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Capítulo 1

¿Qué carajo es emprender?

“El mundo no se interesa por tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, con independencia de que te sientas bien o no contigo mismo. “

Bill Gates

Cuando renuncié a mi último empleo en relación de dependencia, mientras le entregaba el telegrama a la chica del correo le dije: “¡Al fin…!” Ella sonrió y me dijo: “¡QUE SUERTE!”. Le devolví la sonrisa y me fui...

Caminaba con la copia de mi renuncia y me reía sola en la calle… ¿SUERTE? ¡¿Justo a mí que me sobran mil cosas menos suerte?! Recuerdo que entré a mi oficina (la propia) y me senté con un alivio tal como si me hubiese sacado 200 kilos de escombros de los hombros. No sabía lo que me esperaba y tampoco me importaba tanto. Pero me fui a la terraza, miré desde un piso 25 lo hermosa que estaba Buenos Aires en ese diciembre. Y suspiré...

Me tocaba volver a casa y el camino era largo, porque yo siempre viví LEJOS (ya hablaremos de eso en otro capítulo). Mis dos horas de camino a casa tenían un subte y dos colectivos. Pero esta vez no quise tomar el subte y, como si me sobrara plata, tomé un taxi por unas cuadras.

Me tocó uno de esos choferes a los que les gusta hablar, y yo odio que me hablen, pero estaba feliz, entonces charlamos. Me preguntó si ya terminaba mi día y le dije que sí, que estaba volviendo a casa…

—¿Madrugás mañana?

—¡No! —le dije y medio inflando el pecho, acoté —ya no tengo que madrugar. Hoy renuncié, después de 3 años, a mi trabajo.

Me miró por el retrovisor y soltó:

—¡Qué bueno piba!, ¿y ahora qué tenés pensado hacer?

Y yo con mucho orgullo le dije:

—Ahora me voy a dedicar full a mi emprendimiento.

—¿A TU QUÉ? —Me respondió el señor, con su voz ronca.

—A emprender… tengo una marca de accesorios…—le aclaré.

—Ahhh que bueno… un negocio propio.

—Sí, eso —resumí.

Y unos segundos antes de bajarme, me dijo… “yo tengo 67 años, no sé qué carajo es emprender, pero sí sé lo que es trabajar de lo que te gusta, toda mi vida fui taxista y me encanta”. Lo felicité. Me bajé en la parada del colectivo y no paraba de pensar… Es cierto, se habla mucho de la vida emprendedora, pero quizás haya mucha gente que no sabe realmente qué carajo es emprender. Así que acá voy.

Según reza la Real Academia Española emprender es:

“Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”.

Pero creéme que emprender es eso y mucho más.

En principio quiero que sepas que tener un hobbie, emprender o ser empresario, no son lo mismo, aunque algunas cosas se parezcan bastante entre sí.

Emprender según el Bendita Mi Suerte Institute…

Le consulté a muchos de mis clientes emprendedores qué creían que era emprender y estas fueron algunas de sus respuestas:

“…es cuestionarte todo, buscar respuestas, es frustración y aprendizaje, es sacar energía de la que ni sabías que tenías, es amar lo que hacés, aunque todo salga mal y seguir…”.
“…es ir hacia adelante bancándote la incertidumbre, es apostar al pleno cuando tenés una única ficha en la ruleta”.
”…emprender no es poesía ni verso, es lunfardo, es puteada. Y al final de cada día es satisfacción”.

También hay quienes dicen que emprender no es más que la evolución del instinto de supervivencia. Y no podría estar más de acuerdo.

Cuando empezás a emprender no podés hablar de otra cosa, te volvés monotemático, a veces, insoportable para tu entorno NO emprendedor.

Es similar a cuando conocés a alguien que creés que es el amor de tu vida y todo el tiempo estás hablando de esa persona. Bueno, con tu emprendimiento es muy parecido. Te pasás muchas horas, días, hablando de lo mismo. Creo que por eso terminamos teniendo cada vez más amigos con emprendimientos, con pymes o empresas.

Creo que es un poco por la sinergia que se genera y otro poco porque (digamos todo) el resto de nuestros amigos ya no nos soporta.

Es lógico, nadie entiende cómo hace una semana te quejabas de tu jefe que te hacía salir diez minutos más tarde y hoy estás las 24 horas trabajando y sin chistar. No hay fin de semana, no hay feriado, siempre hay algo más para hacer, para mejorar. Pero ojo, no es de fanático, no es de workaholic, es de pasión, como ese hincha de algún club de fútbol que no puede hablar de otra cosa. Te convertiste en eso y casi no lo notaste.


