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Maradona, el Tren del Alba y el No al ALCA
ОглавлениеEn noviembre de 2005, el imperialismo norteamericano representado por George Bush (h) y sus aliados, como el presidente mexicano Vicente Fox y el primer Ministro canadiense Paul Martin, logró ser derrotado en la IV Cumbre de las Américas en la ciudad de Mar del Plata, cuando su nueva herramienta de colonialismo económico, el área de Libre Comercio (ALCA) fue rechazada gracias a la estrategia del comandante Fidel Castro, ejecutada por los presidentes venezolano Hugo Chávez Frías, el argentino Néstor Kirchner, el brasileño Lula Ignacio Da Silva y un amplio movimiento político-social, “No al ALCA”, llevado adelante por partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales de todo el continente americano generando un cambio en la correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe para que fuera posible la definitiva independencia económica y política.
Este cronista junto a tres amigos y colegas, Pablo Roesler, Esteban Soler y Camilo Cagni (este último filmó el documental La Batalla contra el Alca, una crónica de los sucesos) pudimos ser parte de ese momento histórico, cuando se produjo la primera gran derrota del proyecto imperialista neoliberal en nuestro continente del siglo XXI.
Existieron otros operadores anónimos que aportaron parte del éxito de esta hazaña, el principal fue sin duda Fidel Castro, que siguió minuto a minuto todo lo que acontecía; mientras que algunos hombres de suma confianza de los presidentes fueron los encargados de organizar los actos, como el periodista Miguel Bonasso, el cantante cubano Silvio Rodríguez, el dirigente Luis D’Elía, el ex ministro de Cultura de Cuba actualmente presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, entre otros. También la presencia de Diego Maradona y su apoyo político contra los Estados Unidos fue de suma importancia como destacan todos los protagonistas.
Quien cuenta algunos secretos y pormenores de cómo fue la operación de enterrar definitivamente al ALCA, es Miguel Bonasso, una de las plumas más destacadas de América latina, con experiencia en los principales diarios argentinos como La Opinión, Noticias y Página/12 y autor de numerosos libros como Recuerdo de la muerte, El presidente que no fue, Diario de un clandestino, El palacio y la calle, entre otros. Bonasso, principal organizador del NO al Alca y quien tuvo el privilegio de oficiar como vocero de Fidel Castro, recuerda sus encuentros con el comandante de la Revolución Cubana para diseñar y ejecutar los distintos planes estratégicos contra el ALCA, la búsqueda de Maradona y la implosión popular que produjo el astro del fútbol durante la travesía del Tren del Alba y el acto del Estadio Mundialista de Mar del Plata:
En 2005 yo era diputado nacional por el PRD (Partido de la Revolución Democrática) y tenía una relación política con el matrimonio Kirchner. Cuando se anunció que la Cumbre de las Américas se iba a desarrollar en Argentina, en la ciudad de Mar del Plata, me encontraba en La Habana por una situación personal muy dolorosa: mi esposa de entonces, la periodista Ana de Skalon se estaba tratando una enfermedad con medicina cubana. La estadía en Cuba alimentó aún más mi relación de amistad con Fidel y fue él quien jugó un papel estratégico en la movilización de apoyo a los distintos presidentes que rechazaban el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) Hugo Chávez, de Venezuela, Néstor Kirchner, de Argentina y Lula, de Brasil.
Recuerdo que un día Fidel me invitó a una recepción en la embajada china en Cuba, momento bastante gracioso porque yo no entendía qué tenía que hacer allí, y ante mi inquietud, el comandante me respondió que nos teníamos que sacar una foto con los chinos porque dentro de cincuenta años algún historiador podrá encontrar la foto y preguntarse qué hacían Fidel y Bonasso con los chinos. Después de allí, tipo tres de la madrugada, Fidel me llevó a su despacho en el Palacio de la Revolución para poder conversar y es donde me dice que hay que armar una estrategia para contrarrestar la venida del presidente norteamericano George Bush a la Cumbre de las Américas, que se iba desarrollar en Mar del Plata, y poder generar una gran movilización popular en contra del Tratado de Libre Comercio ALCA. Le respondí que estaba de acuerdo en hacerlo, pero en Argentina, algunos sectores ponían resistencia porque temían que se produjera un muerto a lo que yo sostenía que para que no haya un muerto había que hacer una movilización masiva con sectores sociales y de la sociedad civil cuyo objetivo sería el rechazo a la dominación neocolonial del imperio de los Estados Unidos en Latinoamérica. Se estaba armando la contra cumbre de los pueblos con el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, entre otros sectores, pero yo sostenía que había que buscar sectores más amplios y no solamente a la militancia.
