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INTRODUCCIÓN

Y ahora ¡salud! Disfruta de la vida durante tu viaje y visita

lugares que te parezcan agradables y útiles a la vez […]

recorre el mundo a tu capricho,

que viajando es como se forma un hombre perspicaz.

Este es uno de los muchos consejos que daba el amigo Werner, honorable comerciante, en una larga carta a Wilhelm, el protagonista de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister de Goethe.1 En 1796, el año de publicación de esta obra, paradigma de la novela de formación del clasicismo alemán, hacía ya varias décadas que la cultura del viaje en Europa había empezado a eclosionar, favorecida por la mejora de las condiciones materiales, como los medios de transporte o la red de caminos y carreteras, pero también por el ansia de formación de la burguesía ilustrada. El horizonte de esos viajeros se había ampliado considerablemente a lo largo del siglo XVIII y ya no eran solo Italia y Francia, consideradas como cuna y crisol de la civilización, los países que despertaban interés, sino también España y, en menor medida, Portugal. Desde un punto de vista geográfico y cultural, el desplazamiento desde Centroeuropa al suroeste del continente constituía un movimiento excéntrico en el más amplio sentido de la palabra y, en aquella época, todavía revestía carácter de aventura.

Aunque ya desde el siglo XV hubo viajeros procedentes del ámbito lingüístico alemán que visitaron España dejando testimonios escritos en su lengua y no en latín (Weber, 2011: 15-43), es en la segunda mitad del siglo XVIII y sobre todo en la última década, es decir, a partir de la Revolución francesa, cuando empieza a percibirse un aumento significativo (Raposo, 2011: 120-166; Friederich-Stegmann, 2014: 51-57). Se trata generalmente de eruditos o comerciantes que se dirigen a España desdeñando las dificultades e incomodidades de los caminos y de toda la infraestructura, así como la mala fama de un país al que se consideraba atrasado y fanático. Aunque la Revolución y sus secuelas más bien dificultaban que favorecían la actividad viajera, el interés alemán por España fue en aumento. Por otro lado, Francia era lugar de paso indispensable para llegar al país, si no se elegía una vía marítima directa desde el norte de Alemania, Inglaterra, Países Bajos o Italia. Y aunque España fuera la meta principal del viaje, las dos naciones vecinas (Francia y Portugal) también formaban y forman parte del suroeste europeo. Cabe preguntarse si algunos viajeros lo percibieron como un todo, o como una alternativa al sur tradicional, pero la respuesta a esta cuestión está reservada a investigaciones posteriores. Sea como sea, en este ámbito geográfico, el paso de la Francia posrevolucionaria a una España absolutista y fuertemente católica, y de ahí a un Portugal de características similares, pero diferenciado por el estrecho contacto con Inglaterra, ofrecía múltiples posibilidades de comparación y confrontación de observaciones e impresiones, algo consustancial a la literatura de viajes. Sin embargo, no todos los viajeros de la época aprovecharon esa posibilidad de la misma forma.

Entre 1790 y 1802 se tienen noticias de seis viajeros que pasaron por al menos dos de los tres países. En 1790 el erudito Joseph Hager viajó de Viena a Madrid, y en 1792 publicó un breve relato (Hager, 1792) donde describe su paso por el Tirol, el norte de Italia y Francia. El comerciante Leopold Anton (o Anton Friedrich) Kaufhold, cuya única meta era igualmente la capital, describe brevemente el paso por los Países Bajos, Francia y el camino desde la frontera hasta Madrid, para centrarse luego en esta ciudad. Su obra, además de un relato de viaje, es una monografía sistemática sobre España en dos gruesos volúmenes (Kaufhold, 1797). En cambio, el botánico Friedrich Heinrich Link tenía Portugal como objetivo principal de su viaje, y a este país dedica la mayor parte de su obra (Link, 1801).2 Son muy diferentes los casos de los dos viajeros más famosos de esta etapa y más conocidos en la bibliografía especializada española, porque algunos de sus escritos se tradujeron casi íntegramente: Christian August Fischer y Wilhelm von Humboldt. Ambos recorrieron gran parte de España con un itinerario similar: de norte a sur, con entrada por el País Vasco, y de Andalucía en dirección nordeste, para abandonar el país por Cataluña. Humboldt es un caso especial, pues en realidad no escribió ni publicó en vida ningún relato de viaje dedicado a España. Sin embargo, es conocido en nuestra lengua gracias a que Miguel Ángel Vega entresacó y tradujo del capítulo segundo de la edición póstuma de sus diarios (Leitzmann, 1918) la parte que relata el viaje a España (Humboldt, 1998). En cuanto a Fischer, llegó a convertirse en una especie de especialista en España durante las primeras décadas del siglo XIX, con once publicaciones sobre el tema, de las cuales se ha traducido su relato general de viaje (Fischer, 2007) y otros dos libros que no pertenecen propiamente a ese género, sino que son descripciones de ciudades: Valencia (Fischer, 2008) y Madrid (Fischer, 2013).

