Читать книгу El infinito naufragio - Laura Emilia Pacheco - Страница 34

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LA SECTA DEL BIEN

Era tan sólo un párroco de aldea,

criollo o tal vez mestizo, que de repente

abrió los ojos al horror del mundo,

vio la pena infinita, el sufrimiento

en la tierra, en las aguas, en el aire.

Y le dijo a otro párroco que Dios

no era responsable de todo esto:

El mundo cayó en manos del demonio

y el gran usurpador al que venera

la ceguedad cristiana

tiene al único Dios en el infierno.

El cura que escuchó la confesión

escribió al Santo Oficio. El denunciado

ardió en la leña verde, fue a reunirse

con su Dios —que es amor— en el infierno.

El infinito naufragio

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