Читать книгу Dioses y hombres en la Eneida de Virgilio - María Emilia Cairo - Страница 16
2.3. El sintagma nominal con núcleo fatum: funciones semánticas
ОглавлениеEn esta sección se analizará qué funciones semánticas asume el sintagma con núcleo fatum como argumento de la predicación para así dar cuenta de qué rasgos le atribuyen los diferentes narradores (si se trata de una entidad animada o inanimada, concreta o abstracta, etc.), lo cual no puede deducirse de la información sintáctica, como podemos ver en los dos ejemplos siguientes, en los que el sustantivo fatum cumple la función sintáctica de sujeto pero con distinto valor semántico:
‘Tendimus in Latium, sedes ubi fata quietas ostendunt’ (1.205)
Nos dirigimos al Lacio, donde los hados muestran moradas tranquilas.
‘Desine fata deum flecti sperare precando’ (6.376)
Deja de anhelar que los hados de los dioses se modifiquen por medio de ruegos.
Mientras que en el primer caso fatum se presenta como el agente de ostendo (“mostrar, señalar”), es decir, como la entidad que controla la acción voluntariamente, en el segundo caso actúa como el paciente de flecto (“alterar, modificar”). Es la entidad sobre la cual se ejerce la acción o a la que le sucede algo. Además de estas dos funciones semánticas, Pinkster (1995: 20 y 2015: 27-28) incluye en su listado: causa,117 receptor, destinatario, beneficiario, entidad afectada, dirección, ubicación, lugar por donde, lugar a donde, modo, instrumento, grado, compañía, posición en el tiempo, duración, plazo de tiempo, circunstancias concomitantes, motivo, fin y consecuencia.118
Resulta interesante indagar qué funciones semánticas desempeña el término fatum en Eneida, teniendo en cuenta, como hemos hecho hasta ahora, en qué nivel narrativo se ubica cada emisión de este término. Nos limitaremos a la función semántica del sustantivo fatum como argumento, es decir, como elemento integrante de la predicación imposible de omitir, puesto que se trata de los componentes con los que el núcleo del predicado establece una relación semántica directa. Las incidencias que se analizan aquí son 96 del total; las funciones semánticas a considerar son, pues: agente, paciente, causa, receptor, destinatario, dirección y ubicación. Si bien algunas de estas funciones semánticas se encuentran también en los adjuntos, se considerarán sólo los casos en que aparezcan como argumentos (por ejemplo, la expresión de la ubicación es un argumento de un verbo como habitare pero es adjunto en gran cantidad de otros predicados).119
De las tres últimas funciones (destinatario, dirección y ubicación) no hemos registrado apariciones. En cuanto a las primeras, hallamos un claro predominio de las funciones semánticas de agente (50 sobre 96) y paciente (37 de 96), lo cual permite arribar a algunas interesantes conclusiones.
En primer lugar, se observa que en más de la mitad de las ocasiones, el fatum o los fata son concebidos como la entidad que pone en marcha la acción. En estos casos, se les atribuye el rasgo [+ animado], e incluso [+ humano], puesto que ejercen su voluntad de llevar a cabo la acción o producir el estado que expresa el verbo. Fatum con función de agente aparece en relación con los siguientes verbos:120 adduco, ago, concedo, defendo, do, eripio, exerceo, fero, iacio, indulgeo, infringo, invenio, mergo, obsto, ostendo, pareo, pono, posco, proficio, prospicio, repello, reservo, revolvo, servo, sino, supero, tollo, traho, urgeo, veto y voco. En su gran mayoría, se trata de “acciones” (por oposición a “procesos”, “posiciones” y “estados”121), es decir, predicaciones caracterizadas por la presencia de un control ejercido por el agente y de un dinamismo que denota el desarrollo de un proceso. Si se añaden aquí las ocurrencias del término con función semántica “causa” (es decir, la que desempeña la entidad que ejerce la acción, aun cuando no la controla), se obtiene un total de 53.
En segundo lugar, puede observarse que en casi un 40% de los casos, se conceptualiza a fatum como paciente, es decir, como la entidad que experimenta la acción denotada por el verbo. Las predicaciones que incluyen a fatum como paciente son aquellas que tienen como núcleo attollo, cano, condo, do, doceo, flecto, gemo, impono, libero, maneo, nescio, renarro, obliviscor, pono, posco, recenseo, rependo, rumpo, scio, sequor, sortior, utor, vinco y voco, o bien las predicaciones copulativas con verbo sum. En este grupo de predicados es notoria la presencia de verba dicendi y cognoscendi(cano, doceo, nescio, renarro, obliviscor, recenseo, scio, voco): el fatum es considerado en estas predicaciones como un texto que puede conocerse y luego transmitirse.
Si bien en el caso de fatum como paciente el vocablo puede asociarse a su etimología pasiva –es “lo dicho”, la palabra pronunciada–, la gran cantidad de empleos como agente y la presencia de la noción de control parecerían contradecirla: el texto del fatum aparece, en la mayoría de los casos, investido de voluntad y capacidad de acción. Ahora bien, una gran mayoría de apariciones de fatum como agente pertenece al discurso de los personajes. De las 70 ocurrencias en los niveles intra y metadiegético, 42 desempeñan esta función; los más altos porcentajes se registran en el discurso de los personajes, tanto humanos como divinos.122 Esto contrasta ampliamente con el nivel del narrador extradiegético, que atribuye la función de paciente en 15 de 26 ocasiones y sólo registra 8 ocurrencias con función agentiva.
¿Qué conclusión se puede derivar de estas observaciones? Se podría afirmar que el fatum es, ante todo, una entidad de naturaleza verbal, un discurso que puede ser enseñado o aprendido, conocido o ignorado, puesto que así lo define el narrador extradiegético que organiza el texto de Eneida. El fatum como disposición de los hechos futuros es el texto que la Musa transmite a la memoria del poeta, tanto en el inicio (1.8, Musa mihi causas memora) como en el segundo proemio del libro 7 (7.41, tu vatem, tu, diva, mone). Los personajes que mejor advierten esta noción de fatum son los sacerdotes inspirados, que acceden al conocimiento del porvenir a través de la divinatio y se erigen como portadores del saber acerca del futuro. Los dioses y los hombres, en cambio, partes afectadas por el proceder del fatum –recordemos que las divinidades no son de ningún modo neutrales, sino que ponen en juego su poder y tienen en la tierra sus ciudades favoritas– le atribuyen la responsabilidad de las acciones. Si algo sucede es porque los hados así lo determinan, así lo anuncian, así lo permiten; si algo resulta imposible, se debe a que se oponen o lo prohíben. Ciertamente, hubiera sido esperable constatar en el discurso de los dioses una mayor cantidad de apariciones del término con función de paciente, similar a lo que sucede en el nivel extradiegético, puesto que son los personajes con mayor conocimiento del hado y a los que se les atribuye en gran medida la responsabilidad en la concreción de sus designios. Incluso Júpiter, personaje al que, según hemos visto, muchísimos críticos consideran el administrador e incluso autor del fatum, lo conceptualiza como agente en 4 de las 6 oportunidades en que lo menciona como argumento de la predicación nuclear: la más perturbadora es, como se ha señalado repetidamente, la famosa sentencia fata viam invenient (10.113), que resulta incompatible, o al menos, discordante, con la idea de Júpiter como autor de los hados.