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VIII
PATRIOTISMO DE GÉNERO ÍNFIMO

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Yo creo que una cupletista es algo mucho más patriótico que un diputado o que un senador. En todos nuestros teatros del género ínfimo existe algo así como un convencimiento vago, pero muy firme, de que la mujer es una invención exclusivamente española. A las extranjeras no se les reconoce categoría de mujeres. Son muy poco gordas, muy poco negras, muy poco analfabetas. No tienen acento andaluz, ni mantones de Manila, ni gracia gitana, ni nada...

—Soy española, ¡olé!—canta una cupletista.

Y para afirmar su españolismo, golpea fuertemente el tablado con un pie, y se dedica, durante un año, a hacer flexión de riñones al compás de la música. Luego dice dónde ha nacido, que es: o en el barrio de Maravillas, o en las Vistillas, o en Triana, o en Granada. A veces, y al son de la jota, una cupletista se declara aragonesa; pero ¿quién ha oído de alguna que haya nacido en el distrito del Sr. Rahola? La España del género ínfimo es muy limitada, y mi provincia, por ejemplo, la hermosa provincia de Pontevedra, tan fecunda en navegantes, en políticos y en cangrejos, no figura en ella...

—Soy española—insiste la cupletista.

Después, en versos más o menos congruentes, añade:

—¿De dónde iba a ser, si no? ¿Dónde hay este garbo, esta sal, estos andares, estas hechuras?...

El público va inflamándose poco a poco en un sentimiento mixto de amor a la patria y de entusiasmo por la cupletista.

—¡Viva España!—grita la chica al final.

—¡Viva!—contestan varias voces.

Pero no creo que nadie piense en Sagunto ni en Covadonga. Ya hemos dicho en lo que consiste la España del género ínfimo: Maravillas, las Vistillas, Triana, Granada... Si acaso, algo de Aragón. Y nunca Manresa, ni Getafe, ni Santa Marta de Ortigueira, ni mil otros pueblos que pagan, sin embargo, sus contribuciones al Estado y que cumplen la ley de Quintas.

La señorita Mary-Focela ha introducido en este género de cuplés una variación notable. Parece que sus versos eran éstos:

Lucho como una leona

al grito de ¡Viva España!

Y es que por mis venas corre

la sangre de Malasaña...

Sabíamos de cupletistas que luchaban contra gente extraña; sabíamos de otras que luchaban con saña; pero eso de Malasaña es todo un hallazgo.

Lucho como una leona

al grito de ¡Viva España!

Y es que por mis venas corre

la sangre de Malasaña...

Me imagino a la señorita Mary-Focela moviendo las caderas en un gesto de luchadora. El público, viéndola, ha debido también de sentir en sus venas el flujo de una sangre heroica, capaz de todos los sacrificios. ¡Viva España! ¡Viva la gracia! ¡Viva Mary-Focela!...

La rana viajera

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