Читать книгу Cómo aprende (y recuerda) el cerebro - Mara Dierssen Sotos - Страница 6
Introducción
ОглавлениеDesde el punto de vista científico, resulta un misterio fascinante que, del fabuloso entramado de redes de neuronas de diferentes subtipos, y otras especies celulares, como los astrocitos, emerjan el pensamiento, la memoria, los sueños, las emociones y la consciencia. La comprensión de los procesos cerebrales del manejo de la información está determinando avances revolucionarios en las ciencias de la computación y la robótica. Los sistemas bioinspirados, como la ingeniería neuromórfica,1 son claros ejemplos de cómo el conocimiento sobre la propia biología puede repercutir en la tecnología.
Pero no es necesario recurrir a las últimas investigaciones biotecnológicas para experimentar esa fascinación. Una de las propiedades más interesantes, complejas y útiles de nuestro cerebro es la capacidad de aprender, entendiendo el aprendizaje con las connotaciones propias de la neurobiología, que como veremos en este libro son diferentes de las que se le atribuyen habitualmente.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), aprendizaje es la «adquisición por la práctica de una conducta duradera», mientras que aprender se define como «adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia» o como «fijar algo en la memoria». De hecho, cuando hablamos de «aprender» solemos referirnos al proceso de adquirir y retener información (aprender los ríos de Europa, por ejemplo), o a ganar habilidades específicas (aprender a montar en bici, o aprender un oficio). Y aunque intuitivamente ya nos damos cuenta de que se trata de procedimientos diferentes, no llegamos a imaginar la complejidad de los mecanismos que el cerebro ha de poner en funcionamiento para que se produzca cada uno de estos aprendizajes. En Wikipedia, la enciclopedia libre, la definición adopta un cariz más biológico: «El aprendizaje es el proceso a través del cual se modifican y adquieren habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación». Si intentamos unir ambas perspectivas, podemos obtener una definición de aprendizaje similar a esta: «la capacidad del sistema nervioso de retener experiencias de forma que se condicionan las respuestas conductuales futuras a través de modificaciones moleculares o celulares más o menos perdurables».
Como vemos, el aprendizaje está estrechamente ligado a la memoria, puesto que esta no puede existir sin aquel. Ambas funciones mentales nos permiten adaptar la conducta según nuestra experiencia. Y esa experiencia y el conocimiento adquirido, almacenados de algún modo en el cerebro, perfilan los rasgos, la conducta, la actitud e incluso la manera de pensar de cada persona.
La suma de los procesos de aprendizaje y memoria da lugar a la función cerebral que permite registrar, codificar, consolidar, retener, almacenar y recuperar la información previamente acumulada. Si el aprendizaje se encarga de la fase de registro y codificación, la memoria, además, nos permite realizar los siguientes pasos sin olvidarnos de ser conscientes de quiénes somos, y recordar hacia dónde nos dirigimos. Llama especialmente la atención el ingente número de «recuerdos» de diferentes clases que somos capaces de adquirir, cada uno de ellos con sus propios «metadatos» o informaciones asociadas (desde cómo olía, qué emoción sentíamos, quién estaba con nosotros, hasta quizá incluso la ropa que llevábamos el día en que aprendimos algo).
Contrariamente a lo que solemos pensar, no solo es aprendizaje el proceso de adquisición cognitiva que nos cuesta esfuerzo. Se trata más bien de una práctica constante y cotidiana de nuestro cerebro, pues estamos continuamente aprendiendo: nuestras experiencias son también un aprendizaje que nos permite utilizar con posterioridad la información y reaccionar de la manera más eficaz posible al entorno. ¿Cómo codifica el cerebro la información de modo que sea «almacenable»? ¿Cómo se aprenden las cosas cotidianas de forma que luego se recuerden también los atributos, sensoriales o de otras categorías, asociados? ¿Es que también se «aprenden»? ¿Y cómo escogemos qué información aprender?