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ОглавлениеPerspectiva empresaria: de la responsabilidad social empresaria a la misión de la empresa7
Esta sección tiene por objetivo sentar las bases conceptuales para comprender en profundidad y transitar el paso del paradigma actual de la responsabilidad social empresaria al de desarrollo integral con foco en la problemática de la inclusión laboral en su recorte de discapacidad intelectual media y moderada.
En esta primera parte clarificaremos los conceptos de “responsabilidad social empresaria” y “misión de la empresa”, “desarrollo integral”, y los paradigmas motivacionales implícitos para la transición desde la responsabilidad social empresaria al desarrollo integral con foco en el tópico de inclusión. Para ello, también daremos marco teórico a conceptos tales como la “discapacidad”, la “discapacidad intelectual” y la “inclusión laboral”.
Esta sección concluye comparando las implicancias de cada paradigma para la CPP para el desarrollo en forma sustentable y provee criterios para dar respuestas a los desafíos que plantea la problemática de la inserción laboral de personas con discapacidad intelectual a partir de la clarificación conceptual y la reflexión. Su objetivo es proveer una síntesis de criterios para que el lector esté mejor equipado para la lectura del caso de la sección III.
Sobre cada concepto definimos el fenómeno, mostramos distintas visiones, proponemos integrarlas y ofrecemos las fuentes con las que el lector puede profundizar sus raíces históricas e intelectuales.
Desde el punto de vista de las empresas, actualmente nos encontramos en una transición que va desde acciones filantrópicas de asistencia directa a ONG dedicadas a solucionar desafíos tales como la pobreza, el medio ambiente, la salud y la educación, hasta acciones más relacionadas con el corazón del negocio.
Las acciones filantrópicas de asistencia son las dominantes hasta el momento y algunos ejemplos son los programas de asistencia social diseñados y ejecutados tanto por fundaciones de empresarios, como la Bill & Melinda Gates Foundation y la Susan Thompson Buffett Foundation, como por fundaciones empresariales, como la Fundación Acindar y Fundación Danone, por mencionar algunas. En el caso de organizaciones focalizadas en la discapacidad intelectual, cabe mencionar Cascos Verdes, Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA), APADIM, DISCAR, SARAKI, Asociación Argentina de Padres de Autistas (APAdeA), entre otras8.
Esta rica variedad de acciones tiene su correlato conceptual. En efecto, iniciativas como las anteriores son comúnmente presentadas y ejemplificadas por académicos, comunicadores y directivos, a través de lo que generalmente se denomina “responsabilidad social corporativa” (RSC), “involucramiento comunitario”, “corporate citizenship”, “corporate social performance” o “responsabilidad social empresaria” (RSE).
Dada esta variedad de conceptos, y considerando que estos expresan diversas dimensiones de la realidad, se concluye que las distintas personas involucradas en definir RSE están hablando de distintos fenómenos. Incluso tomando solamente el término RSE, las definiciones varían sustancialmente, y es por eso por lo que los estudios sobre RSE analizan enfoques más que comparar definiciones9.
Ante esta diversidad real y conceptual, proponemos un breve recorrido histórico por la evolución de la RSE y presentamos los paradigmas clave detrás de estas realidades, los cuales están implícitos en las distintas visiones sobre RSE y nos permitirán descubrir criterios de integración para pasar de la RSE al desarrollo integral con foco en nuestro recorte de interés.
1. Los cincuenta
En el mundo académico, el concepto de RSE comienza en la década de los cincuenta10, con la definición propuesta por Bowen11, quien la planteó como la obligación del directivo de empresa de perseguir políticas, tomar decisiones y seguir líneas de acción deseables para los objetivos y los valores de la sociedad.
La definición de Bowen tiene especial relevancia debido a que en aquel entonces no se conocía más que la filantropía empresarial, que se caracteriza por funcionar como algo aleatorio a la empresa y sin ningún vínculo estratégico con el negocio, quedaba regida por decisiones personales de los dueños.
