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ОглавлениеCAPÍTULO 4 - HERMANOS Y HERMANAS
Caso 6: “Mi sucesor tiene que ser varón”
“Juan, lamento ser tan duro, pero observo que tu hijo mayor no tiene la vocación, ni la formación, ni las aptitudes para ser tu sucesor en la empresa. En cambio, María Victoria es una chica muy capaz, tiene ganas de emprender y seguramente podrá aprender lo que le falta para liderar la empresa en muy poco tiempo”.
Juan, padre de cinco hijos, se quedó pensando un rato y, finalmente, dijo: “O sea que si María Victoria fuera varón, y fuera el mayor, yo no tendría ningún problema”.
Ese es el esquema mental de muchos empresarios que apuestan a su hijo mayor como el sucesor natural. En ese punto, “mayor” significa, también, varón. Por lo tanto, responden a paradigmas culturales heredados que, con seguridad, no revisaron a fondo.
Es posible que se trate de pautas en las que también creían sus padres. Si nos remontamos en el tiempo, podremos concluir que se trataba de normas culturales oficialmente vigentes en épocas en que, por ejemplo, la mujer no podía votar, ni asistir a determinados clubes reservados exclusivamente para varones, ni administrar su propio patrimonio después de casada.
La lucha por la igualdad de la mujer reconoce muchos hitos a lo largo, especialmente, del siglo XX, pero los avances no son armónicos. Sin embargo, los resultados no son equivalentes en todos los ámbitos y en todas las zonas geográficas.
El desconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres es más pronunciado en las sociedades más tradicionalistas, y en determinados rubros de la actividad empresarial.
Hay industrias que se consideran reservadas a los hombres y, por lo tanto, a una mujer se le hace difícil escalar posiciones y encontrar allí su lugar.
Evidentemente, quienes justifican la discriminación en tal sentido no toman en cuenta datos irrefutables de la realidad. Por ejemplo, más de veinte mujeres han sido presidentas de diferentes naciones del mundo; grandes empresas (por ejemplo Yahoo!) tienen, o han tenido, como responsable principal a una mujer; la tercera parte de la Magistratura y del Poder Legislativo, por ley, deben ser ocupados por mujeres...
Por lo tanto, cuando el titular de un pequeño taller afirma que su hija nunca podría dirigirlo, está incurriendo en una afirmación dogmática, basada –probablemente– en mandatos antiguos, o en una vieja concepción del lugar de la mujer en la sociedad o en la empresa.
Caso 7: “¿Una mujer en un negocio de hombres?”
“Andrea no puede quedar al frente de la ferretería; jamás cambió una bombita, ni aflojó un tornillo”– sostiene, convencido, su padre.
“Bueno si es por eso, yo no podría haber sido obstetra: nunca estuve embarazado, ni creo que vaya a estarlo en el futuro”– le contesta irónicamente su cuñado.
Es muy habitual que, cuando se trata de cuestiones de género, las personas confundan los requerimientos para ser un empresario con el conocimiento técnico y práctico del rubro del que se trata. No es necesario saber cambiar una bombita para poder dirigir al personal, o para llevar los números de un negocio, o para hacer buenas compras sobre la base de un entrenamiento adecuado.
Todavía son muchos quienes consideran que ciertas áreas no pueden ser comprendidas por una mujer, por su condición de tal, sin tomar conciencia de que, simplemente, están aplicando un prejuicio.
Ser empresario no significa, necesariamente, tener que opinar u operar respecto de cuestiones técnicas propias de los productos que se fabrican o venden.
Sin duda, la presencia de una mujer para ocupar un puesto de responsabilidad en una empresa causa cambios en la cultura de los hombres que la rodean. Es, en definitiva, parte de la evolución de la sociedad.
En estos tiempos de cambio cultural se producen situaciones paradójicas. Por ejemplo, son muchos quienes creen que las mujeres no están en condiciones de dirigir una fábrica metalúrgica, porque se trata de un rubro “de hombres”.
