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Maradona y La Cámpora

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La Cámpora es una agrupación política de la Argentina, fundada en 2006. De marcada orientación peronista y kirchnerista, la agrupación apoyó desde sus inicios las gestiones de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Su nombre es un homenaje al ex presidente argentino Héctor Cámpora, quien aceptó presentarse como candidato en las elecciones generales de marzo de 1973, en cuya campaña el lema principal fue “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Los principales referentes de La Cámpora en la actualidad son Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires y secretario General de la agrupación; Máximo Kirchner, diputado nacional e hijo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner; Mariano Recalde, senador nacional por el Frente de Todos; Mayra Mendoza, intendenta del Partido de Quilmes y Eduardo Wado de Pedro, ministro del Interior del presidente Alberto Fernández.

La organización que tiene presencia territorial en todas las provincias del país, así como en universidades y colegios secundarios, pone énfasis en la defensa de los derechos humanos, la Patria Grande Latinoamericana, la soberanía industrial, la fuerza de los trabajadores organizados y la justicia social, y define a la política como una herramienta de los pueblos para la transformación social.

Diego Maradona siempre simpatizó con esta corriente política y más de una vez hizo declaraciones para destacar su labor como también la de sus miembros; por ejemplo, cuando sostuvo en una entrevista radial con Roberto Caballero en septiembre del 2014 en Roma que Máximo Kirchner es “un pibe muy inteligente” que “tiene genes que no se puede evitar” y pidió que “llenen el estadio de Boca”, en alusión al acto de La Cámpora en el estadio de Argentinos Juniors en el que el hijo de la actual vicepresidenta fue el principal orador, y en el que participaron unas 40.000 personas.

También Maradona reveló que había conversado con Máximo días antes de ese viaje a Europa y lo entusiasmaba poder encontrarse con él. “Tiene muchos proyectos y podemos hablar y podemos darnos una mano, o darle yo una mano a él en lo que pueda”.

Andrés, el “Cuervo” Larroque es el secretario General de la agrupación La Cámpora y actualmente es ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires del gobierno de Axel Kicillof. Desde muy joven, al frente del Centro de Estudiantes del secundario del Colegio Nacional de Buenos Aires, su vida estuvo marcada por la política y la lucha por los derechos de los más necesitados. Durante el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández ocupó una banca como diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, Unidad Ciudadana y el Frente de Todos.

Apasionado por el fútbol y por el club de sus amores, San Lorenzo de Almagro (de ahí su apodo El Cuervo) jugador habilidoso según quienes lo conocen, lleva en el alma la figura de Maradona. Aquí nos relata cómo lo conoció, algunas anécdotas y qué representa el astro del fútbol mundial no solo en su faceta deportiva sino también en lo humano y político:

Los que nacimos en 1977 somos una generación absolutamente maradoniana. Y las distintas etapas deportivas de Diego me transportan a los mejores recuerdos de mi infancia y adolescencia. Durante el Mundial de España de 1982, tenía en mi cuarto el póster de Maradona que se conseguía juntando tapitas de Coca-Cola. Después vino el Mundial de México 86 con el campeonato mundial y la consagración de Diego. En esa época tenía 10 años y los primeros partidos contra Corea del Sur e Italia se daban en el horario de clases y junto a otros compañeros del colegio primario llevábamos la radio al aula para poder escuchar el partido escondidos hasta que por ahí la maestra nos descubría y se enojaba, pero al final nos dejaba escucharlo. Son momentos especiales. En ese mundial, la Selección argentina junto a Diego fueron la perfección del fútbol.

También tenía mis cábalas. En el Mundial de Italia 90, con mi abuela materna que vivía en Villa Lugano, que nos curaba el ojeado, la llamaba desde un teléfono que no era de mi casa en el entretiempo de todos los partidos para que les curara el ojeado a los jugadores… y nunca le erraba. Me emocionan hasta las lágrimas estos recuerdos mundiales. Para mí, el Mundial de Italia fue épico y heroico.