2. Los sesenta
Durante los sesenta, basándonos en las formulaciones más significativas de Davis12, Frederick13 y Blomstrom14, se planteaba que existe una responsabilidad de la empresa que proviene de reconocerla como una institución integrada al sistema social y que, por ende, no puede actuar de manera aislada, ignorando los efectos positivos o negativos que genera en la sociedad.
3. Los setenta
Durante los setenta siguió evolucionado la idea de que era necesario definir cuál es la responsabilidad de la empresa en la sociedad, se incorporó el concepto de RSE. Se destacan tres aspectos entre los más importantes de la década: la definición de los niveles de la RSE, la diferenciación entre “obligación”, “reacción” y “responsabilidad social” y la formulación de la responsabilidad como una ecuación integradora de todas las obligaciones.
El Committee for Economic Development (CED)15 enriqueció la visión de la RSE al plantear que es la misma sociedad quien le permite operar a la empresa y que, por lo tanto, la empresa tiene la obligación de satisfacer las necesidades de la sociedad.
Ackerman16 y Sethi17 hicieron una diferenciación entre obligación social (comportamiento empresarial en respuesta a las fuerzas del mercado o restricciones legales), responsabilidad social (independiente de las obligaciones económicas y legales; “un comportamiento que sea congruente con las normas sociales vigentes, valores y expectativas de desempeño”); y reacción social (la adaptación del comportamiento corporativo a las necesidades sociales).
Carroll18 propuso la conocida definición de las cuatro partes de la RSE: “La responsabilidad social de la empresa abarca las expectativas económicas, legales, éticas y filantrópicas de la sociedad, en un momento determinado del tiempo” y sugirió la siguiente ecuación:
RSE = Responsabilidades económicas + Responsabilidades legales + Responsabilidades éticas + Responsabilidades filantrópicas.
4. Los ochenta
En la década del ochenta, Peter Drucker19 planteó que la empresa debe convertir su RSE en una oportunidad de negocio que integre las necesidades de la sociedad con la actividad empresarial. Esto convierte los problemas sociales en oportunidades de negocios, en capacidad de producción, en trabajos bien remunerados y en riqueza.
Durante el mismo año, Freeman20 propuso la teoría del stakeholder que presenta a las empresas como un sistema relacionado con la sociedad siendo los stakeholders “cualquier individuo o grupo que puede afectar o estar afectado por el logro de los objetivos de la empresa”21. Los intereses de todos los stakeholders deberían estar incorporados a la empresa.
Los grupos de stakeholders primarios son aquellos sin cuya continua participación la empresa no puede sobrevivir (accionistas, inversores, empleados, clientes y proveedores). Existe un alto grado de interdependencia entre la empresa y su grupo de stakeholders primario.
El grupo de stakeholders secundario está formado por quienes influyen o son influidos por la empresa, pero que no participan en sus operaciones ni son esenciales para su supervivencia (medios, influencers –activistas especializados de redes sociales cuyas opiniones son valoradas como verdades por gran cantidad de usuarios–, grupos de interés, etc.). Estos tienen la capacidad de movilizar la opinión pública a favor o en contra de una empresa, pudiendo favorecer o dañarla de manera significativa.
En tanto, el grupo de stakeholders públicos está formado por los Gobiernos y comunidades que proporcionan la infraestructura y mercados, cuyas leyes y regulaciones deben ser obedecidas y a quienes se les deben pagar impuestos y otras obligaciones. Las últimas dos décadas han sido testigos de los esfuerzos puestos en incluir el medio ambiente como un legítimo stakeholder de la empresa, contribuyendo al surgimiento de la idea del desarrollo sostenible.
