Читать книгу La civilización del Anáhuac: filosofía, medicina y ciencia - Lourdes Velazquez González - Страница 11
Civilizaciones y culturas
ОглавлениеEn las páginas anteriores hablamos de la “civilización” del Anáhuac y de diferentes “culturas” (olmeca, zapoteca, azteca, maya, entre otras). Este hecho indica que consideramos estos dos conceptos como relacionados, pero no como sinónimos, aunque en el discurso ordinario se utilicen así. ¿Cuál es entonces el significado de cada uno y la diferencia entre los dos? La respuesta es compleja, ya que este asunto ha sido tratado de manera distinta por varios autores a lo largo del tiempo y con soluciones también diferentes. Por esta razón, después de dar algunos detalles históricos, propondremos una definición en un cierto sentido convencional y que tiene la ventaja de ser adoptada por muchos especialistas de estos temas.
Cultura es un término de origen latino que indicaba la labor de “cultivar” los campos (agri-cultura) y en seguida también al cuidado particular dedicado a las deidades (a las cuales se ofrece un “culto”) y el cuidado puesto en la formación del ser humano mediante la educación (con el fin de que sea una persona “culta”). Este último significado coincide aproximadamente con la noción griega de paidéia que encontramos, por ejemplo, en Platón y Aristóteles y que en la tradición latina se designó con el concepto de humanae litterae o sea de “humanidades” como aún se dice en varios idiomas. Este término se refería al conjunto de conocimientos (tradiciones y saberes) que un determinado pueblo considera como fundamentales y dignos de ser transmitidos a las futuras generaciones. Un hecho típico de la cultura occidental fue considerar que el conocimiento se encuentra básicamente en los libros (de ahí vino la idea que la cultura de un hombre se basa en un sistema de “buenas lecturas”). Además, el adquirir esta cultura requería invertir mucho tiempo durante bastantes años, era obvio que fuera reservada a personas pertenecientes a los estratos sociales más elevados y ricos, y no a los esclavos o a los siervos. Por esto la enseñanza era sólo para los hombres “libres” (es decir, excluía a las mujeres y a los esclavos). En la Edad Media la enseñanza se articuló en los currículos de estudio de las artes y se identificó con lo que se enseñaba en las “artes liberales”, claramente separadas de las artes “mecánicas” que implican trabajo manual y se consideraban de valor inferior desde el punto de vista social. Era un privilegio de las clases altas la posesión de conocimientos, creencias, modales de comportamiento y convenciones sociales, y que una persona debía tener para ser considerada culta.
Esa concepción aristocrática de la cultura declinó a partir del Renacimiento, en especial después de la creación de la ciencia natural moderna por parte de Galileo, Newton y sus seguidores, la cual comportaba un aprecio especial de las matemáticas y de las tecnologías; esto preparó el cambio de perspectiva que ocurrió en la época de la Ilustración, que concibió a la razón como característica del ser humano, y la consideró como fundamento de la dignidad personal y del progreso social, que se alcanzan mediante la educación, como subrayaron filósofos como Rousseau y Kant. Dentro de esa perspectiva, la cultura se presentaba como un bien universal y los autores franceses empezaron a llamarla civilisation (utilizando un término que anteriormente significaba un conjunto de buenos modales) y de tal manera la civilización no aparecía en oposición a la cultura, sino como una dilatación ideal de la misma. En tanto que para los pensadores alemanes cultura (Kultur) y civilización (Zivilization) tenían un significado casi opuesto. La cultura era esencialmente algo relacionado con la auténtica naturaleza humana presente en cada individuo. Mientras que la civilización era considerada como un conjunto de reglas y valores más exteriores y convencionales. Esta oposición, claramente presente en Kant, se desarrolla en los autores del Idealismo, en Schopenhauer, en Nietzsche y culmina con la famosa obra de O. Spengler, El ocaso de Occidente, en donde la Zivilization se presenta como el momento culminante de un ciclo de Kultur que se ha convertido en algo rígido y artificial y es el signo de la decadencia de ese ciclo y de su próximo fin.