En cambio, a nadie se le ocurriría que los hombres no puedan dirigir una fábrica de cosméticos, pese a que se trata de un rubro especialmente dirigido a mujeres.
Es remarcable que las capacidades necesarias para manejar una empresa en el presente difieren de las que resultaban necesarias en el pasado, en especial a partir de la aparición de los sistemas informáticos, razón por la cual, cada vez en mayor medida, los espacios reservados para los hombres se originan más en una restricción mental de la sociedad que en un verdadero requerimiento del tipo de actividad del que se trata.
El modelo de la mujer débil, una creación de los hombres
Quienes tenemos actualmente más de cincuenta años crecimos con el modelo de las mujeres débiles, frágiles, que eran una extensión de la propiedad de sus maridos, y que únicamente podían ocuparse de las cuestiones hogareñas.
Sin embargo, ello es nada más que un estereotipo: muchos empresarios de éxito, que se hicieron solos, son hijos de madres solteras, o prematuramente viudas, o cruelmente abandonadas, que supieron hacerse cargo de toda su prole y salieron adelante frente a la ausencia del hombre.
Las mujeres en las historias de empresas de familia
En la mayor parte de los ejemplos de situaciones ocurridas en empresas de familia, la persona a cargo es un hombre.
De la misma forma, en la mayor parte de las anécdotas y casos a los que nos referimos en los seminarios de temas de empresas de familia, sus titulares suelen ser hombres.
Esto es así porque, en el pasado (es decir, cuando ocurrieron los hechos que luego relatamos) eran muy escasas las empresas dirigidas por mujeres.
Esta realidad está cambiando radicalmente. Las mujeres nacidas a partir de 1965 (la llamada “Generación X”) tienen una mayor participación, y más igualitaria, en las experiencias laborales, porque, al mismo tiempo, sus parejas masculinas suelen tener una mayor participación en la vida familiar, incluso en la crianza de los niños pequeños, ámbito que antiguamente quedaba especialmente reservado a la mujer.
Esta tendencia está en aumento y podemos imaginar que dentro de diez o quince años se habrán acumulado ya muchas más historias significativas que cuenten a la mujer como protagonista.
A tal punto ha cambiado la situación que, según la Oficina de Administración de Pequeños Negocios, en los Estados Unidos hay ya tres millones de mujeres que son propietarias de negocios.
Por lo tanto, un nuevo estilo de gerenciamiento, una diferente manera de relacionarse, otro esquema de administración del tiempo para compatibilizar obligaciones empresariales, familiares y personales, habrán de dejar su impronta en las empresas de familia.
Hijas y hermanas
Lo cierto es que, muchas veces, el padre toma como una restricción el hecho de que en la siguiente generación haya mujeres o, más aun, solamente mujeres.
Es habitual en ciertas familias muy tradicionales que la división patrimonial consista en dotar de una vivienda a la hija, y al varón, o los varones, encomendarles la dirección de los negocios.
Dentro de la empresa, la división de roles suele llevar a las mujeres a hacerse cargo de la caja del negocio, en tanto que los hombres suelen estar en el terreno de la producción. El rubro ventas queda en manos de hombres o mujeres, según su peso relativo en cada empresa, pero una variable define quién se hace cargo: si es necesario salir a la calle y, en especial, hacer viajes largos para vender, esa actividad suele quedar a cargo de un hombre, porque se considera impropio de una mujer llevar adelante, sistemáticamente, giras para vender.
A veces, las limitaciones en torno a la dedicación personal que implica el deseo, o la realidad, de formar una familia y tener hijos, producen que las mujeres no pugnen por el puesto de mayor responsabilidad en la empresa. Por eso, es normal que en una familia en la que exista una hermana mayor y hermanos varones, la presidencia quede de todos modos en manos del hermano varón que le sigue en edad.
El orden de nacimiento, el género y la elección exitosa de pareja
En el capítulo anterior mencionamos a Walter Toman, uno de los más conocidos estudiosos del orden de nacimientos, quien también ha realizado interesantes observaciones acerca del sexo de los miembros de la familia y el impacto en el futuro de las relaciones.
