Читать книгу Los hermanos en la empresa familiar - Leonardo Glikin - Страница 8

Оглавление

CAPÍTULO 3 - EL ORDEN DE LOS NACIMIENTOS

Una teoría apasionante

¿Por qué dos hermanos nacidos del mismo padre y madre, con apenas un año de diferencia de edad, criados con iguales criterios, que han recibido una educación equivalente, son tan diferentes entre sí?

Los estudiosos han tratado de dar respuesta a ese interrogante a través de la “Teoría del orden de los nacimientos”.

Esta teoría fue formulada en 1875 por Francis Galton, primo de Charles Darwin, el autor de la “Teoría de la evolución”. Sin duda, un modelo de pensamiento similar (que Darwin aplicó para entender la selección natural de las especies) se utilizó para estudiar las consecuencias del lugar que cada uno ocupa en la familia.

En una conferencia dictada en 1916, Sigmund Freud expresó: “La posición del niño dentro de la serie de los hijos es un factor relevante para la conformación de su vida ulterior, y siempre es preciso tomarla en cuenta en la descripción de una vida”.

Alfred Adler, discípulo de Freud, retomó la teoría en 1920 y, luego, Walter Toman, en 1961, la enriqueció con su libro Constelaciones familiares.

Kevin Leman refrescó la teoría en 1985 al publicar la primera edición de The Birth Order (El orden de nacimiento), que ya lleva vendidos, en lengua inglesa, más de un millón de ejemplares.

Otro autor de peso en esta temática ha sido Frank J. Sulloway, del Instituto de Investigación Social y de la Personalidad de la Universidad de Berkeley (California, Estados Unidos), quien en 1996 escribió Born to Rebel (Nacido para rebelarse).

En una entrevista otorgada al diario español El País, Sulloway expresa: “En líneas generales, los hermanos compiten por el favor de los padres, y son sus diferentes estrategias, basadas a su vez en diferencias de edad, tamaño, poder y estatus, las que conducen a diferencias de personalidad”.

Concluye el autor mencionado: “El entorno explica al menos el 50% de las variaciones en la personalidad, como sabemos gracias a los estudios en genética del comportamiento, así que también influye bastante en el desarrollo de las diferencias. El orden de nacimiento conforma la personalidad y el comportamiento mediante mecanismos biológicos, psicológicos, sociales y antropológicos”.

En las familias existe una tendencia a que las características, o los roles, se repartan en forma excluyente: “el estudioso”, “la buena vendedora”, “el práctico”, etcétera.

De esta manera, una vez que alguien recibe un rótulo se comporta, alternativamente, de una de las siguientes maneras: o trata de responder a ese rótulo lo más intensamente posible o, por el contrario, se rebela y se pelea contra el mundo cuando le asignan un rol, o características personales, que no reconoce como propias.

A su vez, esos rótulos constituyen un elemento diferenciador entre los hermanos, lo que da lugar a “especializaciones”. Así, el “estudioso” es uno solo y, probablemente, los hermanos se distingan por ser diferentes de él. Lo mismo ocurre con el deporte, con el hecho de “ser ordenado”, con el talento para los números, etcétera.

Hay reglas estándar sobre el orden de nacimiento, y hay excepciones que, a su vez, se pueden explicar en función de factores que generan un desvío.

De todos modos, los rasgos asociados con el orden de nacimiento implican una relación de probabilidad, no de causa-efecto. Es decir que el hecho de ser primogénito, o benjamín, no determina necesariamente una característica, sino que incrementa la probabilidad de tenerla.

La “Teoría del orden de nacimiento” se sustenta en dos pilares: en la cantidad y la calidad de la dedicación de los padres, por un lado y, por el otro, en el reparto de papeles entre hermanos.

¿Para qué sirve conocer el orden de nacimiento?