Estas caracterizaciones “ideológicas” de los conceptos de cultura y civilización han alimentado muchas discusiones que han mezclado varios elementos, que sería imposible identificar un significado suficientemente unívoco de estas nociones. Por tanto, resulta más útil apoyarse en unas caracterizaciones más “descriptivas” que se desarrollaron durante el siglo xx y se basan en características muy generales y relativamente elementales que sirven para agrupar en una misma civilización una variedad de culturas a su vez caracterizadas por un abanico mucho más amplio de rasgos materiales, intelectuales, de creencias, costumbres y formas de vida que acumulan durante periodos más o menos largos y dentro límites geográficos variables de ciertas poblaciones. Esta concepción más descriptiva o empírica es la que adoptamos en este libro, siguiendo la línea trazada por autores como Guillermo Marín y Bonifaz Nuño,4 entre otros, por eso hemos hablado de una civilización del Anáhuac y de varias culturas que se han desarrollado dentro de la misma.
En este punto es interesante mencionar que la historia de la humanidad ha conocido sólo un número pequeño de civilizaciones madre, esto es, de civilizaciones que han surgido sin tener antecedentes de las cuales hayan derivado. El catálogo de estas civilizaciones madre es en cierta medida convencional e incluye las siguientes civilizaciones originarias o civilizaciones madre: Egipcia, Mesopotámica, China, India, Anáhuac, Andina.
Esta lista no pretende designar las civilizaciones “más excelentes” o “más importantes” de la historia, sino las más “antiguas” u “originales” debido a que no son derivadas de otras civilizaciones. Así, por ejemplo, la civilización romana ha sido, sin duda, una de las más grandes e importantes de la historia; sin embargo, no se considera una civilizaciones madre (no obstante su larga duración hasta los tiempos modernos y su amplia articulación en diferentes culturas a lo largo de su evolución) porque en sus orígenes entraron varios elementos de culturas anteriores, como la etrusca, las itálicas autóctonas, la griega, etcétera.
En resumen: las civilizaciones madre tuvieron un origen autónomo, se asentaron en un territorio y empezaron a cultivarlo asegurándose la base de su nutrición. Por esto, cada una se caracteriza por un determinado grano (trigo, maíz, arroz, etc.) que constituye su base alimenticia. Después de haber cubierto sus necesidades elementales de subsistencia, crearon una filosofía, una religión, un Maestro, un lenguaje y varias instituciones sociales. Esto significa que cada una de ellas tuvo una estructura de pensamientos no sólo para interpretar el mundo y los eventos de la vida, sino también para darle un sentido a la existencia y abordar el problema de la transcendencia, tanto desde el punto de vista del individuo como de la comunidad. De estas exigencias fundamentales se desarrollaban cuatro sistemas básicos concernientes a la alimentación, a la salud, a la educación y a la organización social. Como se ve, se trata de marcos muy generales comunes a las diferentes culturas que históricamente se han desarrollado dentro de una misma civilización y que cada cultura a su vez ha concretado de manera diferente. Sin embargo, mucho más fuertes y marcadas son las diferencias con respecto a otras civilizaciones. Por ejemplo, el sistema de educación practicado en la cultura medieval occidental –con sus planes de estudio basados en las “artes” del trivio y cuadrivio, y destinados para clérigos y laicos, y enmarcados dentro de una concepción cristiana del ser humano y de la divinidad– es muy diferente del sistema educativo de la toltecáyotl que practicaban las diferentes culturas del Anáhuac, siendo abierto a todos los miembros de la comunidad, sin diferencia de género y con finalidades de formación física y espiritual bien definidas en el marco de una original cosmovisión al mismo tiempo filosófica y religiosa que trataremos en los próximos capítulos.