No quiero dejar de mencionar al trovador cubano Silvio Rodríguez, que también fue parte del Comité Organizador y movilizó mucha gente también.
Estando en Buenos Aires comenzamos los preparativos. Luego, con algunos compañeros, surgió la idea de que había que hacer una gran movida propagandística como el Tren del Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas) donde viajaran personalidades destacadas de la cultura, la política, el deporte, algo parecido al Operativo Retorno que organizó Héctor Cámpora y culminó con Perón en Ezeiza el 17 de noviembre de 1972 y la persona que tenía más capacidad de convocatoria y de encender todos los focos de la prensa mundial, era Diego Armando Maradona. Esto me lo sugirió el compañero Daniel Enceti.
¿Y cómo conseguir a Maradona? Ese era Fidel. Entonces regresamos a La Habana y tuvimos una reunión en la casa de Protocolo Nº 12 del Laguito con el comandante y quien era embajador cubano en Argentina, Alejandro González Galeano, muy amigo mío, entonces le digo a Fidel que para que el Tren fuera un éxito tenía que estar Maradona, y él me respondió de manera graciosa: “¿Ustedes quieren que yo ponga mi cuerpo?”. A lo que seguí diciéndole que Maradona, quien estaba conduciendo su propio programa de gran audiencia La Noche del Diez en canal 13, tenía grandes expectativas de poder entrevistarlo, de esa manera Fidel le daba la exclusiva a Diego y a colación lo invitaba a que formara parte del Tren del Alba. Y así sucedió, Diego hizo la entrevista con Fidel para su programa y allí Fidel consiguió el compromiso de Maradona. Cuando se pudo dar la noticia de que Maradona iba a estar en el Tren fue una conmoción mundial, Argentina se llenó de corresponsales.
Luego recibí el llamado del teniente Primero Retirado Luis Eduardo Tibiletti, quien estaba a cargo de la Secretaría de Seguridad en el gobierno de Néstor Kirchner y fue el primer funcionario de gobierno que se puso en contacto conmigo para ver de qué iba la cosa. Tibiletti había pertenecido al llamado “Grupo de los 33 Orientales” que fueron oficiales del Ejército a los que pasaron a retiro por no compartir la represión feroz y clandestina ejercida por la última dictadura. Tibiletti quería estar al tanto para poder reforzar la seguridad del Tren, la movilización, y el Estadio. Nos reunimos y lo puse al tanto. Ese fue el primer llamado oficial del gobierno kirchnerista.
Entonces un aspecto era el Tren, el otro las organizaciones sociales movilizándose, todo esto confluyendo en el mensaje que brindé a todos los medios de comunicación nacionales e internacionales, que la movilización iba a ser de carácter gandhiana (en alusión a Mahama Gandhi), pacífica no violenta. Porque estaba claro que iba a ver grupos provocadores, espías, los servicios de siempre. Yo le explicaba a Fidel y a los distintos compañeros que la masividad del acto garantizaba la seguridad del mismo.
En medio de todo esto surgió una conspiración para que Hugo Chávez no estuviera en el estadio Mundialista. Resulta que había un personaje francés nefasto cerca del líder bolivariano puesto por el periodista Ignacio Ramonet, quien le dijo que no fuera al acto porque podría sufrir un atentado.
Cuando Fidel se entera de esto, otro día de madrugada me hace sentar en su escritorio (sensación extraña escribir algo en el escritorio de ese gigante) para que redacte de puño y letra una carta a Chávez para que estuviera en esa Contra Cumbre, porque en algún momento los líderes no tienen más remedio que exponer su propio cuerpo y vida para garantizar el éxito de algunas misiones. Yo no entendía por qué me había elegido para escribir si solo alcanzaba la pluma de Fidel. Pero por alguna razón él pidió que fuese de esa manera. En ese momento fui una especie de intérprete o delegado suyo (en términos camporistas) de la movilización y del Tren del Alba.