Finalmente, el crítico y traductor literario Karl Friedrich von Jariges lleva a cabo su viaje en 1802, pero no publica el relato hasta 1810, probablemente motivado por el redoblado interés que había despertado España en toda Europa a raíz del estallido de la guerra de la Independencia en 1808.3 A diferencia de Fischer y Humboldt, que no llegaron a visitar Portugal, Jariges lo incluye en su viaje y en el relato correspondiente, en el que presenta una visión compacta de los tres países (Francia, no obstante, limitado a su parte meridional) y con esta del suroeste. En este aspecto, su obra completa las de sus dos famosos antecesores y la presente traducción íntegra4 se propone darla a conocer al público de habla española para ir llenando la laguna (que afortunadamente va haciéndose cada vez menor) en el conocimiento de la literatura de viajes alemana dedicada a España y a su entorno geográfico.

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Karl (o Carl) Friedrich von Jariges (Berlín 7 de septiembre de 1773 - Berlín 22 de junio de 1826)5 era nieto de un ministro prusiano descendiente de hugonotes franceses. Gracias a la situación acomodada de la familia, pudo permitirse llevar una vida, si no opulenta, sí dedicada a la literatura y a los viajes de formación, una vez finalizados sus estudios de Comercio y Derecho. Su viaje a España tuvo lugar en 1802, en compañía del barón Ludwig von Vincke (funcionario de la Administración comunal, cuyo objetivo era comprar lana merina para fomentar el desarrollo de la ganadería en Prusia) y del botánico Gottfried Konrad Hecht. Se encontraron los tres por primera vez en Bilbao, y a partir de aquí Jariges viajó solo hasta Madrid, mientras que los otros dos siguieron por la costa del norte. Más tarde se reencontraron en Astorga para continuar juntos el viaje.

Pocos años después, probablemente entre 1804 y 1806, Jariges se estableció en Weimar, el centro del clasicismo alemán dominado por la figura de Johann Wolfgang Goethe. Entonces adopta el seudónimo de Beauregard Pandin, tomado del apellido de sus antepasados franceses (Döring, 1837), y trabaja como colaborador y reseñador en diversas revistas literarias, llevando una vida muy retraída, sin establecer contactos estrechos con los círculos intelectuales de la época. Sus reseñas literarias y sus críticas teatrales, que solía publicar anónimamente, llegaron a ser muy temidas debido a su dureza y le granjearon muchas enemistades, hasta el punto de que en 1809, por instigación de actores y actrices del teatro de la corte de Weimar, que se sentían ofendidos por dichas críticas, se decretó su expulsión del ducado con el pretexto de haber perturbado la paz de una institución tan «renombrada y honorable» (Fambach, 1967: 371) como pretendía serlo dicho teatro.

Posteriormente se instaló en Dresde, y luego en Berlín, donde permaneció hasta su muerte en 1826. Además de seguir colaborando para diversas revistas literarias, se dedicó a realizar traducciones de la literatura española, inglesa, francesa e italiana al alemán, entre las que destacan Spanische Romanzen (Romances españoles), publicada en 1823, y las versiones de varias obras de Shakespeare en 1823 y 1824. Sin embargo, su único libro de autoría propia fue el que presentamos ahora.