5. Los noventa
En los noventa se empezó a considerar la RSE como un agente de control que ayudaría a solucionar cualquier posible daño causado por la empresa. Las empresas pueden ocasionar problemas sociales como consecuencia de sus actividades productivas, por lo tanto, es una responsabilidad social empresaria minimizar aquellos efectos colaterales, algunas veces inevitables (Buchholz)22. Alineados con esta visión, surgieron los conceptos de corporate social performance, corporate citizenship y contrato social.
El desempeño social de la empresa o corporate social performance ha sido definido por Wood23 como una configuración de principios de responsabilidad social y procesos de respuesta social, así como también de políticas, programas y resultados observables, que se vinculan con las relaciones sociales de una empresa.
La noción de corporate citizenship o “ciudadanía corporativa” se ha definido hacia fines de la década como un proceso mediante el cual una compañía desarrolla y administra las relaciones con sus stakeholders (Waddock y Smith, 2000; Waddock y Graves, 1997). Este enfoque implica tratar bien a todo el espectro de componentes, tomar conciencia de las implicancias sociales y humanas de las prácticas operativas de la empresa y desarrollar políticas, procedimientos y procesos, respetando la dignidad y valía de cada stakeholder. Este enfoque, que rescata la valía de cada ser humano relacionado de alguna manera con la empresa, deja abierta las puertas a la inclusión de una forma más clara que cualquier otro hasta el momento.
Logan, Roy y Regelbrugge24 explican que la ciudadanía corporativa varía entre los mínimos deberes legales y éticos, por un lado, y un comportamiento responsable y proactivo por el otro. Según la interpretación amplia (que supera la simple adhesión a las leyes, regulaciones y prácticas de negocio aceptadas en el lugar donde opera la compañía), la ciudadanía corporativa se aplica a la conducta responsable de la empresa tanto en los negocios como en el trato con todos sus integrantes, con las comunidades, con la sociedad y con el medio ambiente natural en general.
En esta misma década, Donaldson25 fundamenta la RSE desde la teoría del contrato social. Esta teoría se sustenta en la noción de que las empresas no podrían existir sin la cooperación y el compromiso de la sociedad; si la sociedad rechaza el funcionamiento del sector empresarial, este se verá obligado a transformarse. La empresa toma sus empleados de la sociedad, vende sus productos o servicios a la sociedad y es la sociedad quien le otorga o le quita cierto estatus a la empresa. Parte del contrato social se refleja en leyes y regulaciones, así como en las costumbres y valores socialmente aceptados que influyen en la actividad empresarial.
El contrato social es un contrato no escrito que representa una serie de obligaciones de índole abstracta homologable al contrato establecido entre los ciudadanos y el Gobierno. Esto significa que, más allá del arreglo válido entre directores y accionistas, lo directores no pueden perjudicar el contrato social implícito entre la empresa y la sociedad.
6. La década del 2000
El nuevo milenio trajo consigo un avance exponencial en los temas de RSE en los planos de los organismos internacionales, empresarial y académico.
Los organismos internacionales y empresariales aportaron tres desarrollos principales: la creación del Pacto Global en el año 2000, la Declaración de New York en el año 2010, y el lanzamiento de la ISO 26000 en el año 2010.
El Pacto Mundial-Global Compact (2000). El Pacto Mundial es una iniciativa voluntaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la cual las empresas se comprometen a alinear sus estrategias y operaciones con diez principios universalmente aceptados en cuatro áreas temáticas: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anticorrupción. Por su número de participantes, varios miles en más de 100 países, el Pacto Mundial es la iniciativa de ciudadanía corporativa más grande del mundo. Aquellas empresas que se adhieren al Pacto Mundial comparten la convicción de que las prácticas empresariales basadas en principios universales contribuyen a la construcción de un mercado global más estable, equitativo e incluyente que fomentan sociedades más prósperas.
