existe una mayor actividad de un enzima denominada Lipoprotein-lipasa que aumenta considerablemente la sensación de hambre ante cualquier restricción.

CÓMO SE ACTIVA LA SENSACIÓN DE APETITO

Se ha tratado de explicar el problema del apetito desde otro punto de vista. Parece ser que cuando la célula grasa o adipocito se reduce lo suficiente, pone en marcha el mecanismo del hambre. Este mecanismo está íntimamente relacionado con la insulina, la hormona que quema el azúcar del cuerpo para producir energía, y cuya falta o deficiencia provoca la diabetes. Este proceso nos explica por qué es más difícil adelgazar cuando se tiene una obesidad hiperplásica (cuando se tienen más células grasas de lo normal) que una obesidad hipertrófica (con el mismo número de células grasas, pero más hinchadas). En la obesidad hiperplásica, los adipocitos son más y están relativamente hinchados de grasa, por lo que es más fácil que puedan desencadenar el proceso del hambre.

Lo contrario sucede en la obesidad hipertrófica, ya que se necesita perder mucho más peso para reducir el tamaño de los adipocitos en una cantidad suficiente como para desencadenar el mecanismo del hambre. El problema está, además, en cuándo se empieza a mandar la señal de apetito, ya que en las personas con obesidad, la frontera entre el hambre y la saciedad está situada en un nivel mucho más bajo que en las delgadas. Estas circunstancias explican por qué muchas personas caen en el fatídico círculo de iniciar una dieta para, luego, recaer en una alimentación excesiva, que supera con creces el esfuerzo dietético previo. Por este motivo las alteraciones del metabolismo que provocan la obesidad, no solo hacen que sea más difícil perder peso, sino que estimulan la recuperación rápida de este después de hacer una dieta de adelgazamiento.

Producción de acetona

Cualquier dieta de adelgazamiento cursa con la formación de acetona. Muchas personas conocen esta circunstancia porque es un proceso relativamente habitual en los niños con fiebre; y más raro en las personas con una diabetes descompensada. En las dietas de adelgazamiento efectivas siempre se produce formación de acetona, porque esta es una sustancia que proviene de la degradación de las grasas corporales.

El aumento de acetona se nota por el olor típico del aliento (y también de la orina) a esta sustancia, equiparado por algunos textos médicos con el olor de las manzanas dulces o fermentadas. Si la acetona (que en principio está autolimitada), sube por encima de unos niveles discretos, puede producir dolor de cabeza, de barriga, e incluso vómitos. Sin embargo, en el proceso de las dietas de reducción de peso, estas molestias suelen limitarse a los primeros días y ser de carácter discreto; y en todo caso, nos indican que la dieta que estamos realizando es la correcta, porque provoca la eliminación de la grasa corporal.

Retención de líquidos

Muchas personas tienen una tendencia especial para retener líquidos y ganar peso. Si bien a esto no se le puede llamar obesidad, porque, en el fondo, lo que se retiene es plasma que se puede eliminar a través de la orina. El problema psicológico, pero, puede ser importante, ya que esta retención líquida se puede producir, por ejemplo, al iniciarse una dieta de reducción de peso, debido al intenso cambio metabólico que esta provoca. Por esta razón muchos tratamientos clásicos de adelgazamiento suelen incluir medicamentos para estimular la diuresis (facilitar la eliminación de orina).

En principio, la inclusión sistemática de diuréticos de síntesis en las formulaciones para adelgazar es un engaño. Se consigue, de entrada, una reducción importante de peso, pero cuando se dejan de tomar se vuelve a recuperar con suma rapidez, creando una dependencia psicológica del medicamento que puede resultar perjudicial para la salud, especialmente si se hace sin un control médico.

El método naturista para adelgazar

Подняться наверх