Sostiene que las personas que nacen en familias con hijos de ambos sexos aprenden a interactuar y vivir con personas del sexo opuesto. Por el contrario, quienes únicamente tienen hermanos de su mismo sexo, poseen una relación más distante con el otro sexo.
Toman estudió más de tres mil parejas y definió a las relaciones como:
•Complementarias.
•No complementarias.
•Doblemente no complementarias.
relaciones complementarias: son aquellas relaciones en las cuales no hay coincidencia en el orden de nacimiento, y cada uno de los miembros de la pareja tiene hermanos del otro sexo. Por ejemplo, si uno de ambos miembros de la pareja es el hijo mayor y tiene hermanas, y se casa con una hermana menor, que tiene hermanos varones. Cabe aclarar que en el estudio de Toman no se detectaron divorcios en las parejas con relaciones complementarias.
relaciones no complementarias: en estos casos puede haber coincidencia en el orden de nacimiento, o con el sexo. Esto significa, por ejemplo, que se casa un hermano mayor con una hermana mayor, pero ambos tienen hermanos del otro sexo. O, como otra posibilidad de relación no complementaria, se casa un hermano mayor con una hermana menor, y cada uno de ellos tiene exclusivamente hermanos del propio sexo.
doblemente no complementarias: hay coincidencia en el orden de nacimiento y el sexo de los hermanos de los miembros de la pareja. Esto significa que, por ejemplo, un hermano menor, que tiene hermanos mayores, se casa con una hermana menor, que tiene hermanas mayores.
Toman brinda como ejemplo el caso de una hermana mayor que tiene hermanas menores, y se casa con un hermano mayor que tiene un hermano menor. Según explica, la relación matrimonial es muy poco armónica, ya que tienen muchas dificultades para compartir, trabajar juntos y mantenerse unidos.
Agrega el autor mencionado que ellos son como ovejas de montaña, siempre golpeándose las cabezas. Los dos son orgullosos. ¿Y sobre qué están en desacuerdo? ¡Sobre todo lo que pueden!
Quizá, simplemente, son las pequeñas cosas las que vuelven locos a los primogénitos: la ropa en el piso, las luces que quedaron prendidas, etcétera.
El orden de nacimiento de los padres
Si la madre o el padre de una familia fueron primeros hijos, entonces pondrán toda la presión, también, sobre su primer hijo.
Tomemos a dos padres que son primogénitos, con tres hijas, una de 16, una de 14 y una de 12: ¿qué es lo que más probablemente sucederá?
Al ser primogénitos los padres, podrán practicar en la primera hija, cargarla con toda la presión y mirarla con los ojos más críticos.
La segunda hija sería la que se hallaría en una mejor posición, porque tiene interferencia con los padres gracias a la hermana anterior y puede absorber todo ese perfeccionismo. ¿Y la beba de la familia? La tercera hija no podrá manipular a sus padres con sus encantos, puesto que los padres se identifican más con el primer hijo, que les recuerda su propia historia como hijos.
Posición de hombres y mujeres en la familia
En su libro Los ocho conceptos de la Teoría de Bowen, Roberta Gilbert señala que el lugar de los hermanos está relacionado con el concepto de que la familia es una “unidad emocional”.
Es interesante ver –dice la autora– cómo todos nuestros comportamientos están desarrollados sobre la base de “nuestras relaciones iniciales”.
Sobre esa base, la Dra. Gilbert identifica diversas posiciones y destaca que cada una tiene sus propias capacidades y limitaciones. Esas posiciones son:
1 El hermano mayor de hermanos varones.
2 El hermano menor de hermanos varones.
3 El hermano mayor de hermanas.
4 El hermano menor de hermanas.
5 El único hijo varón.
6 La hermana mayor de hermanas.
7 La hermana menor de hermanas.
8 La hermana mayor de hermanos varones.
9 La hermana menor de hermanos varones.
10 La hija única.
11 Los mellizos.
12 El hermano del medio.
A continuación, veremos las características de los doce grupos recién listados.
