Читать книгу Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay - Juan Carlos Luzuriaga - Страница 30

Оглавление

IV

LA RESPUESTA CRIOLLA:
1896-1900

La exaltación de lo nacional

Desde los años sesenta del siglo XIX, con fuerza creciente en diferentes ámbitos, se fue consolidando en el Uruguay la conciencia nacional. El Estado Oriental fue ganando autonomía en relación con las grandes potencias vecinas, mientras los sectores dirigentes y cultos fueron buscando crear, primero para sí mismos y luego en toda la sociedad, la noción de pertenecer a un país con su propia historia, sus héroes y sus tradiciones. En este proceso se reivindicó la figura de José Artigas como el patriota clave para la independencia, junto con una serie de acontecimientos que iban siendo interpretados por los gobiernos, analizados en estudios históricos, divulgados en artículos periodísticos y en las más variadas expresiones artísticas.

En la plástica resultan claves algunas obras de Juan Manuel Blanes sobre hechos históricos —como el Juramento de los Treinta y Tres (1878), la Batalla de Sarandí (1882), Artigas en la Ciudadela (1884)— y otras de tono costumbrista con figuras y motivos rurales —como Los dos caminos, Gaucho en el palenque y Baqueano, entre otras muchas pintadas entre 1875 y 1878—. Al mismo tiempo se erigían esculturas como el monumento a la Independencia (1879) en Florida, de Juan Ferrari. En poesía épica, Juan Zorrilla de San Martín daba a conocer La leyenda patria (1879) y Tabaré (1888). En literatura se publicaban novelas históricas como Ismael (1880), Nativa (1890) y Grito de gloria (1893), todas de Eduardo Acevedo Díaz, con cuyos protagonistas muchos identificaban a sus antepasados o a sí mismos. No faltaron las expresiones musicales, de las que probablemente la más conocida sea la marcha Mi bandera, estrenada el 25 de agosto de 1900.

Todas las iniciativas de carácter nacionalista tenían eco en amplios sectores de la sociedad. La atracción por lo nacional, en sentido genérico, abarcaba desde los espectáculos que enaltecían actividades rurales, como la doma y la yerra, hasta las comidas tradicionales. Fue memorable, por ejemplo, el impacto que Zorrilla de San Martín causó en el público —unas cinco mil personas de todas las clases sociales— al recitar La leyenda patria durante la inauguración del monumento a la Independencia en Florida.

Los clubes nacionales:
en el principio fue el verbo

El exclusivismo de las instituciones anglosajonas fue generando una reacción de los criollos vinculados a sus actividades. En 1878 surgió el Club Uruguay, de la fusión del Club de Comercio y el Club Libertad.

Alumnos de los colegios británicos, incluso jóvenes uruguayos de ese origen —como los que formaron el Albion—, buscaron enfrentar a los ingleses en el sport. Uno de los primeros antecedentes fue en el remo. Las diferencias entre unos y otros en el Rowing dieron origen en 1888 al Club Nacional de Regatas, que eligió colores significativos: el azul celeste y el blanco. El mismo año se inauguró el edificio del Club Uruguay. En 1890 se creó el Club Nacional de Velocipedistas y poco tiempo después el Club Ciclista Uruguay.

A mediados de la última década del siglo XIX, la práctica del fútbol, favorecida por las empresas tranviarias, se generalizaba en los descampados de la zona de Punta Carretas, donde jugaban numerosos clubes-equipo de entusiastas aficionados criollos al sport que empezaba a hacer furor. En estos clubes, formados por quince o veinte jóvenes, se era al mismo tiempo aficionado, jugador y dirigente. El Victoria aparece mencionado en 1896; dos años más tarde surgen los nombres del Platense, el National, el Oriental, el Defensa, el Montevideo y el River Plate. Recordaba Atilio Narancio, un protagonista de esos tiempos:

Éramos aún estudiantes de bachillerato. Todo entusiasmo, todo brío, el domingo… ya, a las doce y media, nos ubicábamos en los apretados asientos del tranvía del Este y nos dejábamos transportar hasta… Punta Carretas. Los más llevaban los viejos pantalones cortados en la rodilla, el cinturón y una camiseta de franela envueltos en papel de diario. Botines de football no teníamos. Un viejo par era llevado al remendón del barrio, que le agregaba varios contrafuertes de suela dura, con gruesos clavos, a fin de darle solidez… Era considerado digno de suma aristocracia el uso de las medias negras de lana con vueltas de colores y la exhibición de canilleras. Cuarenta y cinco largos minutos tardábamos en llegar al local [y luego] comenzaba la preparación del match. Que ¿trajiste la bomba? Que ¿tenés una guasquita para atar la pelota? Que ¿está muy dura? Al fin, al campo.