La primera vez que lo vi a Diego de cerca fue en 1991 en un partido entre San Lorenzo y River en la cancha de Huracán en Parque de los Patricios (ese partido ganó mi club San Lorenzo por penales). Estábamos en el palco y nos separaba una especie de vidrio y era imposible no mirar al más grande. En esa época Maradona había hecho declaraciones destacando al club de Boedo y la revista El Gráfico había hecho una tapa de Diego con una camiseta de San Lorenzo, pero no la oficial y recuerdo que nosotros cantábamos “El Diego se hizo cuervo. De Boca no se hizo más”.

Lo fui a ver en todos sus regresos como el del 18 de febrero de 1993, cuando Diego volvió a jugar para la Selección Argentina de Alfio El Coco Basile después de más de dos años y medio. Fue 1-1 con Brasil en el Monumental por la Copa Centenario de la AFA. También en su debut oficial de octubre del 93 con la camiseta de Newell ‘s Old Boys de Rosario contra Independiente en la cancha de Avellaneda cuando Diego hizo la famosa rabona que le tapó Luis Islas.

Su regreso al Boca Juniors de Silvio Marzolini, el 7 de octubre de 1995, con un mechón amarillo en su cabeza en el partido jugado contra Colón de Santa Fe en la Bombonera que tuvo el encontronazo con Julio César Toresani. El 10 venía de cumplir quince meses de inactividad oficial a raíz de la suspensión que le había impuesto la FIFA por el doping positivo en el Mundial de Estados Unidos de 1994. Después, en julio de 1997, otro regreso con Boca (el Bambino Veira era el técnico) en el partido contra Racing de Avellaneda en la Bombonera que los xeneizes ganaron 3 a 2. También estuve en su partido homenaje, que se jugó en la Bombonera, colmada de hinchas, el 10 de noviembre de 2001. El mundo del fútbol se había congregado en honor a Diego, cargado de emociones e inmortalizando una de sus frases: “La pelota no se mancha”. El partido entre Argentina y el Resto del Mundo terminó 6 a 3, con dos goles de Diego. Allí había nombres de lujo despidiendo al más grande: Enzo Francescoli, Álvaro Recoba, Hristo Stoichkov, Eric Cantona, Davor Suker, Antonio Careca, René Higuita, El Pibe Valderrama, Ciro Ferrara, entre otros.

Después que Diego asumió la dirección técnica de la Selección argentina en 2008 lo seguí en distintos partidos con los compañeros Wado de Pedro, Juan Cabandié, Mariano Recalde, entre otros. En octubre de 2009 fue tremenda la emoción durante el partido contra los peruanos en la cancha de River, porque se jugaba la clasificación para poder llegar al Mundial de Sudáfrica 2010 y Martín Palermo, bajo una lluvia torrencial, hizo el gol en tiempo suplementario y Diego lo festejó tirándose en palomita... a lo Diego.

Otro gran recuerdo fue cuando ese mismo octubre también con Juan Cabandié, Mariano Recalde, Wado de Pedro, entre otros, fuimos a Uruguay para ver el partido que Argentina ganó 1 a 0 en un colmado estadio Centenario y clasificó al Mundial de Sudáfrica 2010.

Pero antes de estos dos partidos yo había podido disfrutar de Diego en mi condición de dirigente político en agosto de 2009, cuando Cristina Fernández como presidenta de la Nación, lanzó Fútbol para Todos en el predio de Ezeiza junto a Diego Maradona (como técnico de la Selección Argentina) y el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) Julio Grondona entre muchos asistentes y medios de comunicación.

Después del acto estábamos con otros compañeros de La Cámpora cantando la Marcha Peronista y en un momento, Diego bajó del escenario y quedamos enfrentados y naturalmente nos abrazamos y seguimos cantando. No pude decirle nada, pero ese momento fue emocionante, una sensación única.

