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¿DÓNDE ESTAMOS? CAPÍTULO UNO
ОглавлениеSe estima que cada año, en todo el mundo, se llevan a cabo alrededor de 40 millones de abortos. En Estados Unidos, de media 2400 abortos al día y, en el Reino Unido, alrededor de 600.
Esto tiene consecuencias. Algunas personas expe- rimentan relativamente pocas, aunque muchos re- conocen que son reales y dañinas, tanto para los hombres como para las mujeres.
Entonces, llegamos a las preguntas aún más importantes. ¿Qué opina Dios de estas cosas? ¿Qué tiene que decir la Biblia? ¿Es así cómo debería ser? ¿Está bien?
Asimismo, queremos comprender nuestra responsabilidad individual. ¿Cómo deberíamos apoyar a aquellas personas para las que se trata de un tema muy personal (quizás estén planteándose abortar o están sufriendo debido a que llevaron a cabo uno en el pasado) y cómo podemos hacerlo bien? ¿Qué ocurre con las campañas políticas para concienciar a la gente y promover el cambio legislativo?
El objetivo de este breve libro es explorar algunas de estas cuestiones a medida que reflexionamos de manera práctica y bíblica sobre este tema.
Con frecuencia, acusan a los que están en contra del aborto de adoptar su opinión como parte de un “conjunto de medidas” sin haber reflexionado en ello. Debido a sus creencias religiosas o afiliaciones políticas, la gente se considera antiaborto o provida, pero en realidad no saben por qué.
Un gran número de los que lean este libro serán creyentes cristianos. Otros lectores quizás no se con- sideren cristianos, pero quieran saber por qué los cristianos piensan de la manera en la que lo hacen. Esperamos que este libro permita a todo el mundo sentirse con más confianza para hablar sobre el tema, ya sea en la esfera pública o simplemente tratando de ayudar a algún amigo o familiar.
¿DÓNDE ESTAMOS?
No podemos negar que ya no existe un consenso moral sobre muchas de las cuestiones a las que nos enfrentamos hoy en día; algunos dirían que hemos perdido el rumbo. Los valores que en el pasado respaldaban nuestras acciones en el día a día, ya no se reconocen y no estamos seguros, entonces, de lo que es correcto o incorrecto (de lo que está bien o mal).
Esto es lo que ocurre con el aborto, respecto al que existe un amplio rango de pensamientos y opiniones (opiniones que se defienden con mucha intensidad). El debate es acalorado, por lo que es difícil implicarse con quienes tienen opiniones diferentes a las nuestras. A menudo, este gira en torno a casos extremos, que, aunque son poco comunes, presentan situaciones desesperadas y desgarradoras. Las emociones están a flor de piel.
Este es el contexto en el que los cristianos estamos llamados a pensar, hablar y actuar. Sin embargo, se trata de una tarea complicada por lo que tendemos, por defecto, a retirarnos y mantenernos callados. No solo evitamos las conversaciones sobre este tema con nuestros familiares y amigos que no comparten nuestra fe, sino que evitamos también hablar del aborto en las iglesias. Esto se debe en gran medida a dos razones. Primero: no hemos dedicado el tiempo suficiente a pensar con detalle sobre esta cuestión y a desarrollar convicciones firmes. Segundo: nos resulta difícil debatir sobre un tema tan sensible y no sabemos por dónde empezar.
El resultado es que somos vulnerables a seguir la corriente cuando esta cuestión afecte a nuestras vidas. Al enfrentarnos de repente a un embarazo no deseado, por ejemplo, corremos el riesgo de tomar decisiones de las que quizás nos arrepentiremos. Por otra parte, los que están sufriendo como resultado de un aborto también se quedan sin la ayuda y el cuidado que necesitan.
Para empezar, vamos a reflexionar un poco más sobre la cultura y el ambiente en el que nos encontramos.