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ОглавлениеCapítulo 2
Continente antártico
El continente antártico, o simplemente la Antártida, comprende todo el territorio al sur del paralelo 60° hasta el Polo Sur, con una extensión de aproximadamente 14.000.000 de kilómetros cuadrados, y es el más frío, seco, tempestuoso e inaccesible del planeta. En él se encuentra el 80% del agua dulce del globo en una gruesa capa de hielo que promedia los 2000 metros, llegando hasta los 4800 metros en su máximo espesor.
El continente está dividido en dos regiones bien definidas: Antártida Oriental, de mayor tamaño, es la que se posa y rodea al Polo Sur, de forma casi circular alargada, a la que se une la Antártida Occidental, más pequeña y en forma de «S», con terminación en la península antártica, que enfrenta a Sudamérica y que geológicamente es la extensión de la Cordillera de los Andes.
Estos dos sectores se encuentran unidos por una gran masa de hielo que los cubre y los funde en un solo paisaje, desbordando hacia el mar en extensas plataformas de hielo flotante llamadas Barreras de Hielo, que nacen en el continente, avanzan hacia el mar y cubren el 30% de la línea costera, con un frente de hasta 200 metros de altura, siendo las dos más importantes la Barrera de Ross (487.000 km²) y la Barrera de Filchner-Ronne (430.000 km²). Cuando por acción del viento y de las mareas estas se fracturan, generan témpanos de tamaños semejantes al de una ciudad en algunos casos, llegando a tener decenas de miles de kilómetros cuadrados.
Continente antártico - Principales regiones geográficas.
La Antártida fue el último territorio del planeta en ser explorado por el ser humano y aún hoy es el menos conocido. Durante siglos representó aquel misterioso lugar que alimentaba la curiosidad y la ambición de descubrir, conocer o conquistar. Científicos, empresas, organizaciones, gobiernos o simples aventureros fueron seducidos por el anhelo de escribir su propia historia, motivados por revelar los enigmas de este extraño continente, vencer los temores y lanzarse a lo desconocido.
Así lo hicieron, acercándose tímidamente primero por mar a partir del siglo XVI, o quizás antes, relatando cautelosos avistajes de grandes masas de hielo que parecían ser las murallas del infierno. Luego la circunnavegaron en el siglo XVIII, descubriendo algunas islas que empezaron a ser frecuentadas para, en el siglo siguiente, instalar la explotación comercial en ellas.
Pero no fue sino hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando este interés mundial sobre el sexto continente se uniría con la ciencia y el hombre pisaría sus costas para adentrarse en su interior y llegar hasta el mismísimo Polo Sur en 1911.
Muchos son los nombres que la historia rememora, muchas banderas y relatos fascinantes de epopeyas increíbles, pero todos hablan de la lucha del ser humano por la supervivencia en pos de un sueño legendario. Los exploradores no fueron en la Antártida conquistadores como en otras tierras, el reino de los hielos no se conquista, es el bastión del silencio y la soledad.
Es el rincón del planeta donde su poder es superlativo, señor absoluto de lo que en su gélido manto ocurra y así nos lo hace saber ya que allí una persona solo puede vivir unos minutos sin ayuda de la tecnología. Su dominio, su imperio, su palacio están celosamente protegidos.
Es el lugar en el planeta donde el hombre no tiene posibilidad de vencer, solo puede demostrar su sacrificio y respeto para intentar ser aceptado, obedecer sus reglas para minimizar el padecimiento, admitir la superioridad del medio para obtener el beneplácito de conservar la existencia y así lograr el objetivo pretendido.
Quienes lo lograron, no fueron especiales ni héroes, solo comprendieron su insignificancia ante la supremacía salvaje de su adversario, los que por el contrario no supieron interpretarlo pagaron con el sufrimiento o con su vida.
La cercanía del continente antártico al extremo sur de nuestro país, la consecuente participación activa de nuestros hombres y el acompañamiento de los hechos ocurridos en esta tierra a lo largo del tiempo, lo han convertido en un tema de interés para nuestra nación prácticamente desde el nacimiento de la misma, que ha quedado plasmado en la abundante y rica historia antártica argentina.
Innumerables reclamos y actos de soberanía, presencia ininterrumpida desde 1904, instituciones emplazadas en el continente, eventos cívicos, exploración y descubrimientos topográficos, instalación de 18 bases y alrededor de 60 refugios, actividad científica permanente, expediciones técnicas de búsqueda y rescate nacional e internacional, etc., dan prueba de ello.
Breve historia de la República Argentina en la Antártida
El interés de la nación en el territorio antártico se remonta a principios del siglo XIX, cuando el marino Guillermo Brown alcanzara los 65° de latitud sur. Para el año 1818 ya se habían dictado varias disposiciones sobre la actividad en el sector, no solo administrativas sino también políticas, que dieron paso a una importante actividad comercial de navíos foqueros y balleneros, como la que desempeñó Luis Piedrabuena durante más de treinta años a partir de 1848.
En 1903 son nuevamente los hombres de mar los que protagonizan un hecho histórico, cuando la corbeta Uruguay rescata a los integrantes de la expedición sueca del Doctor Otto Nordensjöld (1901-1903) y los náufragos de su buque Antartic. Entre ellos se encontraba el primer argentino que invernara en la Antártida, el Alférez de Navío de la Armada Argentina José María Sobral, quien integraba la expedición.
Luego se consolidaría la presencia argentina en el continente con el establecimiento del Observatorio Meteorológico y Magnético en las islas Laurie (Orcadas del Sur) en 1904, constituyendo el asentamiento habitado en forma ininterrumpida más antiguo de la Antártida.
