Читать книгу La profecía del malaje - Julio Muñoz Gijón @Rancio - Страница 5

UNO

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Unos cincuenta turistas escuchan atentos a un guía de pelo cano delante de una casa del barrio Santa Cruz. Lleva una camiseta en la que se lee «Sevilla Ghost» y un signo de los Cazafantasmas. Habla por un micro de diadema.

–Y aquí tenemos uno de los misterios menos conocidos de la ciudad de Sevilla. Por favor, fijaos atentamente en esta casa. Estamos en la plaza de Alfaro, en pleno corazón del barrio Santa Cruz, uno de los lugares más turísticos de la ciudad. Sin embargo, son pocos los que se fijan en que esta casa tiene una reja distinta en cada una de sus ventanas. Ninguna es igual a otra.

Los turistas giran sus cabezas tras escuchar la traducción simultánea en sus auriculares y comienzan a señalar las rejas y comentar entre ellos en varios idiomas. El guía continúa y se acerca a una.

–De las catorce que hay, la más llamativa es esta, la conocida como «La Reja del Diablo».

La atención de todos se centra ahora en una reja de barrotes de hierro que forman cuadrados. El guía la toca.

–Los barrotes no están ni soldados, ni atornillados, ni pegados… De algún modo, imposible de entender, se han retorcido de una manera sobrenatural. Como si el hierro fuera blando y se pudiera moldear.

Los turistas están perplejos.

–Ningún herrero del mundo ha sido capaz de explicar cómo se forjó esta reja, ni quién lo hizo. Es imposible incluso con las técnicas de hoy en día. Por eso, porque la única explicación es que el mismísimo demonio quisiera encerrar algo aquí y hubiera retorcido los barrotes de metal… Se la conoce como «La Reja del Diablo».

Los turistas se quedan en silencio. Uno levanta la mano.

–Sevilla es una ciudad muy vinculada a la religión, ¿no? ¿Hay muchas referencias al mal aquí?

–Bueno, te puedo asegurar que un agosto en Sevilla es lo más cercano al infierno que hay en la tierra.

Todos ríen. Pero el guía cambia el gesto.

–Hay rastros, sí. Piensa, por ejemplo, en Belcebú. Es uno de los nombres que se le da al Anticristo, ¿verdad? Ese nombre aparece en el Antiguo Testamento original como «Baal Zebub», que podríamos traducir como «El príncipe de las moscas». Pensad en las moscas como símbolo de enfermedad, dolor, miseria… muerte.

Los turistas escuchan sin pestañear.

–Ahora vamos a Sevilla. El nombre de Sevilla nace de cómo los musulmanes pronunciaban su designación romana, Hispalis, que a su vez viene del nombre fenicio His Baal.

Todos callan.

–Encontramos en el origen del nombre de la ciudad la misma palabra «Baal», que veíamos en Belcebú.

Otro de los turistas no reprime su curiosidad.

–¿Y qué significa His Baal?

El guía se pone sombrío.

–«La ciudad del Príncipe».

En ese momento, las campanas de la catedral comienzan a redoblar sin parar.

La profecía del malaje

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