Читать книгу Ladrones de Sueños - Lucía Irene López Ripoll - Страница 14

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5. FALSAS ESPERANZAS

La princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. — Pablo Darío, Sonatina

Se puso delante del espejo y se miró de arriba abajo; no sabía cómo debía ir una vestida a un encuentro con su nuevo vecino y sus amigos, pero tampoco creía andar desencaminada con su minifalda vaquera negra y su camiseta gris de un grupo poco conocido que su padre le trajo de uno de sus viajes a España. El sonido estridente del timbre la sobresaltó y una ligera sensación de nervios la invadió al saber que era Walter quien le esperaba al otro lado de la puerta.

— ¿Wyn estás lista? — Wyn no sabía si Walter llegaba antes de lo previsto o si a ella se le había echado el tiempo encima.

— ¡Sí, un minuto! ¡Está abierto! — gritó escaleras abajo mientras cogía una chaqueta rápidamente y se apresuraba a bajar. Walter ya había entrado y la esperaba pacientemente en el rellano.

El chico reconoció el nerviosismo en su voz, lo que le hizo gracia y le provocó una oleada de afecto por ella mientras la observaba bajando las escaleras.

— ¿Nos vamos? — carraspeó un poco al empezar a hablar, intentando disimular su asombro sin éxito.

— Por supuesto — contestó Wyn saliendo por la puerta con decisión. Al llegar al porche se paró en seco perpleja — No me acordaba de que íbamos a ir en moto.

— Si no te parece mal, sí.

— No, es genial. Solo que debería haberme puesto pantalones.

— Entonces suba señorita, su limusina acaba de llegar — le dijo él imitando a un torpe galán.

Wyn disfrutaba cada segundo del trayecto. Notaba como el viento pasaba junto a su cara, acariciándola. Se sentía libre, pero a la vez sus brazos alrededor de Walter le daban seguridad.

Finalmente llegaron a su destino. En la entrada del cine había un grupo formado por dos chicos y una chica. El primero al que vio era Bosco, con su habitual pelo despeinado y ropa cómoda con un toque de elegancia. A su derecha había un chico que debía tener la misma edad que Walter. Era pelirrojo y de aspecto tímido, pero sus ojos azules emanaban seguridad y confianza.

Al lado del joven se encontraba una chica también de pelo rojo y con sus mismos ojos, pero al contrario que a él, se la veía seria y no parecía tener muchas ganas de estar allí. Walter la ayudó a bajar de la moto y se dirigieron hacia ellos.

— Wyn, ya conoces a Bosco, y estos son Caiden y Clariany, son gemelos.

— Gracias Walter, era necesario aclararlo — le dijo Clariany con desdén en la voz.

— Sé amable — le regañó Caiden. Un instante después se dirigió hacia Wyn con una sonrisa encantadora — Encantado Wyn, tendrás que disculpar a mi hermana, tiene un mal día. — Clariany fingió que se molestaba y miró hacia otro lado.

— ¿Entramos? — dijo ella impaciente.

A Wyn todo aquello le parecía mágico. La película, el ambiente, Walter observándola y ella fingiendo no verlo que lo hacía. Todo. Un escalofrío le recorrió de arriba a abajo al notar que la mano de Walter rozaba la suya. Sus miradas se encontraron, y sus ojos, más fascinantes aún a causa del desfile de luces proveniente de la gran pantalla, lanzaban destellos mientras se iba acercando a su rostro… y de repente, oscuridad.

***

“Wyn, Wyn despierta, despierta mi reina, reina de los cielos y el infierno… despierta princesa…” Una voz familiar flotaba en la mente de Wyn, y la visión de unos ojos se le desvanecía a causa de la luz del día. En ocasiones le parecía escuchar otras voces, como la de su padre y la de Walter.

— Alejaos de ella Walter, es la última vez que os lo digo. La próxima no seré tan amable.

— No pretendemos hacerle ningún daño señor, pero no puede protegerse sola. –Por eso la protejo yo.

— Escuche, puede que mi clan tenga otra idea sobre ella, pero yo he tenido la oportunidad de conocerla un poco y creo comprenderla. Deje que le ayude. –Está bien chico, te mantendrás cerca solo porque pareces hacerla feliz. Pero voy a estar atento y como algo le pase otra vez, no quedará en pie ni uno de tu maldito clan, ¿estamos?

— Sí, señor.

Wyn se acabó de despertar cuando oyó unos pasos que subían hacia su habitación.

— ¿Papá, qué ha pasado, dónde estoy?

— Tranquila, cariño, estás en casa. No pasa nada, pero ya hablaremos sobre eso de irte de casa sin avisarme y no decirme donde vas a ir... — Walter carraspeó al fondo de la habitación. Su padre puso los ojos en blanco e hizo un esfuerzo por no sonar muy borde — Wyn, tienes visita, pero luego hablaremos sobre esto.

— ¿Walter, qué haces aquí? — se levantó de la cama apresuradamente, lo que le llevó a marearse y caer en los brazos de Walter, como ya había pasado en repetidas ocasiones.

— ¿Estás bien Wyn? — se le veía preocupado y con cara de no haber dormido mucho.

— La verdad es que no me acuerdo de mucho.

— Hacia el final de la película te desmayaste de repente, y entre Caiden y yo te trajimos a casa. Tu padre llamó a tu médico, y dormías hasta hace unos cinco minutos. — Wyn asentía y procesaba toda la información cuando se sonrojó de repente.

— Un momento, ¿Quién me ha puesto el pijama? — Walter se echó a reír tan fuerte que Wyn se quedó cortada y avergonzada hasta que este consiguió redimir la risa.

— Increíble... te desmayas en una sala llena de gente y lo único que te preocupa es quién te ha... — Wyn le fulminó con la mirada mientras él intentaba sin mucho éxito recobrar la seriedad– Clariany.

— Uf, mucho más tranquila. Dale las gracias de mi parte, y a Caiden también.

— La verdad es que los chicos estaban bastante preocupados, así que si te encuentras mejor puedes pasarte a verlos esta tarde. Ahora tengo que irme — le dijo guiñándole un ojo y cerrando la puerta tras de sí.

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