Читать книгу Milo y sus Amantes - Juan Manuel Avigo - Страница 6
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Milo es un guerrero novato de raza asper oriundo de la ciudad Gamelin, pertenece a un grupo de aventureros que viaja por el mundo en busca de objetos mágicos de valor con el objetivo de hacerse ricos. Su madre y padre viven en la ciudad y poseen una hostería, dentro de todo tienen un buen pasar. Es hijo único, tiene veintitrés años, físicamente es bastante guapo, mide un metro ochenta y cinco centímetros, tiene el cabello castaño ondulado y ojos marrones avellana, es esbelto y fibroso, y de personalidad se lo podría describir como soñador, ambicioso, alocado, alegre y algo presumido. El grupo que integra se conforma de otro guerrero, una maga blanca, un draco, un cazador y un mago elementalista, llamados José, Bianca, David, Esteban y Jorge, todos ellos asper.
Esta historia comienza el infame o, tal vez, fortuito día en que Milo obtiene el poder de uno de los mayores tesoros de éste mundo llamado Terra. El grupo avanza por el borde de la montaña Andles por el lado del gran desierto de arena que se llama Ballina poblado principalmente por la civilización de los elmon quienes viven en pueblos cerca de los oasis o el río Hilde y también poseen imponentes pirámides. Se rumorea que algunos de los artefactos mágicos más poderosos se encuentran en esta zona. Para el viaje por el desierto tuvieron que intercambiar los cinco caballos que tenían por tres camellos para llevar la carga, no fue un buen trato pero la sed de gloria pudo más y lo hicieron, lo vieron como una inversión. En sus mochilas y las alforjas de los animales llevan equipamiento variado que incluye bolsas de dormir, comida para dos semanas, medicinas y demás.
Es cerca del mediodía y la compañía encuentra la entrada de una cueva que parece ser profunda y deciden investigarla, prenden algunas antorchas y se zambullen en la oscuridad. Durante un largo rato no ven otra cosa que rocas y algún que otro murciélago o insecto, hasta que finalmente la luz de de las llamas hace reflejar algo a lo lejos que parece brillar en la negrura. El grupo se detiene y recapitula sus estrategias de combate ya que puede tratarse de cualquier cosa o peligro, esa zona es famosa por sus lagartos gigantes con alas, o sea dragones del desierto, también llamados “dragones de arena”. Como no se van a echar atrás el grupo avanza cautelosamente apagando las antorchas, y es la maga blanca la que gasta un poco de su maná (energía para lanzar hechizos mágicos) para crear una leve luz que ilumine el piso por el que andan, no es perfecto pero al menos disminuye un poco las posibilidades de que alguien les vea. Avanzan medio a oscuras por la larga cueva hasta casi llegar a su objetivo cuando José, el líder, descubre una moneda de oro tirada en el suelo. Se frena en seco y detiene al grupo entero para recogerla, la observa y se le hace agua la boca, parece ser que eso que brillaba en la oscuridad es un gran tesoro lleno de monedas y joyas, como los de los cuentos. José de despabila de su repentino sueño de riquezas infinitas y da órdenes con las manos de que le sigan, no sin mucho cuidado a cada paso y observando detenidamente que no haya ninguna trampa en algún lado, lo más probable si el dueño del tesoro lo dejó allí es que al menos llene de éstas el lugar o algo por el estilo. Mas avanzan y siguen el recorrido sin nada que se los impida hasta llegar a lo que parece ser una montaña de oro. ¿Las monedas estarán malditas? se pregunta el grupo, a lo que los hechiceros utilizan su intuición de poder mágico sin descubrir nada raro, parece que no lo están, deben ser monedas reales comunes y corrientes. Milo, que está atrás del todo, patea sin querer una botella de vidrio ornamentada que sobresale del resto del tesoro visible, se agacha a recogerla y la observa embelesado, parece como si la botella tuviera un poder de atracción muy fuerte. No se atreve a destaparla pero tampoco quiere compartirla, el