Había que conseguir el tren, que fue el Marplatense, una reliquia lanzada en 1951 por el presidente Perón, pero que desde el menemismo había dejado de funcionar. Ese tren que parecía de una película de Doris Day, era de aluminio con butacas azules. Se lo pedí a Felipe Solá, actual canciller, y en ese entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires y me lo brindó sin ningún problema. Y también nos dio otro elemento clave que fue el Estadio Mundialista de Mar del Plata.
Es justo decir que Luis D’Elía fue importante en el aspecto de movilización aportando varias columnas de distintas organizaciones de Federación, Tierra y Vivienda y los de Barrio de Pie y otras organizaciones sociales.
El Tren del Alba se propuso ser una especie de múltiples voces que le decían No al Alca, la nueva herramienta de sometimiento y disciplinamiento económico y político que traía el gobierno de los Estados Unidos para los países de América Latina.
En ese tren de lucha y esperanza de cinco vagones convivieron por unas horas Miguel Bonasso, el cineasta Serbio Emir Kusturica, el líder boliviano Evo Morales (que a los pocos meses se consagraría como el primer presidente indígena de su país), el dirigente Luis D’Elía, el padre Luis Farinello, los músicos Teresa Parodi, Víctor Heredia y Juanse, actores y actrices como Oscar Martínez, Leonor Manso y Mirta Busnelli, dirigentes políticos y periodistas de distintos medios y sin duda la figura central: Diego Armando Maradona.
El responsable de la seguridad fue Gabriel Vidal, y también aportaron un sector de los telefónicos de Osvaldo Iadarola y algunos camioneros. En una entrevista, Vidal recuerda cómo tuvieron que hacer para que el ídolo pudiera llegar hasta Constitución:
Era imposible traer a Diego en un auto, porque se iba a filtrar a la prensa y todo se transformaría en un caos. Entonces, se nos ocurrió esconderlo en una camioneta oficial de los Bomberos Voluntarios de La Boca. Lo metimos en el salón de la conferencia por un costado, y después también tuvimos que cubrirlo para que subiera al último vagón.
En la conferencia de prensa que se produjo en la Sala de Jefatura de la estación Constitución, Miguel Bonasso, Luis D’Elía, entre otros, escuchaban atentamente las palabras de Diego, que, con sus clásicas frases, describió amores por las causas latinoamericanas y odios contra las políticas de los Estados Unidos en ese entonces representada por la figura de Bush (h): “Hoy el tipo llegó y saludó con la mano... ¡y no había nadie! Bush es el hombre que saluda a la nada”. O “nos desprecia. Es una basura humana. Estoy acá para defender la dignidad argentina. Que sepa que no lo necesitamos, que no le damos la bienvenida, que no lo queremos”. Todas las intervenciones del Diez eran devueltas por el clásico “¡Olé, Olé, Olé, Olé... Diegoooo, Diegoooo!”.
Bonasso sostuvo que las declaraciones de Diego demostraron que el genio popular no lo portaba únicamente para la gambeta. También destacó el comportamiento militante de Maradona, su humildad y amor por el pueblo y destaca que su figura fue central para que todo pudiera ser un éxito popular inimaginable:
Maradona tuvo un comportamiento ejemplar. Cuando estábamos en el tren, en un momento Diego estaba durmiendo y todo el mundo quería sacarse una foto con él. Recuerdo que lo desperté y le dije si podía recorrer todos los vagones para poder saludar y sacarse fotos con la gente. Y lo hizo amablemente con todos, jamás una actitud de divo o estrella, todo lo contrario, una persona muy humilde.
Diego no participó de la movilización con todas las organizaciones sociales, de derechos humanos, políticos, y gente de a pie porque no quiso protagonismo (además hubiera sido imposible que la gente lo dejara caminar) fue directamente al Estadio y allí nos sentamos junto a él, Chávez, yo y otros dirigentes y fue una fiesta de la Patria Grande extraordinaria. Quiero destacar que nos causó a todos los que organizamos el evento, admiración por la disciplina militante que el jugador más famoso de todos los tiempos mostró en aquella jugada. Una humildad de la que careció más de una de esas mascaritas que también se subieron al tren. Diego tenía conciencia de clase y eso la derecha salvaje nunca se lo perdonó.