1. El hermano mayor de hermanos varones
Asume fácilmente responsabilidades y autoridad.
Nutre y cuida al grupo.
Espera fidelidad y lealtad a cambio.
Es sensible y tímido con las mujeres.
Lo atraen las hermanas menores.
Necesita amistades masculinas.
Como padre, muy involucrado, es controlador.
2. El hermano menor de hermanos varones
Sigue a otros varones.
No es líder de personas.
Logra distinción en los campos científico, técnico y artístico.
Es suave, leal e impredecible con las mujeres.
Le resulta importante el contacto con hombres.
Se posiciona como compañero de sus hijos.
3. El hermano mayor de hermanas
Entiende, aprecia y trabaja bien con las mujeres.
No es motivado por el machismo, los clubes de hombres
o el trabajo obsesivo.
Se sacrifica por las mujeres en su vida.
Involucrado con sus hijos, pero no de manera obsesiva.
Percibe a su esposa como la persona más importante en su familia.
4. El hermano menor de hermanas
Atrae los servicios y el cuidado de las mujeres.
Les encanta a las mujeres, peor no las entiende.
Valorado y privilegiado en su familia original y a lo
largo de la vida.
Puede asumir fácilmente el liderazgo.
No inclinado a la paternidad, pero acepta los deseos de
su esposa.
Compañero y consejero de sus hijos.
No está interesado en amistades masculinas.
5. El único hijo varón
Prefiere la compañía de gente más grande en su vida
y espera su apoyo.
Disfruta de la confianza en sí mismo, y puede llegar
“a grandes alturas”.
Goza de la atención, la vida, el arte, intercambios intelectuales y culturales; es el foco de atención, pero no disfruta del materialismo.
No se encuentra motivado por la paternidad, pero puede
ser sobreprotector.
Su padre le parece más importante que los amigos varones.
6. La hermana mayor de hermanas
Cuidadora, ordenada, le gusta estar a cargo.
La responsabilidad y el poder son más importantes que la fortuna y los bienes.
Es intimidante con los hombres; le cuesta conseguirlos.
Los hijos son más importantes que su marido; puede ser sobreprotectora y absorbente.
Las amistades femeninas le resultan importantes.
7. La hermana menor de hermanas
Impulsiva, efusiva, amante del cambio, atractiva, competidora con otras mujeres.
Trabaja por el reconocimiento y le gusta sobresalir.
Puede tomar riesgos.
Le interesan las cosas materiales.
Atrae a los hombres, pero puede competir con ellos.
Como madre, puede necesitar ayuda.
8. La hermana mayor de hermanos varones
Independiente, fuerte, cuida a los hombres.
Los hombres en su vida son su mayor involucramiento, no compite con ellos y necesita su compañía.
Prefiere poseer a un hombre que cosas materiales. Sin embargo, puede administrar los bienes con excelencia.
Ama cuidar a los chicos. Favorece a los varones.
Tiene menos interés en las amigas mujeres.
9. La hermana menor de hermanos varones
Atractiva con los hombres: es femenina, amistosa, amigable, simpática, sensible, tiene tacto.
Las relaciones de largo plazo con los hombres le llegan naturalmente.
Más motivada por su hombre que por el trabajo o la fortuna.
Cuidada por su marido.
Madre amorosa, pero puede ser dependiente o seductora.
No le interesan las amistades femeninas.
10. La hija única
Estructura su vida alrededor de la gente mayor y de sus jefes.
Motivada por la aprobación y preferencia de la gente, pero no por la fortuna.
Muy cercana a su madre.
Egocéntrica con los hombres.
Esposa buena y fiel.
Prefiere ser una niña a tener hijos.
Prefiere las amigas individuales a los grupos.
11. Los mellizos
Suelen tener distinto grado de madurez.
Uno queda a cargo, en tanto que el otro es más dependiente e impulsivo.
No pueden imaginar la vida sin el otro.
En su relación con los otros hermanos, se posicionan desde esos mismos lugares, es decir, como un “mayor”, o como un “menor”.
