Читать книгу El infinito naufragio - Laura Emilia Pacheco - Страница 48

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RITOS Y CEREMONIAS

Hay un hombre que ha dejado de ser indefenso y falible.

Ahora es el rey. No se parece a los mortales. La adulación

edificó en su interior una estatua

y él se siente como ella.

De mármol es su carne

y las palabras salen de su boca

ya fijadas en bronce.

En lugar de vivir,

escribe con sus actos su biografía.

El cortesano

le dice en voz muy alta o en susurros: “Señor,

eres el sabio, el justo, el infalible, el más fuerte.

Y cuanto haces lo bendice tu pueblo.

Tú jamás te equivocas, y si no aciertas

aplaudiremos tus errores.

No escucharás

la ira de la turba ni el rezongo amarillo

de la impotencia y de la envidia. Permítenos

gozar el resplandor de tu corona.

Que nos envuelva tu manto

en el poder que es como el fuego sagrado.

No pienses

que muchos sufren por tus decisiones.

¿Acaso has meditado

en los animales que dan

su carne a tu banquete

o en los árboles

que fueron destruidos para hacer el papel

en que se estampan tus decretos?

¶ ”Mañana serás polvo y error. Sobre ti

descenderá el granizo de las condenas,

la flecha incendiaria

de las ballestas enemigas.

Pero no importa: eres el rey,

tuviste, tienes

lo que cien mil disputan y uno solo conquista.

En ti adquiere hueso y carne el poder.

Disfrútalo

porque sin él no serías nada.

No serás nada

cuando el poder, que también es prestado

y no se comparte,

salga de ti,

encarne en otro y de nuevo

seas como yo,

el indefenso, el falible,

el cordero entre zarzas que mira el trono

y ve cernirse contra él y su pueblo

la eterna sombra indestructible del buitre.”

El infinito naufragio

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