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Los cambios en la colonización, inmigración y producción entre 1880 y 1930

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Alrededor de 1875, cuando los pueblos asentados en la línea de la frontera sur –Azul, Olavarría– habían conseguido mayor estabilidad, el gobierno nacional comprometió la venta de parcelas en cuotas de las tierras que ellos ocupaban, con la disposición de saldar la deuda en diez años y gastos pagos durante el primer año de instalación para atraer la mano de obra de origen inmigrante.

Las zonas ofrecidas habían pertenecido a la tribu de Catriel: Nievas, Hinojo y San Miguel, en el noroeste del radio actual del partido de Olavarría, un territorio fértil para la explotación agrícola que atraería el interés de los colonos. En la ocasión fueron los rusos alemanes del Volga los interesados en instalarse en la región. Habían ingresado a la Argentina después de una corta experiencia poco exitosa en Brasil. Fue una época propicia para la colonización agrícola en el país y el presidente Nicolás Avellaneda respaldó el nuevo contingente inmigratorio en el discurso que ofreciera al Congreso Nacional.

Los tres factores que contribuyeron a la instalación de los alemanes del Volga fueron la expansión de la frontera, el impulso nacional dado a la colonización agrícola y la construcción de la línea del Ferrocarril del Sud hasta Azul.21

El asentamiento de la comunidad de los rusos alemanes introdujo modificaciones cualitativas en el marco productivo y dio origen a las actividades agrícolas, que hasta el momento casi no existían pues predominaban las ganaderas.

El informe de la Comisión Colonizadora señalaba, en 1882, que la región contaba con un total de 1.537.567 cabezas de ganado, distribuido en lanar (mestizo): 1.052.773, lanar (inferior): 227.526, lanar (fino): 6.093, vacuno: 192.789, caballar: 58.161, y porcino: 225.22 Es decir que la producción ganadera era la principal, el número de ovejas era diez veces mayor con respecto a las cabezas de ganado vacuno y la brecha se acentuaba en números para el ganado caballar y el porcino.23

Una de las razones que en la provincia de Buenos Aires explica el predominio de la explotación del ovino sobre el resto del ganado hasta fines del siglo XIX es la tendencia general a la suba del precio de la lana en el mercado internacional y su gran demanda externa, lo que generaba altas ganancias para la actividad. Por este motivo el Banco Provincia facilitó préstamos a sectores de la campaña interesados en la actividad, que invirtieron transformando la producción mediante la incorporación de nuevas técnicas que aumentaron el número de establecimientos dedicados a este rubro.24

La ley provincial de fundación de las colonias de Olavarría estableció una amplitud de nacionalidades en el asentamiento inmigratorio. En esa ley se fija la ocupación de 16 leguas de ejido. En la tierra inmediata al arroyo de Nievas, los colonos dieron origen a tres aldeas a orillas de los arroyos Hinojos, Nievas y San Jacinto, desde el Nievas hasta el valle de Olavarría.

Allí el terreno es ondulado y está rodeado de serranías de piedra. Los arroyos que cruzan el campo son el Tapalqué, que divide el terreno del ejido en dos partes; el Hinojo, que nace en Sierras Bayas hacia los llanos, y el arroyo Tapalquen, que tiene su origen cerca de Sotuyo Redondo y se desliza de suroeste al noreste.25

El informe de 1882 dispone que los colonos se dedicarán a la explotación agrícola con especial énfasis e incorpora entre sus beneficiarios a colonos argentinos, además de extranjeros. En cuanto a la cantidad de chacras, estas eran 1.251, de 47 hectáreas cada una, con un total de 370 familias colonas.

Pero las chacras no gozaron en la práctica de iguales beneficios, aunque la ley lo fijara. El pueblo del cacique Chipitruz así lo atestigua. Su lenguaraz intercedió por ellos, con la solicitud de bueyes, semillas y un área donde sembrar, pero no obtuvo respuesta. Años después, en 1897, el procurador municipal Isidro Valido volvió a insistir con igual pedido.26

La Comisión Colonizadora se encargó de distribuir entre los nuevos arribados terrenos, semillas, instrumentos agrícolas, animales, y otorgó los beneficios necesarios con el objetivo de lograr la más pronta adaptación al medio ambiente.

En otras palabras, la ley resolvió que el territorio fuera provechosamente subdividido y entregado a la producción, en una expansión de 4 leguas cuadradas alrededor del pueblo y 16 leguas cuadradas del partido. Los hombres que recibieron las tierras fueron de diversas procedencias y produjeron la transformación de Olavarría.

La existencia de las cuatro leguas alrededor del pueblo subdividido en solares, quintas y chacras facilitó la abundancia de colonizadores. Ellos fueron los que impulsaron las actividades agrícolas, ganaderas y mineras del lugar.