artefacto por algún motivo le llama tremendamente la atención y despierta su avaricia. En eso Bianca decide arriesgarse e iluminar más la cámara empedrada... y lo que ve delante de ella la deja fría y sin aliento, al igual que a todo el grupo, tanto así que Milo boquiabierto deja caer la botella la cual rueda hacia atrás de él. Delante de ellos, sobre la pila enorme de monedas hay un gigantesco dragón de arena perforándolos con la mirada de sus ojos amarillos y brillantes. Ninguno llega a moverse un milímetro cuando el dragón aspira y exhala una gran llamarada de fuego sobre todo el grupo, dándole de lleno a José que estaba adelante y derritiendo su carne en pocos segundos hasta matarlo. Bianca eleva el poder de su luz hasta hacerla cegadora y le apunta a los ojos del dragón haciéndolo bufar y pararse en dos patas extendiendo ambas alas con una envergadura de tantos metros que dejaría petrificado de la impresión a casi cualquier persona. La primera reacción de Milo es huir de allí olvidándose de sus compañeros, pero inmediatamente recuerda la botella y se lanza a buscarla lo más rápido posible, mientras el draco David ya repuesto y con la sangre tan fría como el mismísimo dragón se lanza a atacarlo con sus mazas de acero y el elementalista prepara un hechizo de jaula de hielo para capturar al lagarto alado. Milo encuentra la botella, la toma con su mano derecha y se da vuelta a ver como sus aliados combaten con el dragón justo en el momento en que éste atrapa a David entre sus garras y le come la cabeza como si fuera un juego de niños, el hechizo de jaula falla por el tamaño de la bestia y las flechas del cazador no parecen hacerle ningún daño, simplemente rebotan sobre sus impenetrables escamas. Milo huye del lugar abandonando a sus compañeros, dándolos por muertos, corre en la oscuridad, se tropieza varias veces y se sigue levantando, sus ganas de vivir son infinitas, se aleja lo más que puede de ese infierno y busca la salida desesperado hasta el límite... Tiene suerte, el dragón no lo persigue. Y pasadas unas horas de agonía en la total oscuridad logra vislumbrar la luz de la salida y se pone loco de felicidad porque sobrevivió y va a vivir para ver otro día.
Sale de la cueva y ve a los camellos con las pertenencias del grupo. Abre las alforjas y bebe agua de la cantimplora, está muy sediento, también tiene hambre así que saca una ración y se la come de pocos bocados. Luego se pone a observar la botella rojiza con detalles dorados y su contenido que parece ser humo o niebla o algo por el estilo. No se atreve a abrirla aún así que la guarda en las alforjas, ata a los camellos uno atrás del otro para llevarlos en fila y se sube al de adelante para montarlo. La única opción que tiene ahora es la de volver a su hogar, solo y con poca experiencia no va a poder hacer nada, parece que los sueños de grandeza se acaban de terminar.
Milo avanza apesadumbrado y con lentitud... tiene varios días de viaje por delante. También tiene miedo de que le roben o algo peor por eso va todo el tiempo con su espada encima suyo y mirando de reojo a todas direcciones aunque por el día nada más le sucederá. Llega la noche y decide acampar, en su tristeza toma una bota de vino y la bebe entera olvidándose del mundo y sus problemas, embriagándose, y en medio de la confusión sensorial agarra la botella rojiza y la vuelve a observar, le invaden las ganas de abrirla y no puede contenerse, piensa “A lo sumo es un maldito perfume o algo por el estilo”, entonces la descorcha...
De su interior sale una luz roja y potente, parece ser mágica, y el vapor comienza a elevarse de a poco hacia arriba hasta detenerse a un metro y medio de altura y de la cima lentamente comienza a formarse medio cuerpo humanoide de color rojo brillante, hasta que se totaliza la aparición y en frente suyo ve nada más y nada menos que a un efrit, es como una especie de genio de la lámpara pero en versión diabólica, con un turbante dorado sobre su cabeza, collares y brazaletes de oro.
