Читать книгу Gorilas en el techo - Karen Karake - Страница 10

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[ CAPÍTULO 4 ]

Hoy desperté pensando en mis abuelos. Los sábados mi abuelo pasa por nosotros para ir a pasear. Su carro es muy lento y cuando Gabriel le pide que acelere, siempre dice con voz de caballero medieval: “Despacio que llevo prisa”.

—¿A dónde quieren ir? —pregunta aunque ya sabe la respuesta. Vamos siempre al mismo lugar. Mis papás no pueden creer que de todas las cosas que podríamos hacer, la Plaza del Sol es lo que escogemos.

En la Plaza del Sol no hay nada interesante. Es un centro comercial triste, sin gente. No le pega el sol y la mitad de las tiendas están cerradas, pero tiene escaleras eléctricas. Mi abuelo nos espera abajo sentado en una banca, nos mira subirlas y luego bajar corriendo por las normales. El lugar está medio vacío y podemos subir mil veces. No sé cómo no se aburre. Me gusta que no nos pide que estemos en silencio o que nos quiere ahí enfrentito en donde nos pueda ver. No es porque no se preocupe, solo es diferente a mis papás, ellos piensan siempre lo peor del mundo.

El otro día mirándolo desde arriba, armé en mi mente una película de lo que no quiero olvidar: Cuando va por nosotros para pasear en bici y nos hace ponernos unos cascos amarillos, o cuando nos lleva por un helado antes del almuerzo. Pero lo que seguro no voy a olvidar es de cómo se sienta con nosotros en las cenas familiares, los adultos lo aburren.

—¿Vendrás acá sin nosotros cuando no estemos? —le preguntó mi hermano.

—Sí, claro que voy a venir y voy a traer a otros dos niños que encuentre por ahí, a ver si les gusta subir y bajar como a ustedes.

En su casa hay pocos libros, no le gusta mucho leer, pero un día me encontré El exorcista.

—¿De qué trata este libro?

—Es una historia de terror, creo, pero no lo he leído —me dijo.

Le conté que mis amigas me platicaron que la película da mucho miedo. Mis papás no me dejan verla.

—¿Qué tan de miedo creés que sea? —volví a preguntar.

—¿Por qué no lo leés y me contás?

Lo leí, pero no le conté que tenía un capítulo que no era para niños. Es uno horrible en donde Regan, que tiene un espíritu diabólico adentro, se mete una cruz por allá abajo. Por días no paré de pensar en eso, las partes del exorcismo no fueron nada en comparación.

—¿Qué te pareció al fin? ¿Sí es de miedo? —preguntó sonriente.—. ¿Vale la pena leerlo?

—No, mejor no.

—Te voy haré caso entonces.

Eso es algo que también voy a extrañar, que no me trate como niña.

Mi abuela no es como las de mis amigas, la mía dice malas palabras y nos deja decirlas. Tampoco cocina. Si vamos a su casa, nos compra algo de McDonalds o del Pollo Campero. No siempre me gusta comer eso, pero es eso o maíz de lata.

También fuma. Su casa huele a humo y a su crema para la cara. A spray de pelo y a lo que huelen por dentro las gavetas de los calcetines. Ninguna casa huele así, no quiero olvidar ese olor.

En mi libro del cuerpo humano dice que los olores nunca se olvidan, pero quién sabe. Ella es la primera que me felicita en mi cumpleaños, me canta Las mañanitas completas. Sé que llamará aunque no sé si con el horario distinto pueda sea la primera como antes.

Beca me preguntó si me hará falta algo además de la gente.

—No sé, todo —respondí.

—Tenés que decir las tres cosas que más vas a extrañar, como la comida de la cafetería.

—Ajj, qué asco, eso no.

—A la profesora de Español, a ella seguro la vas a extrañar.

—Para nada —le dije—, estoy feliz de que ya no la veré todos los días.

—Ah, ya sé. ¡El helado de vainilla con Milo y Choco Krispis!

Yo nunca digo palabras de amor o cosas como: “Te quiero mucho” o “Te voy a extrañar”, pero con ella no hace falta, me conoce tanto que solo nos sonreímos sin ponernos cursis.

—Las extrañaré a ustedes, al colegio y las guerras de papeles en el bus. Las tortillas, el frijol, nuestras llamadas por teléfono y ver los domingos El Chavo del Ocho.

—Seguro encontrarás algo mejor para ver, algo más divertido.

Pero lo dice porque ella odia El Chavo. A muchas de mis amigas no las dejan verlo, sus papás dicen que es muy vulgar y tonto.

Todo es tonto, peligroso o no para niños.

Gorilas en el techo

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