Los colonos inmigrantes rusos del Volga se dedicaron a explotar la tierra.27 Estaban acostumbrados a trabajar en comunidad, con clara delimitación de funciones según derechos y deberes estipulados por el juez de paz.

La comunidad organizó la producción en tres áreas: siembra, pastoreo de animales y delimitación de parcelas para su explotación y descanso. Cada actividad fue distribuida por loteo de acuerdo con el número de socios y mediante sorteo público.

Es decir, la sociedad de trabajo quedó establecida mediante un contrato privado, que fijaba un plazo de seis años para la distribución y adquisición de la tierra y la duración de la sociedad en un período de veinte años a partir del 4 de julio de 1883. Cada socio podía instalar una quinta y construir su vivienda, y disponía de una cantidad de animales, en proporción a la extensión del predio recibido.

En otras palabras, revistió el carácter de un contrato mixto que combinaba propiedad individual con organización comunitaria del trabajo. El gobierno dispuso de varias franquicias a favor de los alemanes del Volga con el objeto de estimular el arraigo al lugar de los nuevos inmigrantes. Entre ellas se pueden mencionar las siguientes: los lotes podían pagarse durante un lapso de diez años, se le adelantaba a cada familia la suma de 10.000 pesos para gastos de instalación por un año y, por último, fueron eximidas del pago de contribución directa por diez años.28

El censo provincial de 1881 registra para el partido una producción ovina diez veces superior al existente vacuno y se ensanchaba aún más con respecto a los caballos y porcinos habidos en el lugar.

El cambio lo introdujo el gobierno nacional cuando impulsó la colonización agrícola, facilitándole a los inmigrantes el acceso a la propiedad de la tierra entre 1880 y 1890.29

Durante estos años, las colonias agrícolas de Santa Fe, Entre Ríos y Olavarría abastecían el consumo interno del país, pero era necesario aumentarla mediante la incorporación de un gran número de inmigrantes, que aún faltaban, para modificar de forma drástica las condiciones generales de la economía y la sociedad argentinas.30

¿Cuáles fueron los motivos que influyeron para que la explotación pastoril predominara en el país? Un factor de peso tuvo que ver con una forma específica de la ocupación del suelo muy ligada a la ausencia de líneas férreas, que orientó la organización de las explotaciones en enormes extensiones donde se largaba al ganado, con escasa utilización de mano de obra. En fin, la actividad pastoril fue la que transformó la estructura económica de la pampa, pero al mismo tiempo mantuvo la estructura social basada en un número muy reducido de propietarios.

En definitiva, el origen de la “gran propiedad” en pocas manos está estrechamente relacionado con el funcionamiento de la economía y la estructura de la propiedad, mientras que el reparto de tierras se mueve ligado directamente con el poder. Dicho de otro modo, en un sistema capitalista los dos fenómenos referidos resultan independientes porque si el mercado de tierras fuera casi perfecto, puede no existir una centralización de las propiedades, o, en el caso inverso, una división de tierras originariamente no concentrada puede resultar en una concentración de la propiedad, según aumente o no la rentabilidad de la productividad en función del tamaño de las haciendas.31

En otras palabras, la enorme extensión de la propiedad no responde directamente a motivos de índole institucional o social, sino que se debe a determinadas circunstancias económicas. Esto es, según el precio de la tierra en algunos lugares los propietarios tenían una reducida renta, pero mantuvieron la explotación ganadera, aun cuando las ganancias obtenidas en este rubro fueran menores al costo de la producción.

Esto es, el hecho derivó en empresas extensas, con segura ocupación del suelo, que reforzaron, a su vez, las relaciones de propiedad de la tierra, como también definieron el carácter de los predios antes de la gran inmigración.32

En conclusión, los propietarios eligieron un modo productivo que les convenía más: arrendar sus campos a particulares para el sembrado de cereales y forrajes finos, porque el valor de la tierra había subido vertiginosamente y se habían capitalizado. Ello restó posibilidades a la colonización mediante pequeños propietarios que venía desarrollándose en el país. Aun así, en la década de 1890 la explotación agrícola en las colonias estaba todavía en su apogeo, pero en forma simultánea se instala la agricultura de arrendatarios en el litoral argentino.

En 1884, el precio mundial del trigo cayó en forma abrupta. Ello perjudicó la balanza comercial argentina, pues era uno de los principales exportadores de dicho cereal.

Otros cambios sucedieron: el precio de la tierra subió y la mano de obra, también. Los agricultores quedaron entrampados entre los altos costos y los precios en baja; la única salida era producir más por menos. Las producciones de los colonos se habían llevado a cabo con reducido valor técnico o conocimientos agrícolas. Es decir, carecían de los medios económicos para ampliar la producción y sobrevivir. El mecanismo idóneo había sido conseguir la posesión de sus tierras mediante la amortización de una hipoteca.

En otras palabras, para aquellos que no habían comprado tierras para mediados de la década de 1890 fue casi imposible hacerlo de allí en adelante.33

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