Volviendo al partido contra Uruguay que nos permitió la clasificación, antes de llegar a tierras uruguayas, en Aeroparque nos encontramos con Julio Grondona, quien nos reconoció y estuvimos conversando un poco. Luego del triunfo y la alegría nos volvimos a encontrar con Grondona en el Aeropuerto Internacional de Carrasco y aunque teníamos horarios distintos, nos invitó a tomar el vuelo y regresar al país junto al seleccionado... no nos resistimos mucho. Subimos al avión con los compañeros. En primera clase viajaban los dirigentes y en la otra me sentaron a mí junto con Juan Cabandié en la primera fila y detrás de mi asiento, el más grande, Diego. No lo podía creer. Y a un costado mío Carlos Salvador Bilardo. Una vez más la emoción no me dejó conversar mucho con Diego; solo hice unos breves comentarios del partido, pero con quien sí pude hacerlo fue con Bilardo (éramos del mismo barrio, a pocas cuadras) que recordábamos el Mundial de México 86 y yo le preguntaba cómo había soportado tanta presión contra su equipo técnico y jugadores por parte del gobierno de entonces y algunos medios de comunicación, principalmente el diario Clarín.

Cuando llegamos al Aeroparque Jorge Newbery nos sacamos algunas fotos con Diego, pero lamentablemente en ninguna estoy porque el fotógrafo era yo.

El Cuervo Larroque no tiene más que palabras de agradecimiento a quien fuera el mayor artista con una pelota de cuero:

Diego era un ser superior. Ni hablar de los futbolístico, indiscutido. El Diego fuera de la cancha también era único, de mucha inteligencia. Sus declaraciones siempre fueron en el momento justo y de una potencia arrolladora. En lo político, un hombre que nunca se olvidó de sus orígenes humildes y siempre por la unidad latinoamericana, por eso lo querían tanto Néstor y Cristina, Fidel, Evo o Lula, entre otros grandes líderes.

Y con respecto a nuestra agrupación política La Cámpora (cuyo gran aglutinador y quien nos diera visibilidad fue Néstor Kirchner) de la cual soy su secretario General, siento una emoción profunda y orgullo al saber que Diego siempre estuvo con nosotros y lo hizo saber en distintas oportunidades cuando éramos atacados y difamados. Él tenía la capacidad de captar la esencia de las cosas y seguramente observó en La Cámpora el objetivo que siempre buscamos como herramienta e instrumento político desde el llano o del Estado, la reivindicación de una generación diezmada, luchar, reconstruir los lazos de solidaridad y defender los derechos de los que más necesitan y poder construir un mañana mejor para el pueblo argentino.

Larroque rememora aquel 25 de noviembre de 2020, fecha donde las canchas de fútbol se enmudecieron y la magia del fútbol mundial se apagó para siempre luego de la partida física de Maradona:

Esa mañana del 25 de noviembre tuve distintas actividades. Había ido a ver al padre Carlos Accaputo, presidente de la Pastoral Social porteña y muy cercano al Papa Francisco. Y cuando me estaba yendo le dije que la Argentina tenía dos bendiciones; el Peronismo y Maradona. Por supuesto que le causó gracia. Después tenía que llegar hasta La Matanza para encontrarme con su intendente Fernando Espinoza. Y en el trayecto recibo la noticia del fallecimiento de Diego. Fue una conmoción total, no lo podía creer. Habían pasado solamente veinte minutos de lo que le había dicho al padre Accaputo. Cuando llegué a destino, el pueblo matancero estaba a puro silencio. Ese silencio era el dolor del pueblo que despedía a un ser elegido. Luego llegué a mi casa y estuve varios días triste y dolido, no podía creerlo.

Para mí Diego es un Dios terrenal. Era el reflejo de lo superior. Al Dios religioso no se lo puede ver o tocar, pero a Diego sí.

Siguiendo en el terreno espiritual, los profetas existieron y aunque eran de carne y hueso tenían una esencia y aura especial y funcionaban como el nexo entre el cielo y la tierra para poder llevar el mensaje de Dios. Yo considero que Diego Maradona fue el profeta de su tiempo.

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