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Aunque hoy sea lunes
Los domingos son más grises desde que no estás. También desde que llega noviembre e inunda mi habitación de un frío que quema. Estaba bien darse calor. Es más triste mirar por la ventana y leer y ver una serie, mientras espero que pase el tiempo, porque «el tiempo lo cura todo». Creo que ya ni me molesto en levantarme, me ahogo en mil fracasos. Todo cuando recuerdo tu pelo y tu boca, y cuando noto tu mano en mis caderas. Sobre todo cuando vuelvo a tu manera de mirarme, con ese verde penetrante a un jodido centímetro de mis ojos rasgados, nariz con nariz, y con mi mano cogida y apretada por tus dedos. Entonces mi cama te echa de menos.
Ahora llueve y me mojo y me siento viva. Notar las gotas frías sobre las mejillas y saber que esta vez no es lágrima. Sentir el pelo mojado pegado en el cuello que besabas tan apasionadamente y obligarme a apartar ese recuerdo de mi cabeza en ese mismo instante.
Y correr.
Correr pisando charcos a otros lugares para esquivar nuestras calles, hasta que un día llego y me planto en nuestra tienda favorita y me empeño en verla de otra forma y en no pensarte en cada cosa que me gusta y que sé que a ti también.
Es como tirar alcohol a la herida; sabes que duele, escuece, pero se curará. Así que me dejo levantar por otros mientras me doy cuenta de lo débil que soy por no poder hacerlo sola, pero sonrío y me entrego porque amigos hay pocos y no están para mis malas caras. Entonces cuelgo de hilos finos durante horas hasta que consigo hacerme invisible y apartarme a un rincón y volver a pensar. Masoca de mí. Luego llegan ellos y se meten en mi cama y en mi pecho y me dejo hacer; mientras, nado entre recuerdos. Lo confieso.
Y bailo. Imagino que cada gota de sudor es esencia tuya que elimino por mis poros. Sigo bailando y me doy cuenta de que nada me hizo sentir tanto como tú y la música. Tú ya no estás, pero la música sigue. Sigue hasta en los domingos fríos y grises de noviembre. Suena a pesar de todo. Todos los días; y me hace un poco más libre. Suena y la escucho y la siento. Sigo expulsando tu tacto. Suena hasta que esté seca..., seca de ti. Y después, también.