La Declaración de Nueva York (2010). En la Declaración de Nueva York, las Naciones Unidas presentan un nuevo modelo de liderazgo empresarial y renuevan los compromisos empresariales con 10 afirmaciones clave relativas a los principios de derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y anticorrupción que benefician a las empresas y a la sociedad en general. Estos 10 mensajes del Pacto Mundial fueron reforzados tras la presentación de un modelo de liderazgo empresarial sostenible, denominado “Blueprint”, que recoge el legado del marco normativo internacional “Proteger, Respetar y Remediar”. La Declaración hace también un llamamiento para que las empresas contribuyan de forma sustancial a la paz y al desarrollo mundial, especialmente en áreas de alto riesgo y áreas de conflicto.
La ISO 26000. La International Organization for Standardization (ISO) lanzó, el 1 de noviembre del 2010, una guía sobre comportamientos sociales responsables y posibles acciones, denominada ISO 26000. A diferencia de las otras normas ISO, no es un sistema de certificación, sino una guía puesta al servicio de las empresas para que, voluntariamente, la utilicen para potenciar sus acciones de RSE. Por tal motivo es de uso voluntario.
7. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
En el plano académico, surgen una serie de modelos y estrategias que permiten alinear las necesidades de la sociedad con los objetivos del negocio (Rocha 2006; 2008). Por ejemplo, estrategias verdes tales como tecnologías limpias y de manejo de productos (Hart y Milstein, 2003) se alinean con necesidades ambientales; las estrategias de la base de la pirámide (Prahalad, 2005), microcréditos y modelos de microemprendimientos (Yunus, 2003) para alinear a las empresas con la erradicación de la pobreza; modelos y estrategias de desarrollo endógeno tales como mejorar sus capacidades nativas e insertar a MNC (multinational corporation) en los clusters locales y de emprendedores (Rocha, 2004; 2006) para alinear a las empresas con el desarrollo local, y modelos para alinear motivaciones personales con objetivos organizacionales y necesidades sociales (Cadbury, 2000; Rocha, 2006; 2008). Finalmente, Michael Porter propone el desarrollo de modelos de negocio de creación de valor compartido (shared value), definido como políticas y prácticas operativas que aumentan la competitividad de la empresa a la vez que crea las condiciones para el progreso social y económico de las comunidades en las que operan (Porter y Kramer, 2011).
A nivel iberoamericano, Bernardo Kliksberg, el padre de la gerencia social, impulsa la fundación de la Red Iberoamericana de Universidades por la Responsabilidad Social Empresarial (REDUNIRSE) que pretende, entre otros objetivos, ser un nexo entre los distintos actores sociales involucrados en la RSE, fomentar el capital social, promover el desarrollo humano ético, difundir y sensibilizar sobre RSE y fomentar la formación, investigación y extensión en RSE en Iberoamérica.
A nivel mundial, se destaca la Agenda Global 2030 de Desarrollo Sustentable, un plan de acción conformado por 17 objetivos y 169 metas que deberán ser cumplidos en el 2030. Fue aprobada por los estados miembro de las Naciones Unidas (ONU) en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, el 27 de septiembre de 2015, en la sede de la ONU en Nueva York.
Los 17 objetivos emanan de concentrar los esfuerzos en cinco áreas principales de trabajo: personas, prosperidad, planeta, paz y partenariado (“las cinco P”). Engloban, entre otras cuestiones, el compromiso de los Estados para erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía sustentable; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz; facilitar el acceso a la justicia y fortalecer una alianza mundial para el desarrollo sostenible.
El vínculo de los ODS con las empresas lo realiza el Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact). El Global Compact es una iniciativa internacional que promueve implementar 10 principios universalmente aceptados para promover la RSE (Anexo 1). Es la mayor iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresaria en el mundo, incluyendo más de 13.000 entidades firmantes en más de 145 países.