Más allá de todas las aclaraciones que formulemos y de nuestras prevenciones o escepticismo al respecto, el estudio del orden de nacimiento puede dar pistas acerca de la personalidad, las relaciones sociales, el tipo de trabajo, el enfoque respecto de ese trabajo y cómo cada cual encara la resolución de los problemas.

¿Por qué es tan importante el orden de nacimiento en la descripción de las características de cada hermano?

Los hermanos son, en muchos casos, la primera experiencia de socialización con pares por parte de los niños. Aunque un niño pase mucho tiempo en la escuela, asista a clases especiales, realice deportes, etc., todo eso es como una gota en un balde si lo comparamos con la intensidad emocional de lo que ocurre en el hogar.

Los padres y los hermanos, o la ausencia de ellos, dejan una huella indeleble que afecta la personalidad de cada uno. Esta huella suele mantenerse a través de los años. Después de todo, a lo largo de la vida, la relación con los hermanos suele ser más antigua y, muchas veces, más permanente que muchas relaciones de amistad o de pareja.

Vivir en una familia, una experiencia única y fluida

Cuando nace cada hijo todo el ambiente familiar se revoluciona. La forma en que los padres interactúan cuando un nuevo hijo llega a la familia determina en gran parte cómo forjará su carácter y su personalidad.

A menudo existen circunstancias que cambian la secuencia natural del orden de nacimiento. El resultado es, por ejemplo, que el hijo que nació en el último lugar actúe como el primero.

Sucede que la teoría del orden de nacimiento no es simple y de aplicación automática, ya que hay muchos factores que pueden afectar los resultados.

La razón por la cual algunas personas perciben el orden como inconsistente se vincula con que piensan –como la mayoría de los expertos– que es un sistema ordinal basado en el rango de nacimiento; que el primero debe ser así, y el segundo asá.

Pero algunos niños actúan y realmente parecen muy diferentes a su orden original. Es entonces cuando comienzan a jugar las variables. Ello puede dar lugar a que un niño de una posición actúe como el de otra.

Todos los rangos tienen distintas características y tendencias generales, pero la clave para entenderlos es identificar y examinar la dinámica y la relación que existe entre los miembros de una familia. Así, por ejemplo, hay variaciones que han sido muy estudiadas:

Lapsos de más de cinco años desde el nacimiento del hermano anterior pueden crear “otra familia”, y el menor podría ser funcionalmente, al mismo tiempo, el primogénito, en tanto que el hermano mayor podría tener características propias de un hijo único.

A su vez, una diferencia mayor, digamos de siete u ocho años, puede producir que el último hijo se sienta como un hijo único.

Los mellizos pueden establecer entre sí roles de hermano mayor y menor y, a su vez, ser diferentes en su interacción con los otros hermanos.

El hijo que nace después de la pérdida de un hermano, aunque sea el mayor, puede adoptar conductas de un hermano menor.

Dado que existe una identificación de los hijos con los rasgos de su progenitor del mismo sexo, el padre puede transmitir rasgos propios de su orden de nacimiento a sus hijos varones y la madre puede transmitir rasgos de su propio orden de nacimiento a sus hijas. Entonces, podría ocurrir que el hijo varón mayor presente rasgos propios de un hijo menor, si ese es el orden de nacimiento de su padre.

La “destronación”

Kevin Leman describe la “destronación” como el fenómeno que ocurre cuando nace un nuevo hermanito o hermanita.

Hasta ese momento, el primogénito ha sido el número uno y el centro de la atención de todos. De repente hay un nuevo ser, más pequeño, que requiere más atención. El primogénito ya no es tratado de manera especial y puede sentir una gran falta de autoestima si los padres no se aseguran de hacerle saber que lo siguen amando.

Muchos padres tratan de que sus hijos tengan, al menos, una diferencia de dos años (aunque tres sea lo “ideal”), en el sentido de que hay más posibilidades de contener al hijo mayor, ya que comienza a ser capaz de expresarse por medio de palabras. Sin embargo, estos planes no siempre evolucionan como resulta deseable.