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El relato del viaje de Jariges apareció anónimo con el título Bruchstücke einer Reise durch das südliche Frankreich, Spanien und Portugal im Jahr 1802 (Fragmentos de un viaje por el sur de Francia, España y Portugal en 1802) en la editorial Gleditsch de Leipzig, que ya en el siglo XVII se había destacado por publicar tratados de geografía y relatos de viaje. Una peculiaridad formal es que el libro está impreso en caracteres latinos (lo que en alemán se denomina letra Antiqua), no góticos (Fraktur), como era habitual en la época. Probablemente esto se debió a la influencia política francesa, que en el año 1810 estaba en su apogeo en los territorios de habla alemana y propició un florecimiento efímero de ese tipo de letra en las imprentas alemanas.

La distancia de ocho años entre la realización del viaje (1802) y la publicación (1810) no es un caso excepcional. Además, esta distancia se acorta si se tiene en cuenta que entre julio de 1807 y enero de 1809 habían ido apareciendo más o menos regularmente en la revista literaria Zeitung für die elegante Welt (Periódico para el mundo elegante)6 varias entregas de episodios de viaje por Francia, España y Portugal, que son el precedente del posterior libro. Gracias a esta distancia temporal, el autor incluyó detalles en diversas ocasiones que no pudo conocer en 1802, por ejemplo la referencia a la batalla de Trafalgar en 1805, o a la ocupación francesa de Portugal en 1807. Sin embargo, falta toda referencia a los acontecimientos de 1808, con lo cual la obra representa una foto fija de la situación anterior a la guerra de la Independencia,7 una imagen de la calma antes de la tempestad en lo que respecta a la península ibérica.

El anonimato no resulta extraño si se tiene en cuenta que Jariges solía publicar sus críticas literarias sin indicar su autoría. También es posible que todo esto denote el aislamiento en el que se encontraba después del infausto episodio que tuvo que vivir en Weimar solo un año antes. Lo que ya no es tan habitual es la falta de elementos paratextuales e información sobre las circunstancias condicionantes de la publicación, tales como el objetivo del viaje o los posibles destinatarios del libro. A diferencia de otros relatos de viaje de la época, el de Jariges carece de índice, prólogo, introducción u observaciones preliminares. Tampoco tiene una dedicatoria, y el final resulta extrañamente abrupto, inacabado casi. Por lo tanto, la palabra fragmentos, presente en el título, puede entenderse aquí literalmente, ya que, como se ha indicado antes, se trata de una recopilación de artículos anteriores a la aparición del libro.8

El objetivo del viaje era claramente cultural, como lo demuestra la insistencia en aspectos relacionados con la literatura: la excursión a la gruta de Petrarca en Fontaine-de-Vaucluse, las citas y referencias a autores alemanes y españoles, las visitas a representaciones teatrales (en Lyon, Montpellier, Madrid, Valladolid, Oporto, Lisboa, Alicante y Valencia). En este contexto tiene una relevancia especial la estancia en Granada, que fue el germen de su posterior estudio y traducción de romances españoles. En su descripción de la Alhambra se detiene especialmente en la sala de los Abencerrajes y en los jardines del Generalife, como escenarios de acontecimientos relatados en esos viejos romances. Con ello refuerza una tendencia que ya había iniciado Fischer con su interés ocasional por el pasado musulmán de España. En Jariges este interés culmina en el aspecto literario y años más tarde da sus frutos en la publicación de Spanische Romanzen arriba mencionada.