El Uruguay Athletic

El 10 de agosto de 1898 nació uno de los primeros teams criollos: un club de raíces universitarias con el sugestivo nombre de Uruguay Athletic. Se había constituido a partir de un grupo de sportsmen de Punta Carretas que en 1897 habían fundado el American F. C. y decidieron fusionarse con el National F. C. En el nuevo club se encontraban los hermanos Sardeson.

Día a día surgían nuevos clubes, como el Montevideo Football Club y otro Uruguay Athletic, en este caso de la villa de la Unión, con una primera escisión del Albion. Lo formaron, entre otros, Ernesto Caprario, Carlos Carve Urioste y Domingo Prat.

El deporte era funcional al nuevo esquema social. Los sectores dirigentes —políticos, educadores, sacerdotes— coincidían en la necesidad de disciplinar las pasiones, y en ese sentido el éxito de los anglosajones, con una filosofía que incluía el sport, merecía tomarse como ejemplo. A diferencia de las diversiones habituales de la sociedad criolla, sin reglas ni mayores limitaciones, el deporte tenía un desarrollo previsto y pautado por normas claras. Prometía alejar del ocio a la juventud, lo que merecía el apoyo casi unánime de los sectores sociales más influyentes. A ellos se sumaban las empresas de tranvías y ferrocarriles, que se veían beneficiadas con el transporte de los jugadores y los cada vez más numerosos espectadores.

El Club Nacional de Football

A los antiguos alumnos de los colegios británicos que se divertían con el fútbol se agregaban ahora otros jóvenes, muchos de ellos liceales o universitarios. Por entonces en Secundaria los estudiantes debían pagar por la inscripción y para rendir exámenes, y la enseñanza universitaria era más costosa todavía. La Universidad de la República incluía en esa época la dirección de Secundaria. La Facultad de Derecho y Matemática, junto con el segundo ciclo de Secundaria, se ubicaban en la Ciudad Vieja, en el antiguo Hotel Nacional.

La Universidad era la matriz más acogedora para dar vida a una institución deportiva criolla que pudiera enfrentar a los conjuntos de predominio anglosajón. Un grupo de estudiantes que se reunía en un café del Cordón, ubicado donde hoy se encuentra el monumento al Gaucho, formó el Montevideo Football Club, inspirado en el nombre del café. Entre los adolescentes, que tenían entre 14 y 16 años, estaban Pedro Manini Ríos, Melitón Romero, Francisco Serra, Sebastián Puppo, Atilio Narancio y Germán Arímalo. En las aulas y en Punta Carretas coincidían con otros jóvenes que formaban el Uruguay Athletic Club de la Unión, conducidos por los ya mencionados Caprario, Carve Urioste y Prat.

En esa atmósfera los jóvenes estudiantes y deportistas descubrieron sus coincidencias, y así nació la idea de fusionarse y crear un equipo criollo que pudiera competir con aquellos clubes que sentían como extranjeros. Su resultado sería el Club Nacional de Football.

La reunión constitutiva se celebró el 14 de mayo de 1899 en el domicilio de Caprario. Se eligieron los colores de la bandera de Artigas y una blusa de color rojo, como los ponchos de quienes acompañaban al héroe. El primer match se jugó el domingo 25 de junio, ante el segundo team del Uruguay Athletic. El Día comentó el sábado 24:

El partido a jugarse reviste doble importancia si se tiene en cuenta que los bandos de ambos clubs son formados por jóvenes genuinamente orientales […] que encuentran en este juego un medio de entretenimiento al par que vigoroso desarrollo muscular, que los pone a cubierto de los males que aquejan a los mezquinos de carnes.

