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Capítulo I La realidad del teletrabajo 1. EL TELETRABAJO EN LA UNIÓN EUROPEA Y EL MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL Y EL IMPACTO DE LA COVID-19 1.1. LA TRASCENDENCIA LIMITADA DEL TELETRABAJO CON ANTERIORIDAD A LA PANDEMIA DE LA COVID-19

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Desde los años 80 del siglo XX se viene afirmando que el trabajo desde el domicilio iba a tener una gran importancia en la esfera organizacional de las relaciones laborales1. No obstante, los datos de Eurostat demuestran que esta relevancia ha sido más bien relativa hasta la aparición de la pandemia de la COVID-19.

En la década anterior a la crisis sanitaria, el teletrabajo en la Unión Europea ha sido, ciertamente, marginal, si bien ha ido creciendo a ritmo pausado, aunque constante. En 2010, un 12,9% de las personas trabajadoras encuestadas indicaron prestar servicios desde casa. Dicho porcentaje fue ascendiendo ligeramente hasta el 14,5% en el 2015, alcanzando el año 2019 su punto más alto con carácter previo a la crisis de la COVID-19, con un 16%.

El trabajo desde el domicilio tuvo un mayor arraigo en los países del norte y oeste de Europa que en los países del sur y este. En 2019, las personas encuestadas en Holanda (39,9%), Suecia (34,7%), Finlandia (31,7%) y Luxemburgo (31,3%) afirmaron trabajar desde el domicilio en mayor medida que las personas encuestadas en países como Eslovaquia (9,5%), Italia (4,7%), Grecia (5,2%) y Chipre (2,5%). Estas divergencias entre países no solo pueden obedecer a diferencias culturales, sino también a los diferentes tipos de actividades económicas de cada país, el tamaño de las empresas, el porcentaje de trabajo por cuenta propia, y las habilidades digitales de las personas trabajadoras de cada uno de ellos2.

En el mercado de trabajo español, la penetración del trabajo desde el domicilio se situó, hasta el año 2019, por debajo de la media de la Unión Europea. De hecho, varió muy poco en la década anterior a la pandemia: de un 6,2% en el año 2010 a un 8,3% en el 2019.

A la hora de analizar la periodicidad, otra estadística de Eurostat muestra cómo el trabajo desde el domicilio esporádico predominaba sobre el permanente en los Estados de la Unión Europea. Es decir, hay un mayor número de personas encuestadas que manifestaba trabajar desde el domicilio a veces (menos de la mitad de los días) que habitualmente (más de la mitad de los días). En el año 2019, el 10,8% de la población europea manifestaba trabajar desde casa en algunas ocasiones, en cambio, un 5,3% afirmaba teletrabajar regularmente. Esta misma tendencia se observa en el caso español. Pues, en el año 2019, un 4,8% de las personas ocupadas por cuenta ajena afirmaron trabajar habitualmente desde el domicilio, mientras que el porcentaje de trabajo desde el domicilio de forma esporádica alcanzó el 3,5%3.

En relación con los diferentes grupos de edad, el trabajo desde el domicilio era más común entre las personas de edad más avanzada que entre las personas jóvenes. En este sentido, según Eurostat, un 17,9% de la ciudadanía mayor de 55 afirmaba teletrabajar en 2019, un 16,8% de las personas de entre 25 y 49 años, y tan solo un 5,9% de aquellas personas entre 15 y 24 años. En el caso español, las estadísticas de dicho año muestran la misma proporción. El 10% de las personas mayores de 55 años afirmaba trabajar desde el domicilio, entre el grupo de 25 a 49 años el porcentaje bajaba al 8,3%, y entre las personas trabajadoras de 15 a 24 años tan solo un 2% reconocía prestar servicios desde el domicilio. Siendo así, y de seguir confirmándose esta tendencia de mayor proyección del teletrabajo entre las personas trabajadoras de mayor edad, es claro que la actividad preventiva debería tener en cuenta este factor en la valoración de riesgos específicos, como pueden ser la mayor propensión a padecer problemas fisiológicos (visión, audición o del aparato motor)4, especialmente en el contexto del progresivo envejecimiento de la población activa en el Estado español y en la Unión Europa –diferenciando los factores de riesgo diferenciales de las mujeres trabajadoras de mayor edad–5.

Al mismo tiempo, a nivel de la Unión Europea, el teletrabajo en 2019 era más común entre las personas con mayores responsabilidades familiares. De esta forma, el 20,1% de las personas encuestadas con tres o más descendientes manifestó trabajar en el domicilio. Dicho porcentaje se reducía hasta el 17,6% para las personas con dos personas descendientes a su cargo. Finalmente, el 13,2% de las personas con una sola persona descendiente afirmaron trabajar desde casa. En el caso español, pese a que el teletrabajo también era más común entre las personas con más de un descendiente, las diferencias no eran tan pronunciadas. De esta forma, en 2019, un 9,5% de las personas trabajadoras con tres o más descendientes afirmaba trabajar desde casa. El porcentaje era ligeramente mayor en el caso de las personas trabajadoras con dos personas descendientes, alcanzando el 9,7%. Y, tanto las personas sin descendencia como las personas con una persona descendiente manifestaron recurrir al trabajo desde el domicilio en un 8%. Como sucede con relación a la edad, la mayor tendencia de teletrabajo entre las personas con responsabilidades familiares es una cuestión de especial relevancia en sede de tiempo de trabajo, parámetro preventivo básico en cualquier prestación de servicios y especialmente en el teletrabajo dado los riesgos psicosociales que pueden derivarse de la eventual concurrencia de tiempo de trabajo y tiempo de descanso6.

Si atenemos al género de las personas, las estadísticas de Eurostat apuntan que, con anterioridad a la pandemia de la COVID-19, el porcentaje de hombres que afirmaba trabajar desde el domicilio en términos globales ha sido ligeramente superior que el de mujeres. Pues en el 2019, un 14,3% de mujeres y un 14,4% de hombres reconocieron trabajar desde el domicilio. En el Estado español, un 8,8% de hombres afirmaba trabajar desde casa en el año 2019, mientras que el porcentaje entre las mujeres era del 7,7%. Conviene mencionar que estos datos en favor de los hombres no parecen estar relacionados con necesidades de conciliación de la vida personal y laboral, sino, al contrario, con el alargamiento de la jornada de trabajo7, ya que ellos tienden a trabajar más tiempo que ellas fuera de las instalaciones de la empresa8. Así, el 22,3% de las mujeres afirmaba trabajar desde casa, mientras que el porcentaje de hombres era del 20,1%.

En definitiva, en atención a las estadísticas anteriores, puede afirmarse que, con anterioridad a la COVID-19, a nivel comunitario, el trabajo a distancia, género del teletrabajo, tuvo una inserción más bien minoritaria –aunque en constante crecimiento durante la última década–. En el marco laboral español, el teletrabajo también ha ido incrementándose con el paso de los años, pese a estar por debajo de la media europea. En este sentido, el perfil más característico del trabajo a domicilio pre-pandémico, tanto en el Estado español como en la Unión Europea, consistiría mayormente en personas de más de 40 años con descendientes a su cargo que recurrirían a esta forma de trabajo de forma esporádica.

Teletrabajo. Estudio jurídico desde la perspectiva de la seguridad y salud laboral

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