Esta concentración en lo literario no impide que Jariges se muestre como típico viajero ilustrado con intereses universales que abarcan todos los demás aspectos de la vida de los tres países, de su economía, de su cultura, de su religión, de sus costumbres sociales y hasta de su lengua (no son infrecuentes las observaciones sobre la pronunciación y el léxico del español). Combinando pasajes descriptivos y narrativos, como es usual en la literatura de viajes, toca los temas más diversos y a menudo ameniza sus observaciones relatando anécdotas y encuentros personales. En lo que respecta a las artes plásticas y a la arquitectura, da muestras de tener un gusto clasicista, muy en consonancia con lo que refleja también en sus reseñas literarias de su época de Weimar. Sobre temas políticos apenas se pronuncia, excepto en lo referente a las secuelas de la Revolución en Francia. Por otro lado, no deja de hacer referencia a sucesos de actualidad, como la epidemia de fiebre amarilla de 1800, o ya en el propio 1802, la rotura del pantano de Puentes en La Tova (Lorca) y la visita de Carlos IV con toda su corte a Barcelona. Pero donde se detiene con más deleite es en las descripciones de la naturaleza: paisajes en general, salidas y puestas de sol, temporales en el mar. Las descripciones de paisajes muchas veces le despiertan reminiscencias literarias: así, las primeras naranjas que come en Portugal le recuerdan la canción de Mignon en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister de Goethe; el palmeral de Elche le remite al Cantar de los Cantares; los jardines cercanos al mar en Mataró le llevan a insertar su propia traducción de un pasaje de El príncipe constante de Calderón.

Así se muestra cómo la obra de Jariges representa un punto de inflexión entre el viaje ilustrado con su pretensión generalista y el viaje romántico con su dicción subjetiva y con su atracción por lo diferente y exótico, una tendencia que llegará a ser extraordinariamente fructífera en este tipo de texto hasta más allá de todo el siglo XIX.

Observaciones sobre la traducción

La presente traducción se guía en general por un principio de fidelidad filológica, asumiendo conscientemente el riesgo de caer en un estilo poco atractivo: a veces redundante, a veces recargado de adjetivos y adverbios. Así se refleja el hecho de que Jariges, a pesar de su interés por la literatura, no era literato.

El texto original muestra además algunas peculiaridades formales cuya resolución se rige por las siguientes pautas:

– Para los topónimos hemos utilizado la grafía actual, corrigiendo los muchos errores tipográficos del original.

– Siguiendo las normas de edición de PUV, cuando el autor utiliza palabras o sintagmas en un idioma que no sea el alemán lo señalamos con cursiva. No así cuando introduce frases breves o citas en otro idioma; en ese caso, se mantiene la letra redonda.

– En los títulos de obras literarias o de arte hemos utilizado las denominaciones españolas canónicas, salvo excepciones que se explican en notas al pie.

BIBLIOGRAFÍA

DÖRING, Heinrich (1837): «Jariges, Karl Friedrich von», en J. S. Ersch y J. G. Gruber (eds.): Allgemeine Encyclopedie der Wissenschaften und Künste, Leipzig, Gleditsch, Sección 2, vol. 14, p. 387, en línea: <http://resolver.sub.uni-goettingen.de/purl?PPN362237611> (consulta: 13-09-2020).

FAMBACH, Oscar (1967): «Karl von Jariges und seine Katastrophe zu Weimar», Jahrbuch des Freien Deutschen Hochstifts, pp. 328-385.

FISCHER, Christian August (2007): Viaje de Ámsterdam a Génova pasando por Madrid y Cádiz, traducción de Hiltrud Friederich-Stegmann, Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante.

— (2008): Cuadro de Valencia, en Berta Raposo y Grupo Oswald (eds.), Valencia, Biblioteca Valenciana.

— (2013): Cuadros de Madrid, en Sandra Rebok (ed.), Madrid, CSIC.

FRIEDERICH-STEGMANN, Hiltrud (2014): La imagen de España en los libros de los viajeros alemanes del siglo XVIII, Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante.

GÁRATE, Justo (1985): «Viaje de von Jariges desde Bayona a Vitoria, Bilbao y Burgos en 1802», Revista internacional de los estudios vascos 2(30), pp. 227-242.

GARCÍA-WISTÄDT, Ingrid (2011): «Krieg und Romantik. Vom spanischen Unabhängigkeitskrieg bis zur deutschen Märzrevolution», en Berta Raposo e Isabel Gutiérrez Koester (eds.): Bis an den Rand Europas. Spanien in deutschen Reiseberichten vom Mittelalter bis zur Gegenwart, Fráncfort del Meno/Madrid, Iberoamericana/Vervuert, pp. 167-225.