La variable del género

Siempre que el segundo hijo es del mismo sexo que el primero es probable que haya cierto grado de fricción. Cuando la diferencia de género provoca que un hijo sea “especial” (por ejemplo, una hija muy deseada después de varios varones, o viceversa), ello puede poner presión en su hermano o hermana inmediatamente mayor, quien sentirá un desplazamiento de la atención por parte de sus padres.

La adopción

En este caso, el orden no se afecta, siempre y cuando el niño continúe en su etapa de infante. No obstante, ocurre que, en la actualidad, existe una tendencia a adoptar niños más grandes; por ejemplo, de más de cuatro años.

Es necesario que los padres adoptivos sepan que un niño adoptado a la edad de cuatro años o más, ya ha tenido un orden familiar (aunque sea en un orfanato).

A su vez, en el caso de que en la familia también haya hijos biológicos, los padres deberían evitar por todos los medios cualquier discriminación basada en el origen entre unos y otros. Como principio elemental orientado a la unidad y felicidad familiar: los hijos deben amarse y aceptarse de manera igualitaria.

Hermanos mayores

Los primogénitos suelen ser organizados y confiables. Muchas veces, perfeccionistas.

Las estadísticas demuestran que los primogénitos ocupan posiciones de gran autoridad, lo que incluye, también, el ejercicio de cargos docentes y de la magistratura.

Es destacable asimismo que los primogénitos tienen en común el hecho de que suelen observar las diversas situaciones como extremos: blanco o negro.

Poseen, a su vez, un sentido muy desarrollado de lo que está bien o está mal y creen que hay una exclusiva manera de hacer las cosas. Por ello, suelen ser líderes naturales.

Los libros pueden ser sus mejores amigos; actúan con mayor madurez de lo que indica su edad cronológica, al punto de que pueden ser pequeños adultos a los siete u ocho años. Es propio del hermano mayor funcionar de manera independiente.

Al mismo tiempo, en particular en la adolescencia, el hermano mayor es quien “abre el camino”. Las peleas que debe mantener con sus padres respecto de horarios de vuelta a casa, controles familiares por ingesta de alcohol, o por características de las amistades, suelen ser más dramáticas que las que mantienen, años después, sus hermanos menores, quienes encuentran a sus padres más acostumbrados (por no decir resignados) frente a la adolescencia de sus hijos y sus conductas de socialización.

Una significativa cantidad de los presidentes de los Estados Unidos fueron hermanos mayores.

Dado que los hermanos mayores tienen expectativas muy elevadas es posible que les resulte costoso asumir fracasos. Es decir que, habituado al liderazgo y al manejo de papeles asimétricos, el primogénito puede naufragar frente a las reglas del juego que se imponen entre pares.

Todo lo que el primer hijo produce, actúa y genera da que hablar en su entorno familiar. Tal tipo de atención es la responsable de que en el futuro ese hijo anhele y busque llegar más alto.

Al ser tomado muy en serio por su familia y amigos construye una gran confianza en sí mismo. Sin embargo, la desventaja podría devenir de que, al ser el centro de la atención, se desarrolla también en un contexto con cierto grado de presión. De hecho, cuando en una familia han nacidos otros “hermanitos”, siempre se usa a los hermanos mayores como los guardias: que se ocupen de cuidar a los más pequeños, que los vigilen, que los retiren de la escuela, etcétera.

Evidentemente, no muchos hermanos mayores disfrutan de ser niñeros. Muchos padres olvidan que el primer hijo sigue siendo un niño, no un adulto, y les encargan todas las tareas de la casa, cuando, en realidad, los más pequeños también podrían colaborar en su respectiva y adecuada porción.

A veces, los hermanos mayores son perfeccionistas hasta tal grado que ello puede convertirse en una limitación en función de la elevada exigencia que supone.

Para el perfeccionista nada es suficientemente bueno. Al mismo tiempo, está seguro de que es perfecto en todo lo que hace, lo que en definitiva es un riesgo de desconexión respecto de las exigencias del entorno, ya que puede ocurrir que se esfuerce mucho a cambio de no obtener reconocimiento.