12. El hermano del medio
Los hermanos del medio son los menos estudiados, lo cual constituye una asignatura pendiente en la “Teoría del orden de nacimientos”. Sin embargo, podemos describir algunas características.
Es más fuerte en un rol determinado, pero puede tener roles diferentes.
Puede sentirse descuidado en la familia.
Tiene grandes capacidades de relación y puede ser el que conduce a la paz; es el mediador.
El lugar deseado de la mujer en el futuro de la empresa de familia
En la larga batalla por la igualdad de los derechos de las mujeres, el feminismo cumplió un papel muy significativo. Como todo movimiento social y cultural, los paradigmas del feminismo evolucionaron a lo largo de los años. En la actualidad, se pone más el énfasis en el respeto a las diferencias que en la oposición entre hombres y mujeres.
Más allá del derecho a la igualdad y a la no discriminación es necesario entender que no siempre todos desean lo mismo respecto de la empresa; y las propias características de las personas en función de su orden de nacimiento y del género de sus hermanos, así lo definen. Por lo tanto, no siempre la continuidad del liderazgo en la empresa por parte de un hombre es consecuencia de una conducta sexista, sino que, en gran medida, puede responder a las expectativas, también, de las mujeres de la familia.
Hay mujeres que están más cómodas en el lugar de garantes de la paz familiar en la empresa, y no anhelan competir con los hombres por un lugar de dirección.
El rol de las madres en las cuestiones de género
Las mujeres de la familia cumplen un papel clave para ayudar al posicionamiento de las mujeres de las nuevas generaciones en la empresa.
La mayor o menor amplitud de los padres respecto de sus hijas tiene mucha relación con la actitud que adopten sus esposas. Si las madres no adoptan un papel activamente protagónico, es posible que el padre repita el posicionamiento machista de su propio padre.
En cambio, si la mujer adopta un posicionamiento activo en pos de la igualdad de sus hijas es posible que el padre revise sus ideas y pueda darle a su hija un lugar en la empresa.
De la misma manera, la actitud de los hermanos respecto de las hermanas varía según lo que transmiten sus madres.
Hombres, mujeres y distribución patrimonial
Cuando los padres piensan cómo distribuir el patrimonio entre sus hijos, muchas veces se inclinan por un anticipo de herencia conservador para la hija (por ejemplo, como ya señalamos, comprarle una casa), en tanto que al varón lo dotan del dinero necesario para un emprendimiento productivo.
Si esa diferenciación no resulta irritante en ese grupo familiar, no hay ninguna objeción al respecto, en tanto los aportes a cada uno de los hijos sean equivalentes, por lo menos respecto de la legítima hereditaria que le corresponde a cada uno (de no serlos, la equiparación se realizará después del fallecimiento de los padres, a través de la figura de la colación).
Ahora bien, si esta manera de distribuir el patrimonio es, simplemente, una forma de continuar con costumbres ancestrales y no refleja la realidad de las necesidades actuales de la familia, entonces puede ser una fuente de conflicto.
Por lo tanto, frente al deseo de ayudar a los hijos, siempre resulta recomendable escuchar con claridad cuál es la expectativa de cada uno de ellos, para no terminar haciendo un esfuerzo que no solamente no será valorado, sino que, más grave aún, puede ser fuente de malestar y conflictos.
Cuando las hermanas son las propietarias
Una de las cuestiones que se debe considerar y decidir en una empresa de familia es el lugar de los parientes políticos. En las empresas en las cuales los titulares son varones, se tiende a disponer que las respectivas esposas no participen en la gestión ni en la propiedad de la empresa.
Sin embargo, cuando se trata del caso inverso, es decir, cuando las mujeres son las propietarias y se tiene que definir la posible participación de sus maridos, el tema se torna más espinoso.
En muchas oportunidades, los maridos ya se encuentran trabajando en la empresa e, incluso, ocupan un cargo gerencial.
Por lo tanto, hacer valer la condición de propietarias y ocupar un espacio por sí mismas es un desafío más que deben afrontar las mujeres en una empresa de familia.