GARCÍA-WISTÄDT, Ingrid; Isabel GUTIÉRREZ KOESTER y Berta RAPOSO (2019): Valencia inédita. Testimonios de viajeros alemanes (siglos XVIII-XX), Valencia, PUV.

HAGER, Joseph (1792): Reise von Wien nach Madrit im Jahre 1790, Berlín, Friedrich Vieweg.

HUMBOLDT, Wilhelm von (1998): [Diario de viaje a España 1799-1800], traducción de Miguel Ángel Vega, Madrid, Cátedra.

KAUFHOLD, Anton Friedrich (1797): Spanien wie es gegenwärtig ist, in physischer, moralischer, politischer, religiöser, statistischer und literarischer Hinsicht aus den Bemerkungen eines Deutschen, während seines Aufenthalts in Madrid in den Jahren 1790, 1791 und 1792, 2 vols., Gotha, Carl Wilhelm Ettinger.

LEITZMANN, Albert (ed.) (1918): Wilhelm von Humboldts Tagebücher, vol. 2 (1799-1835), Berlín, Behr, pp. 126-355.

LINK, Friedrich Heinrich (1801): Bemerkungen auf einer Reise durch Frankreich und Spanien vorzüglich Portugal.

— (2010): [Viaje por España], traducción de Marta Fernández Bueno, estudio introductorio y notas de Sandra Rebok y Miguel Ángel Puig-Samper, Madrid, CSIC.

RAPOSO, Berta (2011): «Neugierige Gelehrte und gebildete Kaufleute: Deutsche Spanienreisende im 18. Jahrhundert bis zum Anfang des Unabhängigkeitskriegs (1700-1808)», en Berta Raposo Fernández e Isabel Gutiérrez Koester (eds.): Bis an den Rand Europas. Spanien in deutschen Reiseberichten vom Mittelalter bis zur Gegenwart, Fráncfort del Meno/Madrid, Iberoamericana/Vervuert, pp. 113-166.

WEBER, Eckhard (2011): «Pilger, Räuber, Heiden und Ketzermeister. Spanienbilder in Texten deutscher Reisender an der Wende zur Neuzeit (15./16. Jahrhundert)», en Berta Raposo Fernández e Isabel Gutiérrez Koester (eds.): Bis an den Rand Europas. Spanien in deutschen Reiseberichten vom Mittelalter bis zur Gegenwart, Fráncfort del Meno/Madrid, Iberoamericana/Vervuert, pp. 15-76.

ZIMMERMANN, Christian von (1997): Reiseberichte und Romanzen. Kulturgeschichtliche Studien zur Perzeption und Rezeption Spaniens im deutschen Sprachraum des 18. Jahrhunderts, Tübingen, Max Niemeyer.

1. Libro V, cap. 2.º, traducción de Miguel Salmerón.

2. Existe una traducción parcial que recoge solo la etapa española del viaje (Link, 2010).

3. Igualmente en 1810 apareció el opúsculo del pastor protestante y pedagogo suizo Friedrich Studer Rückerinnerungen aus Spanien (Recuerdos de España), que solo con grandes reservas podría considerarse como perteneciente a la literatura de viajes (García-Wistädt, Gutiérrez Koester y Raposo, 2019: 54-56).

4. Existen ya dos traducciones parciales: la de los capítulos dedicados al País Vasco, realizada por Justo Gárate (Gárate, 1985) y la de los dedicados al Reino de Valencia, realizada por Berta Raposo (García-Wistädt, Gutiérrez Koester y Raposo, 2019: 47-54).

5. Todos los datos que se recogen aquí sobre la vida de Jariges están extraídos de Döring (1837), Fambach (1967), Gárate (1985: 242) y Zimmermann (1997).

6. Esta revista era uno de los órganos donde Jariges publicaba sus críticas y reseñas.

7. Esta guerra representa, si no una interrupción de la actividad viajera, sí una cesura y un factor que cambia temporalmente el carácter de los viajes que hacían los alemanes a España (García Wistädt, 2011: 167-186).

8. Según Döring (1837), el libro en realidad salió en 1809, aunque la publicación lleve 1810 en el pie de imprenta.

Fragmentos de un viaje por el sur de Francia, España y Portugal en 1802

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