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CRITERIOS DE ESTA EDICIÓN

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Los textos de Juan Chabás traídos hasta aquí lo son esencialmente como objeto de selección con voluntad ilustrativa de la crítica periódica por él realizada sobre el tramo de la Modernidad al que damos hoy el marbete de Vanguardia histórica. Precisamente este criterio periodológico determina los límites del contenido y asuntos por los que se convino la pertinencia de esta obra. Se trata, en definitiva, de una variada muestra de la actividad ensayística que desarrolló el prolífico autor dianense en torno a la literatura española de los años veinte y treinta del pasado siglo y, más concretamente, acerca de sus más sobresalientes manifestaciones en los géneros de la poesía y de la prosa artística.

Ya se dijo. La producción crítica de Chabás comprende una amplia variedad de modalidades ensayísticas que se adecuaron coherentemente a su tiempo, a su finalidad y al medio que las difundió: desde los ensayos y artículos de largo aliento publicados en revistas literarias (Revista de Occidente, Alfar, La Gaceta Literaria…) —algunos de ellos reunidos luego en volumen, como fue el caso de Vuelo y estilo— a las reseñas periodísticas de distinta dimensión y factura que recogieron las secciones literarias de la prensa diaria nacional y que el crítico solía acompañar con notas apresuradas sobre acontecimientos relevantes de la vida artística, comentarios diversos, avisos críticos o gacetillas, a modo de cierre informativo, complementario, e incluso ameno, de sus columnas. Y entre sus aportaciones al género, apresurémonos a no olvidar Poetas de todos los tiempos: hispanos, hispanoamericanos y cubanos, una singular obra concebida en horas de su exilio cubano, además del libro, asimismo póstumo, Con los mismos ojos, que agavilla ensayos y conferencias del autor; y los trabajos de historiografía literaria y, en lugar particularmente destacado, Literatura española contemporánea, 1900-1950.

Analizada en toda su amplitud y significación, esta actividad no sólo permite reconstruir el pensamiento del autor y sus posiciones críticas respecto de las manifestaciones artísticas y literarias de su época, sino también presentar un balance bien informado —conviene repetirlo— de la que fue actualidad cultural de unos años, de 1925 a 1936, que alcanzaron capital importancia en la historia literaria de la contemporaneidad. Y ello mediante una notable calidad del discurso ensayístico y, según se dijo con anterioridad, desde una situación de privilegio del autor, que no era otra que la derivada del testimonio personal por haber sentido próximo el trato con muchos de los protagonistas de aquella historia literaria, por haber percibido la originalidad de sus trayectorias artísticas e intelectuales, por haber sido copartícipe directo de lo acontecido en el panorama literario del momento. De tal modo el crítico se convirtió en juez y parte. No fatigaremos al lector reiterando aquí las explicaciones de esta aventajada situación de Chabás, porque sin duda las habrá considerado suficientes en las páginas prologales de este volumen.

Para la reconstrucción de la crítica periódica de Juan Chabás sobre la poesía y prosa de la Vanguardia —periódica por ser sucesiva en el tiempo y, si se me permite la licencia, por haber sido llevada a publicaciones «periódicas»—, hubo que acudir a un abundante número de artículos cuya procedencia remite esencialmente a los diarios La Libertad de Madrid, Diario de Barcelona y, circunstancialmente, a Revista de Occidente, Heraldo de Madrid y El Sol. Envío al interesado en detalles bibliográficos a las correspondientes referencias que en páginas posteriores se relacionan.

Por otra parte, como de escritores, obras y asuntos de la Vanguardia se trata, que reclamaron en sí mismos, por su repercusión mediática e importancia, la opinión del crítico, no podíamos excluir de esta selección de literatura crítica los ensayos —inicialmente guiones radiofónicos, como el lector no ignora— de Poetas de todos los tiempos, dedicados a autores de ese periodo. Son, entre otros distintivos de excelencia, la expresión misma de la madurez creativa de Chabás, esculpidos a golpe de prosa de muy particular acento, al dictado de la empatía, rara vez del desasosiego, siempre de la emoción que brota como fuente lírica del poeta y del recuerdo. Crítica memorialística, al fin y al cabo. Parecía innecesario aducir otras justificaciones para incorporar aquí estos ensayos, aun habiéndolos desgajado del medio millar de páginas que cuenta su original edición habanera (Publicaciones Cultural, 1960), y ni siquiera, como razón adicional, el hecho de que presumiblemente sólo eran conocidos hasta hoy por lectores avezados o muy contados especialistas.