“¿Quién osa despertarme?” pregunta el efrit con voz grave y profunda que retumba en la cabeza y oídos de Milo, quien se queda con los ojos abiertos como platos totalmente sorprendido y sin aliento. “Pregunté... ¿cual... es... tu nombre?” le dice el demonio mirándolo fieramente a los ojos, dominándolo por completo, a lo que el joven responde “Soy... soy... soy Milo” con voz aguda y asustada. “Bien Milo... ahora dime ¿qué deseas a cambio de tu alma?” ésta vez sonriendo levemente, “Tienes tres deseos”. Milo no se lo puede creer pero no duda un instante, se arrodilla ante el efrit apoyando las manos sobre el suelo bajando la cabeza y le dice “Deme unos momentos para pensarlo por favor”, “Bien...”. Milo está ebrio y no calcula las consecuencias, solo piensa en lo que desea, su mente se vuelve un torbellino de ideas y luego de un minuto o dos vuelve a hablar “Deseo... una alfombra voladora”, el efrit espera unos momentos por si quiere añadir algo pero al ver que su deseo es así de sencillo simplemente lo cumple, chasquea sus dedos y junto a Milo aparece, de dentro de un destello de luz, una gran alfombra enrollada. Milo la observa boquiabierto y la desenvuelve, es una alfombra color violeta con detalles dorados, el hombre se sienta sobre ella y con solo desearlo con la mente ésta se eleva unos centímetros sobre el suelo. Milo no puede creer su suerte, o mejor dicho su destino, ha ido a parar con un efrit concede-deseos legítimo y se ríe como un idiota. “Me alegro de que te guste... ¿Cuál es tu segundo deseo?” le dice el efrit fríamente, y Milo le responde “¡Quiero un orbe de clarividencia! que me permita ver los lugares del mundo cuando yo lo desee”, el ser rojo vuelve a chasquear los dedos y un orbe mágico de clarividencia aparece sobre sus piernas... “Hecho” le dice, “El orbe funciona como tú lo pediste, su único límite es que para observar un lugar deseado primero debes haber estado allí físicamente... ahora, ¿tu último deseo es...?”. Milo decide empujar los límites del efrit, se lo piensa bien unos momentos y plantea su petición “Lo que más deseo es... tener dos novias, dos mujeres que me amen incondicionalmente durante toda mi vida, quiero que sean totalmente hermosas tanto física como mentalmente, y quiero que tengan poderes mágicos y que puedan volar, que una de ellas sea una ángel y la otra una súcubo... ¿puedes cumplir eso?, si es así mi alma es tuya”, “¡Ja ja ja ja! ya veo, ya veo... ¿lo que tu deseas es algo así?” vuelve a chasquear los dedos y entre medio de ellos, de una luz roja casi cegadora, aparecen dos mujeres hermosas, una de cabello rubio y ondulado hasta los hombros de ojos celestes brillantes vestida de ángel con una aureola flotando sobre la cabeza y a su lado otra de cabello negro lacio hasta los hombros de ojos verdes esmeralda vestida de diabla con cuernos en la cabeza y una cola de demonio. Ambas se quedan mirando a Milo que nuevamente se le abren los ojos como platos y se queda mudo totalmente asombrado... “Las he diseñado según tus gustos” le dice el efrit y continúa “Ahora los dejaré solos, me retiraré a mis aposentos en un lugar azaroso de este mundo y me llevaré tu alma conmigo”, el efrit eleva los brazos haciendo fuerza y tensando los músculos y se desvanece lentamente hasta volverse el mismo vapor que era en un principio, se mete en la botella la cual se tapa sola y ésta se eleva por los aires a una gran altura y sale disparada como una estrella fugaz hacia lo que Milo entiende es el noreste.