Diego Maradona, un Hombre del Pueblo, fue fundamental para esta movida política del Stop Bush y NO al Alca. El comandante Fidel Castro jugó un papel estratégico, instruyó a todos sus colaboradores full time, día y noche y, obviamente, pudo ser un éxito también por el frente político de carácter latinoamericano de Néstor Kirchner en Argentina, el Chávez en Venezuela y el Lula en Brasil.
Después de terminada la operación política del NO al Alca, estando en Buenos Aires y de estar una semana sin dormir, en el medio de mi descanso recibí un llamado telefónico de mi amigo el embajador Alejandro González Galeano, en el que me decía que volara nuevamente a Mar del Plata porque Chávez iba a hacer una cena en agradecimiento a los organizadores de la Contra Cumbre. Esa noche también fue memorable.
Ya había recibido las felicitaciones del presidente Kirchner cuando todo había concluido y a mi regreso a Cuba por cuestiones personales, Fidel me vino a ver a la casa donde yo estaba y me dio un abrazo que sentí como una condecoración por el trabajo realizado.
En ese entonces, Evo Morales era un destacado dirigente social cocalero que proponía en las elecciones de 2006 modificar el destino de una Bolivia sufrida por distintas administraciones de derecha, con el apoyo del Departamento de Estado norteamericano (situación que logró transformar convirtiéndose en el primer presidente indígena del país andino). Durante su estadía en Argentina, Evo, que también es un apasionado del fútbol, pudo conocer en persona a Maradona, y a partir de ese momento surgió una amistad espiritual y política inquebrantable:
Pude conocer personalmente a Diego Armando Maradona en noviembre de 2005 durante la travesía que hicimos en el Tren del Alba en Mar Del Plata, una de las acciones políticas de protesta y rechazo al presidente de los Estados Unidos, Bush (h) y su herramienta de sometimiento política y económica contra la soberanía de todos los pueblos de América Latina que era el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas). Allí pudimos conversar sobre distintos temas y quedé sorprendido al ver un deportista de talla mundial teniendo una posición política e ideológica antiimperialista y en defensa de los más sufridos de toda América. Fue muy enriquecedor compartir con Diego tanto de política como de fútbol y también poder comprobar el amor de la gente a su ídolo.
Esas jornadas de luchas antiimperialista y anticolonial contra los Estados Unidos fueron cruciales para fortalecer la unidad de la Patria Grande del siglo XXI con las presidencias de Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Lula y pronto yo llegaría a la presidencia de Bolivia para poder refundarla en un Estado Plurinacional y seguir en la batalla de un nuevo amanecer emancipador de todos nuestros pueblos.
Luego compartí con Diego —y muchos compañeros— escenario en la jornada de la Cumbre de los Pueblos en un estadio Mundialista colmado que escucharon atentos las palabras del Pibe de Oro y el grito de Hugo Chávez ¡ALCA, ALCA, Al carajo!
Fue una jornada histórica popular del nuevo amanecer de América Latina y el Caribe donde se sepultó al ALCA y también pude conocer al mejor jugador de todos los tiempos y al Diego político.
Sandra Russo, periodista de extensa trayectoria en distintos medios radiales (Splendid, Radio Nacional) gráficos (Humor, Página/12) y televisivos (Cable a tierra, 6, 7, 8) autora de libros como Perdonen nuestros placeres, Milagro Sala. Jallalla. La Tupac Amaru, utopía en construcción, La presidenta. Historia de una vida, entre otros. Actualmente sigue escribiendo sus contratapas en Página/12. Russo rememora cómo llegó a cubrir y ser parte de la travesía antiimperialista del Tren al Alba y comprobar el magnetismo de Diego Armando Maradona:
Ya no trabajaba en la redacción de Página/12 después de tantos años. Pero cuando me llamaron y me propusieron viajar a Mar del Plata en el Tren del Alba, que iría a la Contra Cumbre en la que Chávez y Néstor enterraron el Alca con el mismísimo Bush en sus narices, dije que sí, que claro que sí, y empecé a preparar mi mochila, por inercia. No necesitaba ni una muda de ropa, porque no me pedían que cubriera ni la Cumbre ni la Contra Cumbre: solo el viaje en el tren. Tenía que llegar a la madrugada a Mar del Plata y tomarme primero un café y después otro micro que me devolviera a la Capital, para escribir la nota.