Quepa añadir, por lo demás, que siempre será poco abundar en la circunstancialidad de que las urgencias de escritura propias del género del ensayo en su versión periodística, o como notas o borradores para un programa de radio, explican el desagradable hallazgo de determinadas incorrecciones, desaciertos tipográficos y erratas desafortunadas en el texto original. Estas deficiencias han sido subsanadas en la medida de lo posible, siempre que pudieron esquinarse las dificultades de ilegibilidad de algunos textos deteriorados por el transcurso del tiempo. En ocasiones extremas, verdaderamente escasas, la lectura imposible queda reflejada por puntos suspensivos entre corchetes. Y aún más. La naturaleza misma de las colaboraciones de Chabás en la prensa diaria entrañaba a menudo dificultades añadidas para el hoy editor de ellas: la frecuente ausencia de un titular, que en sí mismo sugiriese el contenido del escrito, o, en variante igualmente incómoda, la no menos habitual atribución de rótulos a apartados de sus columnas de manera imprecisa, equívoca o vaga en relación con su contenido. No resultaba impropio, pues, que se decidiera suplir estas carencias o fragilidades mediante títulos, cuyo acierto e infortunio me corresponde, y los cuales, explícita o completivamente, señalados de igual modo entre corchetes, desean como primer propósito guiar mejor al lector.

Ni que decir tiene que la determinación del corpus textual en el sentido presentado en este volumen puede ser discutible. Habrá quien, no desprovisto de argumentos, aduzca que en este conjunto faltan los artículos del autor sobre otras literaturas en lengua no española —fundamentalmente aquellos de asunto italiano, francés y catalán—, algunos de gran calidad, significación y tino crítico que, de haberse incluido, habrían dado a estas páginas mayor amplitud. Pero entonces hubieran sido muy distintos los intereses, la voluntad, y las dimensiones de esta obra. Ciertamente, al principio surgió la duda sobre la pertinencia o no de incorporar a esta galería crítica, incluso en lugar preferente, a los grandes escritores catalanes que merecieron la mirada frecuente y reposada del crítico especialmente en la sección «Gaceta catalana» de La Gaceta Literaria y en Diario de Barcelona. Además con casi todos ellos también tuvo trato de cercanía con la ventaja que ello comporta entre afanes críticos. Del mismo modo, podrían argüirse suficientes motivos en lo que respecta a la literatura italiana y francesa, de la que Chabás fue ávido lector y sobre la que mucho escribió en Revista de Occidente y en La Libertad. Esperemos que la conveniencia de esta recopilación nos convoque en ocasión venidera.

Terminemos. La adecuada ordenación de la materia textual aconsejaba fundamentarla en criterios periodológicos, en consonancia con los tomados como propios por Chabás en sus trabajos historiográficos. Por un lado, los «tiempos de transición», en tanto que referencia a la mudanza estética del Modernismo a la Vanguardia / Arte nuevo (representada por Enrique Díez-Canedo, José Moreno Villa, Mauricio Bacarisse y, como frontispicio de toda gesticulación vanguardista, Ramón Gómez de la Serna); y por otro lado, el espacio temporal ocupado por la «joven literatura» con sus manifestaciones poéticas y narrativas, periodo comúnmente reconocido, aunque de débil sustentación periodológica, como Generación del Veintisiete. Comoquiera que por su variedad y relevancia los textos de esta «generación» constituyen la razón principal —especie de almenar de la crítica— de esta obra, pareció oportuno discernir, en primer lugar, los artículos de exégesis normativa sobre el objeto literario, de teoría explícita y de preceptiva literaria sobre el Arte nuevo para, seguidamente, desde la condición de haber sido autor integrante de ella, formular los «perfiles de esa generación» nacida intencionadamente para la historia literaria a raíz de la conmemoración del tricentenario gongorino de 1927, acontecimiento mayor sobre el cual el crítico se detuvo para juzgarlo en su exacta medida y significación…, porque lo vivió desde dentro. Y, cómo no, las notas breves y comentarios, casi siempre volanderos, sobre las revistas, hojas aventadas por aires juveniles, boletines y periódicos literarios, publicaciones que colocó en el centro de sus intenciones divulgadoras y sin cuya relevante decisión artístico-literaria en la Vanguardia sería imposible comprender los firmes esfuerzos y la persistencia artística —la existencia misma— de la entonces juventud literaria.

Pero el Veintisiete tuvo asimismo su expresión —es verdad que menos relevante en prosa, a la que, repitámoslo al paso, contribuyó Chabás con tres novelitas de distinta consideración; de ahí que se escogieran para ocupar aquí un lugar de preeminencia los artículos relacionados con aspectos de la novela, su crisis, posibilidades de futuro y que se incluyeran sumariamente los novelistas (Max Aub, Francisco Ayala, Benjamín Jarnés, Rosa Chacel…), que logradamente representaron el género y cuya producción retuvo el interés del compañero crítico. La misma atención, si bien con menor abundancia y frecuencia, que reservó a los poetas —recuérdese que la nómina del Veintisiete es alargada: Alberti, Aleixandre, Altolaguirre, Cernuda, Ernestina de Champourcin, Guillén, Miguel Hernández, Hinojosa, Lorca, Prados, Salinas…—, así como al comentario de sus obras, haciéndolo desde su misma condición, desde la atalaya de los afectos, desde el rigor científico capaz de encaminar hacia la objetividad crítica, desde la voluntad de estatuir, dentro de sus heterogéneas formulaciones, la singularidad de la lírica que le fue coetánea, para luego, investido como testigo de excepción, certificar su excelencia.

J. P. B.

Testigo de excepción

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