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Оглавление[SOBRE EL CIERVO]15
Amigos:
En alguna parte se ha dicho… Alguien ha dicho: «La Poesía no es más que ganas de hablar; hablar sin ton ni son, a tontas y a locas… parloteo infantil… palabras irritadas e irritantes…».
Estas que vais a oír ahora, tal vez también irritadas e irritantes, me salieron un día leyendo el Eclesiastés. Al llegar a aquel versículo que dice:
Lo que ha sido es lo que será
y lo que se ha hecho lo que se volverá a hacer.16
Entonces pensé: Pero si el hombre, esencialmente y sobre todas las cosas, al través de la Historia, no ha hecho más que crímenes y actos monstruosos… ¿será su destino, entonces, repetir estos crímenes y estos actos monstruosos siempre, siempre… hoy, mañana, siempre… por toda la eternidad?… ¿Lo que ha sido?
Movido, irritado, enloquecido por este versículo terrible, escribí con iracundia unos versos que luego he querido organizar en este poema que se llama El ciervo.
Para un pecador —y yo soy un pobre pecador— este versículo es la sentencia más despiadada e inmisericorde… ¿donde uno tropieza ha de tropezar eternamente? ¿Lo que ha sido es lo que será? ¿No me puedo salvar?… ¿el hombre no se puede salvar? ¿Fatalmente está condenado a repetirse?…
La unidad y la estructura del poema la determina este versículo. Él es el generador de la canción. Y él justifica el tono herético y desesperado que hay en algunas estrofas. A veces aparece como el zumbido pegajoso de una moscarda negra que nos persigue pertinaz. El hombre quisiera romper de algún modo los eslabones de esa cadena que nos amarra sin misericordia a una reiterativa condenación. Ese mismo versículo va como epígrafe del poema, el cual lo componen varios capítulos o poemas cortos que no han aparecido en libro todavía y de una manera organizada. Algunos los he leído en recitales y conferencias sin la ordenación y la secuencia necesarias y otros han visto la luz en periódicos y revistas, pero no han sido juntados en un libro hasta ahora que la editorial Grijalbo los publica en volumen de dádiva y homenaje con el cual algunos amigos han querido honrarme. Grandes pintores y notables dibujantes de México —fervorosos amigos todos— han ilustrado los poemas con una destreza magistral y una generosidad conmovedora. Otros amigos se han encargado de la composición tipográfica, otros de la publicidad y de la propaganda y otros de la distribución. Yo no he hecho más que dar el texto: este texto maldito —irritado e irritante—, el menos adecuado para un homenaje, que vais a escuchar enseguida.
Dentro del poema cada capítulo o poemita lleva su título. El primero se llama «La ventana» o «El cuadro». Es un poema antiguo que viene de otro libro [Llamadme publicano, 1950]. Lo traigo aquí ahora, con ligeras variaciones, porque es absolutamente necesaria su presencia y casi en función de prólogo. Los otros poemas17 —nuevos todos— nacen de él y sin él no tendrían sentido.
ESCOMBROS 1/2
Señor del Génesis y el Viento… te lo devuelvo todo:
la arcilla y el soplo que me diste.
Me vuelvo al silencio y a la sombra…
No me despiertes más—
II/1
3
Esta casa hecha de sangre espesa y lanzas afiladas
con torre y calaboso18, con claraboya y sumidero…
Esta casa, este bajel llevado por el Viento en un mar de espumas y cenizas
fue creado para estrellarse en una roca dura,
en una sombra negra y muda
y aumentar el caudal de espumas y cenizas.
III/14
¡Morir!… ¿Dormir?… ¡No!
No quiero que la Muerte sea un sueño.
Del sueño se despierta.
Que no entre más el Viento sigiloso
a besarme otra vez
por las ventanas de la arcilla19.
Los ojos cerrados para siempre.
Quiero un sueño sin sueños… Nada.
IV/ 15
No te apiades de mí, luz cenicienta.
Dame tu oscura hostia, tu último pan…
un sueño sin retorno y sin recuerdo.
Déjame hundirme en este pozo negro,
más abajo del limo y de la larva…
donde la vida es un fantasma verde
que nadie vio jamás.
V/ 16
¿Quién canta?
Es el gallo que anuncia la aurora.
¡Pobre gallo!
Nacido… para las cazuelas del banquete.