En tal sentido, cabe recordar que “lo ideal es enemigo de lo bueno” y, de la misma forma, que el ideal de perfección conspira contra la búsqueda de la excelencia.

Es verdad a su vez que algunos hermanos mayores no aceptan la “crítica del mercado”: se autoexigen, pero también se autoevalúan y autopremian, con lo cual no admiten la mirada de los demás respecto de sus propias acciones y, por lo tanto, en la vida profesional y cotidiana carecen de indicadores prácticos que faciliten la chance de ser mejores.

Hermanos del medio

Los “del medio” suelen ser todo lo contrario de los hermanos mayores. Si el primogénito es convencional, el segundo será muy poco convencional. Son competitivos y cultivan grandes amistades.

En la familia, no se los empuja como al primogénito ni se espera tanto de ellos. El resultado es que, si no se los alienta suficientemente, se corre el riesgo de que jamás alcancen su potencial.

Los hermanos del medio suelen ser los negociadores que intentan mantener la paz; además, pueden sentirse aislados, ignorados e incluso insultados.

Una razón por la que no se habla mucho de los hijos del medio tiene relación con que los psicólogos no saben, a ciencia cierta, mucho de ellos. Son, de hecho, un poco misteriosos.

Sin embargo, sociológicamente son un grupo más numeroso que el de los menores o el de los mayores, porque la definición de “hijos del medio” es “una persona nacida entre el primer hijo de una familia y el último”. El mayor es uno solo; el menor también. Sin embargo, en una familia de cuatro hermanos hay dos que son “del medio”, en una de cinco hermanos hay tres en esa condición, y así sucesivamente.

Los del medio suelen sentir que llegaron tarde para los privilegios, como los que tuvo el primer hijo, pero llegaron muy pronto para la bonanza de la que disfrutan los últimos hijos.

Nótese que, desde que nace su primer hermano, el primogénito sigue siendo “el mayor” y nada lo sacará de esa posición.

En cambio, “el del medio” es el menor únicamente hasta que nace el hermano siguiente. Importante cambio de posición, a veces a una edad muy temprana, que lo conduce a identificarse más con el mayor, o más con el recién nacido o, incluso, a aislarse.

Los hijos nacidos en el medio suelen salir mucho más con su grupo de amigos que cualquier otro de sus hermanos. No es sorpresivo, ya que se sienten poco entendidos en su hogar y es por ello que necesitan amigos que los hagan sentir especiales. Un rasgo distintivo es que suelen ser leales y comprometerse con lo que dicen.

Hermanos menores

El último hijo tiene la característica de ser sociable, poco complicado, espontáneo, con gran humor y habilidades.

Aunque son la pequeña estrella de la familia, para ellos puede no resultar divertido ser el más chico, porque eso puede significar que pasan mucho tiempo vistiendo ropa usada, increíblemente fuera de moda, o muy grande.

Ser el más chico significa ser el hermano al cual más se molesta, el “juguete” de sus hermanos, el que recibe nombres chistosos y que causan poca gracia; es, también, el hermano al que más le cuesta que lo tomen seriamente cuando crece.

Los más chicos de una familia son típicamente los más extravertidos, encantadores y, al mismo tiempo, manipuladores.

Asimismo, son afectivos y, a veces, también se caracterizan por poseer una mente ausente. Tienen una forma de llevar la vida asociada con este tipo de posturas: “¿Preocuparme? ¿De qué?”. Suelen ser los animadores en los eventos sociales.

Más allá de lo señalado, es cierto que también pueden ser rebeldes, temperamentales, malcriados, impacientes e impetuosos.

Los hermanos menores son usualmente la fuente de muchas críticas, y a veces de reclamos, por parte de los hermanos más grandes:

•“Mamá siempre lo sobreprotege”.

•“Es el más inteligente de nosotros, pero nunca se compromete con nada”.

