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Manual de instrucciones


Deja de utilizar tu cuerpo

para intentar agradar al resto.

Para intentar lograr y satisfacer.

Para que parezca el de alguien

que no eres tú,

o acabarás sin serlo.

Mira tus piernas y quiérelas

porque son las que te llevan lejos

y te traen de vuelta a casa.

Nota tu pecho y siente todo

lo que lleva dentro.

Adora tus manos,

haz que abracen y acaricien

también

tu propia piel.

Ama tus grietas que gritan

que un día te rompiste

y te volviste a recomponer.

Agacha tus pestañas

y que tus párpados encierren tus pupilas,

solo cuando tú lo necesites.

Quiere tu vientre

porque es tuyo,

porque acoge tus nervios y tus ganas,

se pliega y se encoge y se tuerce

y eso siempre,

siempre,

significa que estás viva.

Cuenta los pedazos que dejaste

en rincones de otros.

Envíales tus brazos

para que sepan volver.

No los rechaces,

no los ahogues.

No reniegues de esas partes

que son todavía y siempre

tuyas,

solo porque alguien

no las supo querer bien.

Quiérelas tú.

Sé su (tu) casa.

Que no hay nada que nos mate peor

que las prisas y el miedo

por volver a estar enteros.

Conclusión:

El tiempo sirve para mucho más

cuando dejas de contarlo.

Aunque hoy sea lunes

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