Posteriormente surgiría la Compañía Argentina de Pesca en la isla San Pedro (Georgias del Sur) en 1905, le siguieron la fundación de los observatorios meteorológicos —hoy bases Melchior y Decepción—, destacamentos, refugios e innumerables actividades realizadas durante más de cuarenta años.
A partir de 1951 apareció en escena el Ejército Argentino con la fundación de la Base San Martín, que formaba parte de un plan de cinco puntos ideado por el entonces Teniente Coronel Hernán Pujato, un visionario y entusiasta del tema que daría un importante impulso a la actividad realizada por nuestro país en ese continente.
Su proyecto contemplaba textualmente los siguiente ítems:
1. Instalar bases operativas al sur del Círculo Polar Antártico, sobre los límites este y oeste del sector, al fondo del Mar de Weddell, zona que permanecía sin ser conocida y lógicamente sin ocupantes.
2. Creación del Instituto Antártico Argentino, para dirigir en forma orgánica y amplia todo lo referente al quehacer científico.
3. Adquisición de un buque rompehielos, para llevar a cabo la penetración en los mares polares, hasta entonces no efectuada profundamente en ese continente.
4. Realizados estos proyectos, intentar llegar al Polo Sur por vía terrestre.
5. Colonizar con familias el lugar más conveniente, que parecía ser el área de Bahía Esperanza, en el cual se construiría un caserío polar.
Con estos objetivos, Pujato llevó adelante la Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina, que conduciría a la fundación de Base San Martín en 1951 (ya mencionada), Base Esperanza en 1952 y Base Belgrano en 1955 —hoy inactiva, la más austral del mundo para ese entonces, en los confines del Mar de Weddell—, desde la que personalmente realiza patrullajes hacia el sur durante dos años, con la intención final de penetrar hacia el Polo Sur.
Expedición polar argentina - Base Belgrano (1956).
También se sumarían a la larga lista de logros de nuestro país en el continente antártico nuevos establecimientos llevados a cabo por las siguientes instituciones:
• Armada: Base Brown (1951, temporal), Base Cámara (1955, temporal) y Base Petrel (1967, temporal).
• Fuerza Aérea: Base Matienzo (1961, temporal) y Base Marambio (1969, permanente).
• Ejército: Base Sobral (1965, inactiva), Base Primavera (1977, temporal) y Base Belgrano 2 (1979, permanente).
• DNA (Dirección Nacional del Antártico): Base Jubany (1982).
Todas estas instalaciones se encuentran dentro del sector geográfico que reclama nuestro país, desde los 60° hasta los 90° de latitud sur y desde los 25° hasta los 74° de longitud oeste.
Sector antártico argentino - Bases permanentes y temporales.
En todas ellas se ha materializado una significativa e importante tarea en diferentes áreas, que viene realizándose desde 1904 y que se extiende hasta nuestros días. Invalorable información científica e histórica sobre la que existen publicaciones poco conocidas, pero que hacen un aporte al conocimiento antártico y en especial a la actividad y los legítimos reclamos que nuestro país viene interponiendo desde hace ya casi dos siglos, y que omitiremos en esta publicación por no ser materia de la misma.
En la actualidad, la actividad antártica argentina se sostiene bajo la conducción de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), materializada en la labor que se realiza en seis bases permanentes: Carlini (ex-Jubany), Marambio, Orcadas, Esperanza, San Martín y Belgrano 2; siete bases temporales (Cámara, Decepción, Melchior, Brown, Matienzo, Petrel, Primavera) y una serie de campamentos estivales que se habilitan en base a diversos proyectos científicos que difieren cada año.
Las actividades científicas en las mismas son coordinadas y dirigidas por el Instituto Antártico Argentino y la actividad logística tiene una responsabilidad distribuida entre la propia Dirección Nacional del Antártico y las tres Fuerzas Armadas a través del Comando Conjunto Antártico.
Base Belgrano 2, asentamiento que tiene relación directa con el tema de este libro, se encuentra ubicada sobre el Nunatak1 Bertrab (Costa Confín, Tierra de Coats) a los 77°52’28’’»S - 34°37’25’’»O, al sur del Mar de Weddell y a 75 metros sobre el nivel del mar.
Solo es accesible una vez al año (durante el verano austral) debido a su situación geográfica. La base se encuentra sometida a fuertes vientos con velocidades de hasta 200 km/h. y allí se han registrado una temperatura máxima de -2 °C y una mínima de -54 °C.
Por su posición en latitud, transcurre por lo que llamamos «noche polar» durante cuatro meses del año, es la más austral de nuestro país a una distancia de 1348 kilómetros en línea recta del Polo Sur geográfico y fue el punto de partida como base de apoyo para la Expedición Científico-Técnica al Polo Sur Año 2000.
Esta base fue inaugurada el 5 de febrero de 1979 como resultado del traslado de la hoy inactiva Base Belgrano, que se encontraba 60 kilómetros al oeste, sobre la Barrera de Hielo Filchner, y que por la rotura de la porción donde se asentaba la misma, saliera a navegar como parte indivisible de un gigantesco témpano que se perdió en el océano. La misma fue clausurada en enero de 1980, luego del traspaso del laboratorio y de todos sus efectos a la nueva instalación. Invernan allí entre 15 y 20 hombres en situaciones normales (y entre 7 y 10 hombres en circunstancias de relevo de emergencia), en condiciones de aislamiento total durante un año.
Base Belgrano 2 - Vista general desde el sur.
1 Pico montañoso solitario rodeado por un campo de hielo, afloramiento rocoso de un glaciar.