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Por qué y para qué es este libro

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Este libro surge porque desde que empecé a emprender sentí que la vida emprendedora vista desde las redes sociales estaba rodeada de “infantilismo”. Y eso me remontó a mi época de estudiante de Psicología en la Universidad de Buenos Aires, cuando vimos la teoría del pensamiento mágico en los niños, de Piaget. Me llamó poderosamente la atención cómo hoy, en la vida adulta, algunos conservan un poco de aquella etapa. Y por si acaso no tenés idea de qué teoría estoy hablando, te resumo: Piaget decía que el pensamiento mágico se caracteriza por seguir pautas de razonamiento que están centradas en lo concreto. Los niños, por ejemplo, tienen cierta dificultad para diferenciar la “apariencia” de la “esencia”. Para ellos una sábana blanca puesta sobre la cabeza de una persona que “parece” un fantasma, “es”, en efecto, un fantasma, porque como te decía, para ellos, tiene más valor la apariencia que la esencia.

Cuando comencé a emprender sentí que había mucho “mundo mágico” lleno de frases motivadoras con colores pastel, brillantina, corazones y frases del estilo: “tú puedes”. Las redes sociales estaban colmadas de apariencias. Parejas felices, hijos que se portan de maravilla, viajes a lugares increíbles, negocios exitosos, escritorios prolijos de esos que parecen una foto de Pinterest, mucha apariencia, poca esencia.

¿Lo peor? Todos, en algún momento, compramos ese mundo mágico.

Recuerdo que un día, recién arrancando la vida emprendedora entré a Instagram y leí:

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. (Confucio)

Imaginame a mi, recién arrancando, sin un mango, leyendo esa frase. No la creí, pero me obligué a creerla. Me resultaba esperanzador, necesitaba sentir que eso era cierto. Pues lo siento mi ciela, ese tal Confucio era FAKE.

¡Cuánta frustración!, las redes me habían vendido que junto con mi decisión de renunciar a mi trabajo, iba a obtener la llave de la felicidad, en un mundo donde solo habría arcoíris y unicornios que toman helados de fresa, mientras otros bailan entre algodones, se tiran purpurina y cantan we are the world.

Parece una pavada, pero cuando estás empezando, esas frases sueltas pueden producir el efecto contrario al que, supongo, esperan generar.

Porque si yo te pongo una foto como esta:


Y vos ves eso y si estás en tu mejor momento, vas a darle like, compartir, guardar y hasta dejarás un comentario tipo “claro que sí, ¡el secreto de la felicidad está en disfrutar de esas pequeñas cosas!”. Porque estás en esa sintonía o porque elegís comprar que vos también vas a poder estar ahí en muy poco tiempo. Porque todo está bien, incluso esa foto diciéndote que las cosas simples de la vida son un atardecer en un yate que vale miles de dólares.

Pero, las redes tienen un alcance descomunal, llegan a cualquier persona que, sencillamente, tenga un teléfono y la aplicación de esa red. Entonces, ¿qué pasa si ese mensaje te llega a vos y lo leés en tu peor momento, cuando ese atardecer lo único que representa es que se está terminando otro día, otro día donde no pudiste disfrutar ni del desayuno porque tenías que irte a las corridas de tu casa para no llegar tarde a tu trabajo?, ¿qué pasa si lo ves cuando acabás de perder a un ser querido y para vos las cosas simples de la vida nada tienen que ver con un yate? Otra vez la amiga frustración te dice, “¡Hola! ¿Qué tal?”.

También veía muchos desayunos felices. Y eso que yo no soy de las que se levantan de mal humor, a mi me van poniendo de mal humor las cosas que me salen mal durante el transcurso del día, o la gente, pero no suelo levantarme con mala onda. Pero… ¡pará un cachito!, no exageremos, porque yo jamás conocí a nadie que tome un café así:


Sí, ya sé, es una foto, no deberíamos darle mucho análisis, pero te juro que cuando estás mal, estas cosas solo te hacen pensar, ¿por qué yo no puedo sonreír mirando ¡UNA TAZA!? ¿Por qué no tengo un café que me cuente un chiste así nos reímos todos? ¿Qué tengo de malo que no sé disfrutar DE LAS COSAS SIMPLES DE LA VIDA? Bueno, con el tiempo, con mucho laburo y siendo selectiva en el tipo de contenido que elegía consumir en redes y en los medios en general, pude tomarme esto con humor, reírme de esa simpleza fingida, de esa pequeña parte de la vida que te quieren hacer creer que es real, cuando solo es un acting para los nuevos que llegan y necesitan que alguien les diga “Sé feliz. Vos podés.”, junto con una foto del cielo en sepia.

La buena noticia es que después todos vamos saliendo de ahí, todos los emprendedores empezamos a aprender a emprender, entendemos que la motivación es necesaria, pero que no sale de una frase, sale de ver los resultados que vamos obteniendo, de las personas que vamos conociendo en el camino, de la alegría de saber que lo estamos logrando, aún cuando no todo es tan perfecto como queríamos creer.

Jamás me arrepentí de emprender, es una vida que amo y elijo cada mañana, pero eso, por supuesto, no quiere decir que no haya cientos de cosas que detesto hacer, por lo cual mi querido Confucio, donde quiera que estés, gracias por dejarnos una frase que nos creímos durante años y llenó de una presión innecesaria nuestros días.


Sí, me estoy peleando con confucio, tengo el tupé de cuestionarlo y este libro recién esta arrancando.


Cuando me desencanté de los gurús y sus motivaciones de cartón, me di cuenta de que me faltaba lo más básico para emprender, yo no tenía todas las herramientas necesarias para poder renunciar a mi trabajo y vivir de emprender. No podía vivir de likes.

Pasaron algunos años y con ellos cientos de capacitaciones con gente muy talentosa, leí libros de esos que te cambian la perspectiva, de los que te invitan a correrte de esa comodidad para ponerte en movimiento.

Después de casi cuatro años, con la mochila cargada de variadas herramientas y algunos fracasos, me sentí segura para hacer pública mi cuenta personal en Instagram @benditamisuerte, donde hasta el momento solo estaban mis amigos y familiares.

Fue en mayo de 2018 cuando empecé a compartir mi camino emprendedor, mi vida sin yates ni cosas simples, más bien un torbellino de desgracias, dificultades bizarras y lindos momentos, eligiendo comunicarme desde el humor, para desdramatizar un poco, pero siempre cerca del mundo REAL, del mundo POSIBLE, quizás bastante alejado del mundo MÁGICO del que planteaba Piaget, bastante más cerca de saber que en la vida emprendedora hay “sábanas” y no “fantasmas”.

Si pensaste que decidí escribir este libro para decirte que todo es posible, a esta altura ya sabés que compraste el libro equivocado y encima no te acepto devoluciones. ¡Qué pena! Ahora seguí, total ya lo pagaste.

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Introducción II

Qué carajo es emprender

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