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Introducción

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Como bien refleja su título Comer, beber y hablar. Triangulación oral en la cultura limeña, este libro se instala en un cruce de caminos, los del habla, la comida y la bebida propiamente dichas, tal cual operan cotidianamente en distintos sectores y para las más variadas realidades. Valga recordar que en el Perú la investigación académica no ha abundado en trabajos donde se destaque la articulación de las prácticas orales acá referidas. Tal vacío es el que forma parte de los comentarios con que abrimos el presente texto; vemos incluso que, en la diversa gama de nociones que sobre la cultura se ha manejado entre nuestros científicos sociales, la dimensión oral no ha recibido un valor protagónico. Como bien se sabe, para tales ópticas, la noción de cultura fue vinculada a temas de conocido peso estructural como el de la identidad nacional, la problemática indígena, la miseria económica o el déficit educativo. Por ejemplo, las indagaciones antropológicas se adhirieron fuertemente al estudio de festividades y ceremoniales folclóricos, exploraciones que contribuyeron, la mayoría de veces y de modo patente, a distanciar lo que había de remoto en ellas respecto al orbe capitalino moderno. Sea como fuere, hemos creído conveniente —en los primeros tramos del documento— insistir en lo oral hablado, en lo oral comunicado e incluso en lo oral tecnologizado; asimismo, no hemos perdido de vista una problemática de especial valor en el país como es la del traslado de la dimensión de la oralidad al plano de la escritura o el de su recreación ficcional en el terreno de la novela, el cuento, la crónica y el ensayo: de allí una revisión, no necesariamente exhaustiva, de esos formatos.

En una segunda instancia, pasamos a informar al lector sobre los hallazgos recogidos mediante las distintas técnicas de investigación que fuimos implementando: observaciones de campo, entrevistas semiestructuradas y grupos focales, cada una de las cuales cumplió un rol específico y ocupó un plano autónomo. Por ejemplo, tenemos el registro de los distintos ceremoniales a los que acudimos y donde los participantes pudieron desplegarse del modo más natural, justamente por no saberse materia de estudio (observación de campo); los diálogos con personajes que, por su propia habilidad, experiencia o figuración en el terreno de lo culinario o en el divertimento nocturno, tienen una concepción rica en matices respecto a las prácticas en cuestión (entrevistas) e inducción de discusiones temáticas con sectores adecuadamente estratificados o convocados bajo otros criterios clasificatorios (grupos focales). Preciso es señalar que tópicos como la problemática de los géneros y de las generaciones tal cual se experimenta en casa, el imprevisible impacto de la tecnología en la socialidad contemporánea, las agendas horarias de los miembros del colectivo familiar como sus fuerzas disgregadoras, la promoción de todo tipo de consumos fuera del hogar e incluso el boom gastronómico como es experimentado por los que están cerca de su radio y por quienes se encuentran en sus márgenes, fueron también abordados en las sesiones de grupo.

Comer, beber y hablar

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