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Capítulo 7

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Es mediodía y mami está tendiendo la ropa en un ojo patio, siempre se cae algo, ropa, pinzas mami baja siempre a pedírselo a la vecina del bajo. Todos los vecinos han hecho una reunión y han acordado en que cada uno va a ponerse el suelo de ese hueco. Mami habló con papi y el tito bueno, lo van a hacer ellos en el nuestro.

Es sábado por la mañana, papi y el tito están trayendo las cosas para poner el suelo: un hierro muy grande y largo, otros finos, redondos y largos también, arena, unos sacos de un polvo gris, losas de color marrón oscuro, y algunas cosas más. Ahora están trabajando haciendo el suelo, da miedo, se pueden caer. Mami y la tita están hablando y preparando la comida, al mediodía comemos todos, luego papi y el tito se ponen a trabajar de nuevo, mami y la tita recogen la mesa, friegan los platos y hacen café. Papi y el tito paran un momento para tomarse el café con mami y la tita, vuelven a trabajar y mami y la tita se van al salón y juegan a los dados. Yo no sé jugar y mami no quiere enseñarme, así que juego sola.

Han pasado unos días, papi y el tito están terminando de poner el suelo, tenían que dejar secar la base que hicieron el otro día, está quedando muy bonito, ya no está la baranda. Mami dice que hay que esperar unos días para poder pisarlo, le han puesto otro tendedero en la otra ventana de la cocina, ahora son las cuerdas más largas. Han terminado el suelo y mami dice que ahí pondrá la lavadora, eso será el lavadero.

Es por la tarde y estoy en la calle jugando con otros niños y niñas, hemos hecho amigos nuevos. Nuestras amigas del otro piso también se mudaron a un bloque junto al nuestro. Estamos todos jugando a profesores y alumnos, mis primas también viven en nuestro barrio, se mudaron. En nuestro barrio hay muchos jardines, está muy bonito, todo lleno de plantas que mami dice se llaman uña de gato. Cogemos esa planta para pintar con ella, sus hojas son como triángulos largos, tienen mucho líquido dentro, es como una tiza de esas del colegio para pintar las pizarras. Echan unas flores de color rosa oscuro, casi rojas, pequeñas, muy bonitas. Me encuentro un puñado de páginas de un libro, está roto y estropeado, pero no me importa, lo utilizo y juego de profe haciendo un dictado. Es tarde y todos se van, sus mamás los llaman para cenar, yo me quedo un poco más. Como me aburro sola y es tarde ya, decido irme a casa también, mami me regaña cuando llego, dice que me ha estado llamando, que dónde estaba. Le cuento que estaba en el parque y me dice que no quiere que me vaya de la plazuela donde ella pueda verme y yo escucharla cuando me llame. Le digo que sí y voy a lavarme las manos, las tengo verdes de la planta.

Es por la tarde, temprano, mamá está limpiando el portal de nuestro bloque. En el jardín hay plantas que los vecinos plantaron, mamá puso un cactus de esos planos con espinas muy pequeñas, han crecido y se están poniendo muy bonitas y grandes. Mami les echa agua, yo estoy jugando y me caigo encima del cactus. No puedo levantarme sola, me pinchan, mami me levanta corriendo y me mira por todos sitios. Se me rozaron las rodillas, tengo espinas por todos sitios, en el pecho, los brazos y las manos, me duelen, pinchan y escuecen. Mami me dice que estoy tonta. Me está sacudiendo la ropa, yo me he puesto a llorar, subimos a casa, vamos al baño, mamá coge una esponja, me quita el chaleco y comienza a frotarme. Me duele y me pincha mucho, tengo escalofríos, se lo digo llorando y ella me dice dulce y tranquila, pero preocupada:

—Claro que te duele, si te has llenado de espinas, hasta que no te quite todas, te seguirá pinchando. Después de un rato frotándome, me seca con la toalla. Aún me pinchan las manos, salimos del baño, yo me voy al sofá y mami sacude por la ventana mi chaleco para quitarle las espinas. Más tarde, me pregunta si me pincha menos. Le digo que sí.

Es por la tarde de otro día, estoy sentada en un escalón que hay frente al portal, los pies dentro del jardín con cuidado de no pisar ninguna planta. Tengo a mi perrito a mi lado, con su collar y su correa, estoy feliz, quiero mucho a mi perrito, es muy bueno y cariñoso, no se hace pipí en casa aguanta mucho. Los niños y niñas que pasan por nuestro lado se meten con él, me dicen que tengo un perro muy feo, yo les digo que no, que es muy bonito, les da igual y continúan diciendo que es un chucho horroroso. Se alejan riéndose a nuestra costa llamándome a mí también tonta, agacho la cabeza, me abrazo a mi perrito y me echo a llorar, le digo a mi perrito en la oreja que no les haga caso, que es muy guapo y bueno. Él me da lametones en la cara y las manos, se restriega contra mí muy contento, me hace reír. Mi perrito se llama Ruiz y tiene una novia que se llama Laica, una perrita muy bonita de una vecina. Mi perrito es de color negro, muy canoso y el pecho blanco, pelo corto y desordenado, ojos marrones y alegres, es chiquito de estatura, pero ya adulto y parece entender todo lo que hablamos. Su novia perrita es marrón, no muy oscuro ni muy claro, el pelo más largo y liso, con ondas en las puntas. Es pequeña, un poco más que mi perrito, se quieren mucho, cuando se ven saltan y juegan mucho y se dan lametones a modo de besitos.

A la mañana siguiente estoy en la calle y veo a Laica, que está enganchada a otro perro. Están juntos y ella chilla, le digo al otro perro que no le haga daño. Me acerco para separarlos y echar al perro malo, que me muerde en la mano. Se han separado, pero me ha clavado los dientes. Laica vuelve a su casa y el otro perro se va del barrio. Subo a casa llorando, pues el mordisco me duele y se me está hinchando, me sale sangre. Se lo enseño a papá, que me lleva al baño y me echa alcohol en la mano. Mi papá me dice que no toque a ningún perro, y menos si no lo conozco. Asiento en silencio, mientras papi me cura el mordisco.

Recuerdos de una vida

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