Resumiendo, la idea de RSE incluye una gama de actividades y conceptos que van desde actividades de beneficencia hasta la creación de valor compartido, a partir del corazón de la actividad de la empresa. Esta última tendencia se apoya en la idea de que la empresa contribuye a la sociedad no solo con sus aportes económicos, sino, principalmente, con sus competencias tecnológicas y capacidades gerenciales26, como políticas de personal de avanzada –que incorporan la inclusión de personas con capacidades disminuidas–, productos confiables y saludables, políticas proverde, integridad y compromiso con la comunidad, basado en la valoración de la dignidad humana.
A partir de la revisión histórica y actual de las ideas y prácticas relacionadas con la RSE, en la sección siguiente intentamos identificar criterios y paradigmas que permitan integrar los elementos esenciales de la RSE y preparar las bases para el desarrollo integral con foco en la inclusión.
8. RSE, ¿una visión integradora?
Todo intento de integración en fenómenos como la RSE, en los cuales no hay acuerdo unánime, tanto en las definiciones como en las acciones, recorre, como mínimo, dos caminos: el conceptual y el tipológico.
No seguiremos el camino conceptual que toma las dimensiones clave de cada una de las definiciones aportadas por las distintas visiones y trata de integrarlas en una definición más abarcativa, pues si bien la RSE es actualmente un concepto aceptado por académicos y empresarios, no está debidamente fundamentado y la palabra “social” tiene una connotación restringida, generalmente asociada a la lucha contra la pobreza o a la inserción social de la empresa. Por lo tanto, esta concepción invita a la creación de bipolaridades y situaciones de compromiso tales como rentabilidad económica vs. desarrollo social o desarrollo de funciones clave en la localidad donde opera la subsidiaria o en el país donde se encuentran las oficinas centrales.
Creemos que el criterio de redescubrir la misión o finalidad de la empresa es un camino superador al de redefinir la RSE.
El camino tipológico, por su parte, integra las distintas visiones conceptuales y prácticas vistas en la sección anterior dentro de un marco previamente definido27. Por ejemplo, en la RSE podemos citar dos ejemplos de integración aplicando tipologías.
El primero, siguiendo a Paladino y Milberg (2004), es el desarrollado por la Corporate Citizenship Company, el cual representa las distintas formas de RSE en un diagrama mediante una pirámide (figura 1.1), donde las iniciativas discrecionales de la empresa corresponden al vértice superior de la pirámide y en la base de la pirámide se ilustran las prácticas y estrategias para la gestión de las relaciones de los stakeholders, principalmente las relaciones primarias con accionistas, empleados, clientes, conexiones externas con las cadenas de abastecimiento y conexiones internas con la red de distribución, las comunidades y el medio ambiente.
7. El presente capítulo contiene material del libro Paladino y Rocha (2013).
8. http://www.fundaciondiscar.org.ar/ - http://www.fundacionapadim.org.ar/ - www.asdra.org.ar - www.cascosverdes.org - http://www.saraki.org/ - http://apadea.org.ar/
9. Ver, por ejemplo, Saether, K. T. y Aguilera, R. V. (2008). “Corporate Social Responsibility in a Comparative Perspective”. In Crane, A., et al. (PDF). The Oxford Handbook of Corporate Social Responsibility. Oxford: Oxford University Press.
10. Ver Carroll and Shabana (2010).
11. Bowen (1953).
12. Davis (1960).
13. Frederick (1960).
14. Davis y Blomstrom (1966).
15. Dalton y Cosier (1982).
16. Cfr. Ackerman (1975).
17. Sethi (1975).
18. Carroll (1979).
19. Drucker (1984).
20. Cfr. Freeman (1984).
21. Cfr. Freeman y Reed (1983).
22. Bucholz (1991).
23. Wood (1991).
24. Logan, Roy, Regelbrugge y Hitachi (1997).
25. Donaldson y Werhane (1999).
26. Kliksberg (2011).
27. Ver Rocha y Ghoshal (2006); Rocha y Birkinshaw (2007), tanto para una discusión, crítica y aplicación de este enfoque, como para una lista de referencias para profundizar sobre él.