•“No hay manera de lograr que cumpla lo que dice”.

•“Siempre encuentra una excusa para no cumplir”.

•“Nadie le pone límites”.

Las anteriores son frases aplicables a muchos hermanos más chicos. Entre los hijos menores se hallan muchos comediantes, o actores, incluyendo a Eddie Murphy, Danny DeVito, Jim Carrey, Steve Martin, e incluso Charlie Chaplin.

Los padres les enseñan a sus hijos más grandes todo lo que tienen para enseñar, y para el momento en que arriba el benjamín de la familia, dejan que él aprenda todo por sí mismo.

Cuando el más chico aprende, por ejemplo, a atarse los cordones es normal que los padres hablen de cómo fue cuando el primer hijo lo hizo, o que lo comparen y digan “¿Por qué todavía no hizo tal cosa? ¡Nuestro primer hijo lo hizo a los dos años y medio!”.

No es sorpresivo, por ende, que el último hijo desarrolle una actitud de “ya van a ver quién soy”.

Los hijos únicos

Este es un libro acerca de los hermanos. Se podría suponer que ningún hijo único debería estar leyéndolo.

Sin embargo, es posible que algunos hijos únicos lo lean para entender la relación de sus padres y sus tíos, o la relación de sus hijos entre sí. Por tal motivo describiremos brevemente las características de los hijos únicos.

Se debe resaltar que ellos congregan una mezcla de las características de los mayores, los del medio y los menores. En gran medida, pues, resulta significativa la historia que rodea su condición de hijo único, en el sentido de si es tal como consecuencia de:

•el fallecimiento de un hermano,

•la pérdida de embarazos anteriores por parte de la madre,

•el hecho de que haya nacido sin experiencias de pérdidas anteriores, pero luego de que se haya producido una imposibilidad de concebir nuevos hijos,

•que se perdieron embarazos posteriores,

•que murió un hermano más pequeño,

•o de que finalizó la relación entre los padres.

Es probable que las características dominantes de cada hijo único respondan a las circunstancias de su propia historia, por lo que serán muy diferentes los hijos únicos según la causa principal por la que no poseen hermanos.

Mi mamá solía decir respecto de mí, muy orgullosa: “Leonardito nació después de quince años de casados”.

Y yo me sentía tan especial… hasta que, después de varios años de análisis y algunos golpes contra la pared, logré decirle: “No, mamá, yo nací después de nueve meses de embarazo”.

Esa es, en definitiva, la pugna del hijo único: por un lado, sentirse especial con todos los privilegios que ello supone, pero, por otro lado, buscar la normalidad, porque a veces ser especial conlleva costos elevados, particularmente en cuanto a criterios de soledad y exceso de responsabilidades.

Los hijos únicos suelen ser críticos, solitarios y, a veces, más que “un poquito” centrados en sí mismos. Después de todo, ser hijo único tiene una ventaja/desventaja: nunca se necesita competir con los hermanos para obtener la atención de los padres.

El lado positivo es que ello colabora a que tenga más confianza en sí mismo, pero el lado negativo es que no tiene hermanos con quienes competir, compararse; no tiene a nadie que lo coloque como segundo en algo.

Para ilustrar, casos de hijos únicos en el mundo del espectáculo: Robert De Niro, Anthony Hopkins, Tommy Lee Jones y Robin Williams.

Aplicaciones de la “Teoría del orden de nacimiento” respecto de la empresa de familia

La información que nos brinda el orden de nacimiento es un dato más a tomar en cuenta en la estrategia de formación de los hermanos, para su interacción más adecuada en la empresa de familia, para la formación de equipos, la identificación de líderes e, incluso, para comprender con mayor claridad la tendencia de algunos de ellos a no involucrarse.

Sin llegar al extremo de convertir dicha teoría en un indicador infalible, es necesario saber que brinda herramientas muy interesantes para comprender mejor la realidad de cada uno.

Los hermanos en la empresa familiar

Подняться наверх