Workaholic: dícese de la persona adicta al trabajo.


Por eso, para mí emprender es un estilo de vida. Y como todo estilo de vida tiene muchísimas cosas buenas y muchas otras que te hacen llorar 1000 veces. Por ejemplo Messi, eligió ser futbolista, pero de chico le dijeron que no iba a poder jugar porque tenía un problema de crecimiento, tuvo que luchar un montón y entrenar muy duro.

¿Qué hubiera pasado si él se hubiese quedado llorando porque no podía hacer lo que disfrutaba? Con la vida emprendedora suele pasar eso.

Yo arranqué a emprender desde muy chica, pero claro, antes no se llamaba así, eso era ser comerciante o busca. Yo creo que adoptamos el término emprendedor porque las palabras, antes mencionadas, tenían mala prensa.

Siempre que decidís tener tu propio negocio, es difícil. Hacerlo rentable, ni te cuento.

Pero, ¿sabés qué? El componente romántico de la vida emprendedora, es que, se supone, uno debería hacer solo lo que le gusta y ahí es donde yo me enojo mucho.


Emprenderás con el sudor de tu frente.

Claro que en mi caso, renunciar y dedicarme a vender accesorios para bebés era algo que disfrutaba y encima me permitía tener ingresos, pero en algún momento y por errores que cometí e iremos viendo con el paso de las páginas, eso dejó de ser así. Yo lo seguía disfrutando, pero ya no era rentable. Ya no podía vivir de lo que amaba.

Ser emprendedor es aprender a ponerle valor a tus horas, entender que hay un otro dispuesto a pagar por eso que vos ofrecés, es aprender de finanzas, de trámites, de proveedores, de programas de diseño y mil cosas más. ¿Y todo eso se disfruta, Lau? ¡Claro que no!... Y quien dice lo contrario, MIENTE. Todos los trabajos tienen cosas que no disfrutamos, la vida está llena de esos momentos.

Si la vida fuera perfecta, este libro no existiría.

Emprender entonces es, en parte, hacer lo que te gusta, pero abrazando aquello que detestás, porque te ayuda a cumplir tu meta. ¿Me gusta ir al banco? ¡NO! Lo detesto, pero tengo que hacerlo.

Emprender es que eso que amás y te lleva mil horas al día, te deje PLATA. Si eso no pasa, entonces es un hobbie. ¿Está mal? No, claro, quizás ya tenés otra fuente de ingreso que te permite vivir tranquilo y podés darte el lujo de hacer cosas solo por el placer de hacerlas.

Ser empresario también tiene mala prensa, en Argentina al menos, si decís empresario es casi como decir “soy ESTAFADOR”. Grandes empresas se siguen nombrando PYME, porque tienen un nivel más alto de ingresos que un emprendedor, pero bastante mejor reputación que una empresa.

ESTAR PYME, sin embargo, es eso… un estado, donde luego, dependiendo de tu equipo y de las buenas o malas decisiones que tomes, podrás seguir creciendo, quedarte ahí para siempre o FUNDIRTE.

Con un trabajo en relación de dependencia no creas que pasa algo muy distinto, podés ser un empleado en el mismo puesto siempre, podés crecer hasta llegar al puesto más alto o que te despidan a los 2 días, lo que sucede es que, en líneas generales, se supone que tener un recibo de sueldo y un horario fijo nos da cierta sensación de seguridad. En realidad es solo eso, una sensación, porque para el empleado la continuidad laboral está en manos de otro, día a día.

Creo que nos enseñaron de modo inconsciente quizás, que para ganar plata hay que SUFRIR. Es bíblico “lo ganarás con el sudor de tu frente”. Entonces, por contraposición, si disfrutás de lo que hacés no es un trabajo SERIO. Es más, para algunos ni siquiera será un trabajo.

Cuando yo renuncié a mi puesto SEGURO, para vender accesorios para bebés, muchos creían que estaba LOCA (igual sí, pero por otras razones), “¡Sos la jefa!” Me decían. “¡Es seguro…!”. “Tenés 21 días de vacaciones” y mil cosas más.

Es durísimo atravesar la mirada del otro, sus opiniones, sus mandatos, desaprender lo aprendido y animarse a sacarle las rueditas a la bicicleta.

Emprender es incertidumbre pura, es barajar y dar de nuevo mil veces, hasta que podés ganar una partida, que tampoco te asegura ganar el juego.

Y si de algo estoy convencida, amigos míos, es que para emprender hay que ser KAMIKAZE.

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Qué carajo es emprender

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