Fue en el mismo viaje, apenas empieza, o mejor dicho antes, en la conferencia de prensa que dio Maradona en la estación atestada de gente antes de la partida, que empecé a entender algo de lo que estaba pasando. Recién ahí lo quise a Maradona, después de mucho tiempo de una relación conflictiva de la que él nunca se enteró. Porque allí, en ese tren, que estaba lleno de actrices, actores, cantantes, gente famosa, dirigentes como Evo, dirigentes sindicales, la verdad de la milanesa era Maradona. Era el motor, la tracción a sangre que le dio un volumen enorme a ese viaje de vigilia por la Patria Grande. Todo lo que significa Maradona, él lo puso al servicio de un proyecto, que en ese momento era arruinarle la fiesta a Bush.
Russo publicó al otro día en Página/12 (5 de noviembre) una crónica memorable que tituló “La noche del Diez. El Tren del Alba”, donde describió el sentir de esos vagones repletos de distintas personalidades unidas por una causa común, que era decirle No al ALCA. A la distancia reflexiona el amor y la pasión que generaba Maradona en la gente:
Kusturica, que filmaba su documental, lo seguía por todas partes. Los primeros vagones, que era donde estaban los más importantes, eran inaccesibles para el resto de los pasajeros. Igual se podían hacer muchas notas en medio del apretujamiento general: si a uno le pegaban un codazo, se daba vuelta y seguro que era un “famoso pensante”, de esos que te dan buenas frases. Así transcurría la madrugada cuando la puerta del coche comedor se abrió y entró algo como una llamarada: era Maradona con Kusturika atrás y el séquito que lo seguía a todas partes.
Me achiqué en el asiento porque el clima en el coche comedor era de sofoco, pero de pronto una mano agarró la mía y era la de Maradona. Había ido a saludar a uno por uno de los que estábamos en el tren. ¿Hace falta decir que, desde entonces, yo, Maradó Maradó? Porque volví al toque y escribí la crónica que salió publicada al día siguiente, pero también vi y leí lo que había pasado en la Cumbre y en la Contra Cumbre, y la vibración inusual y magnífica del tren había tomado forma allí. Había encontrado su cauce.
Vi a Maradona apoyar su cabeza en el hombro de Chávez en el estadio. Vi y escuché el discurso de Néstor y la cara que iba poniendo Bush a medida que hablaba. Algo adormecido se desperezaba: un ciclo histórico regional y popular se ponía en marcha, y eso había sido posible esencialmente porque en Mar del Plata se había abortado la idea de la región eunuca y bananera dispuesta a las frígidas relaciones carnales.
¿Puede un viaje en tren cambiarte la vida? Sí. Cuando en un tren como ese se concentra como un extracto de perfume la voluntad de ser libres, viajar en él y pasar una noche en vela absorbiendo esa esencia, puede cambiarte la vida.
Carlos López es un destacado dirigente político con vasta trayectoria en el campo popular. Durante su juventud, fue integrante de la corriente política Juventud Peronista-Juventud Trabajadora Peronista (1969-1977) y de su órgano de difusión, la revista Jotape (1987-1989). Durante los doce años de gobierno kirchnerista cumplió distintas funciones como asesor de la Secretaría General Presidencia de la Nación (2004-2014) y secretario Adscripto para Asuntos Especiales de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner (2014-2015).
Veedor Internacional representando a Unasur e invitado por los CNE (Comisión Nacional Electoral) de cada país como Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia, entre otros).
Actualmente es diputado del Parlasur por el Frente de Todos y director del Observatorio de Asuntos Latinoamericanos de la Cámara de Diputados de la Nación.
Durante la Cumbre de los Pueblos, tuvo un papel destacado como secretario de Organización de la FTV (Federación de Tierra y Vivienda) y desde allí pudo disfrutar cómo la unidad del pueblo puso un freno al ALCA colonialista y también cómo la figura de Maradona era sinónimo de pasión de multitudes:
Como se ha escrito, Diego Maradona viajó junto a otras personalidades en el Tren del Alba.
Cuando se llegó a Mar del Plata, se decidió que no era posible que Diego caminara hasta el estadio junto a la multitud, que excedía las quince cuadras.
La masiva movilización de cerca de tres horas fue sencillamente imponente: miles de hombres y mujeres de diferentes países hicieron realidad la unidad en la diversidad, las banderas de diversos colores y símbolos flamearon en los más alto y las consignas fueron variadas, pero con un solo objetivo: fuera Bush.