Tuvo Nacional un comienzo alentador, aunque al año siguiente su solicitud de ingreso a la recientemente creada League uruguaya fue rechazada por considerar que el conjunto de criollos no tenía condiciones suficientes, sumado a que la mayoría eran menores de edad. En realidad, la decisión también expresaba el rechazo al nativo, considerado inferior. En ese último año del siglo XIX, pese al contratiempo, Nacional sería un imán para más y más players y conjuntos criollos.

El protocampeonato de 1899

En 1899 las entidades deportivas más antiguas y elitistas organizaron un calendario de partidos entre el CURCC, el Albion, el Uruguay Athletic y el Deutscher que incluía a los dos primeros teams de cada uno, con encuentros de ida y vuelta. Los partidos se fijaron para el período entre mediados de abril y setiembre. Según las características del adversario, su posible fortaleza o debilidad, los clubes definían si jugaría el primer conjunto o el segundo. El Albion y el CURCC se enfrentaron por lo menos nueve veces. El segundo equipo del Ferrocarril acordó media docena de partidos con el Uruguay y cuatro con el Deutscher.

El sábado se reservaba para enfrentar a los siempre temibles conjuntos de la Royal Navy o a clubes argentinos. Frente a los marinos y a los porteños siempre se alineaba el primer equipo.

Es de señalar también que hasta principios de siglo era normal que los mismos players jugaran indistintamente en varios equipos.

De espectadores a players

En el último lustro del siglo XIX el fútbol comenzó a desbordar a las elites. Cada vez era disfrutado por mayor cantidad de personas y surgían más equipos fuera del influjo de las instituciones británicas y alemanas. En 1899 apareció el Saturno, primero en Tres Cruces y luego en camino Burgues; en el Buceo surgió el Libertad; a mediados de año la prensa mencionaba al Infantes de Bella Vista y a otro Montevideo, en Arroyo Seco. Progreso inauguró su cancha en el Buceo cuando ya habían aparecido el Buenos Aires, el Cerro, el Phoenix, el Pocitos, el Sayago, el Colombia, el Wanderers, el Cagancha, el Eastern, el London, el Rivera, el Helios, el Júpiter y el Titán. Cuando terminaba el siglo eran muchos los clubes que mencionaba la prensa, entre ellos el Rincón, el Sea Rovers, el Thames, el Guadalupe, el Británico, el Yatay, el Chaná, el Tabaré, el Fénix, el Intrépido, el Triunfo, el Curiales, el Rivadavia, el Obrero, el Manchester, el Bremen y el Arsenal. Incluso los ingleses formaron un nuevo club, el British Football Club, capitaneado por Hebert Miller. La proliferación de equipos hizo al fútbol cada vez más competitivo.

Un impacto multicolor

Enumerar los equipos que surgían por todo Montevideo a fin de siglo da una pálida imagen del fenómeno que vivían los contemporáneos, particularmente los jóvenes. El fútbol, deporte de la elite británica primero y de la criolla después, se había dado a conocer a una sociedad que lo tomaba como una moda apasionante. En los baldíos urbanos y en los suburbios se sumaban los aficionados que imitaban lo que habían visto en Punta Carretas, en Peñarol o en el field del Albion en Paso del Molino. Se improvisaban los balones, los arcos y la vestimenta. Los vecinos veían a los adolescentes de su cuadra jugar por horas y discutir con vehemencia las incidencias de los encuentros. Los fines de semana eran propicios para desafiar a los jóvenes de la otra cuadra o la otra escuela. Las griterías se hicieron habituales. Los jugadores más hábiles o entusiastas —muchachos de 10, 12, 14 años— empezaron a verse formando clubes en serio, como lo hacían aquellos de 16 o 18 a quienes veían enfrentarse entre sí o con los marinos británicos.

Las casas de familia se convirtieron en improvisadas sedes donde madres y abuelas confeccionaban indumentaria y bordaban banderas. Los nombres y colores elegidos a veces suscitaban largas polémicas. Lo importante era poder competir. Los domingos la ciudad se poblaba de botijas que iban a jugar al fútbol luciendo sus blusas, orgullosos y desafiantes. Así, en dos o tres años, el fútbol pasó de lo extraordinario a lo habitual, primero para la sociedad montevideana y después para todos los uruguayos.


Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay

Подняться наверх