Un acierto político de Luis D’Elía fue hacer pintar los retratos de Fidel Castro, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Lula da Silva y Tabaré Vázquez; la frase: “Viva la Unidad de los Pueblos Latinoamericanos” precedía a las figuras antes mencionadas.
Pocos privilegiados pudieron escuchar a un guitarrista en un bar de una estación de servicio, era el mismísimo Manu Chao entonando “Si yo fuera Maradona…” (de la canción la vida es una tómbola).
En aquellos días, yo estaba integrado a la Secretaría General de la Presidencia, pero seguía siendo el secretario de Organización de la FTV (Federación de Tierra y Vivienda), en ese carácter tuve la responsabilidad de organizar el ingreso militante, la distribución en el Estadio de las distintas agrupaciones, sobre todo cómo se ordenaba el palco de los protagonistas. Entre ellos el ingreso de Diego Armando Maradona.
El comandante Chávez comenzó su alocución, y en un determinado momento, invitó a Diego a hablarle a la concurrencia de más de 60.000 personas que, pese a la lluvia, se mantenían en el Estadio.
Diego se acercó, muy emocionado y solo expresó: “Los quiero mucho a todos, Argentina es digna, echemos a Bush”. Él era consciente que el protagonista era el líder bolivariano.
Rememoro eso y no dejo de pensar en el origen humilde y peronista de Diego, su amistad con Fidel y Chávez, su compromiso con Néstor y Cristina y su devoción por la unidad latinoamericana que fueron una constante durante su vida.
Diego estaba muy feliz, sobre todo cuando el presidente venezolano lanzó esa frase que retumbó en el mundo: “ALCA, ALCA…al carajo”.
En el estadio mundialista de Mar del Plata, debajo de una llovizna que acompañó toda la marcha, una enorme imagen del Che Guevara se desplegaba arriba del palco de autoridades. Y abajo del escenario tres enormes rostros de héroes latinoamericanos, la de Simón Bolívar, José de San Martín y José Martí.
El periodista Quique Pesoa, con su inconfundible voz, ofició de maestro de ceremonias presentando al chileno Francisco Pancho Villa, los cubanos Amaurí Pérez, Vicente Feliú y Silvio Rodríguez, el argentino Víctor Heredia y Blanca Chancoso, la histórica dirigente indígena ecuatoriana, que fue la encargada de leer el documento final de la III Cumbre de los Pueblos.
En ese acto de más de 40 mil personas, también escuchamos a Hugo Chávez brindar con su carisma caribeño uno de los discursos más relevantes de su vida política. El escenario estaba rodeado por las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, el futuro presidente boliviano Evo Morales, y una enorme cantidad de dirigentes políticos y periodistas.
En un momento, Chávez miró a Blanca Chancoso, y recordó que de chico los indios le habían enseñado un método para espantar a la lluvia. Chávez sopló tres veces para arriba, apuntándole al cielo. Y para sorpresa de todos, las nubes se corrieron.
Chávez en su discurso agradeció a distintas personalidades y analizó el contexto mundial geopolítico y la necesidad de enterrar al ALCA y todas las herramientas del capitalismo que producen miseria y muerte para poder generar un nuevo amanecer revolucionario de la Patria Grande. Cuando llegó el momento de presentar a Maradona, el comandante Chávez lo invitó para que dijera unas palabras llamándolo “el Pibe de Oro”. En ese momento el estadio estalló en aplausos y coreó el nombre de Diego. Ante la sorpresa y humildad de Maradona, con una sonrisa como cuando levantó la copa del Mundo de México 86, se abrazó a Chávez y exclamó: “Los quiero mucho a todos, Argentina es digna, echemos a Bush”.
Ese mismo viernes 4 de noviembre, pero unas horas más tarde se realizó la IV Cumbre Oficial de las Américas en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditórium, ante 34 Naciones con la exclusión de Cuba, por ser una revolución que no acepta imposiciones del Departamento de Estado norteamericano. Con discursos memorables de Néstor Kirchner y Hugo Chávez, pudo lograrse el anhelo de Maradona y el de millones de América Latina y el Caribe, el presidente Bush y sus distintos aliados habían perdido la batalla de imponer sus reglas de juego económicas de libre mercado... el Alca se iba como lo había expresado sutilmente el presidente Chávez: “Alca, Alca... ¡Al carajo!”.