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1.3 LOS MODOS DE ORGANIZAR LA FORMACIÓN DOCENTE

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Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término “dispositivo” significa:

(Del lat. dispositus, dispuesto) 1. adj. Que dispone. 2. m. Mecanismo o artificio dispuesto para producir una acción prevista. 3. m. Organización para acometer una acción. 4. f. ant. Disposición, expedición y aptitud.

Partiendo de “algo dispuesto para” es que consideramos la noción de dispositivo, que ha sido planteada en las ciencias sociales y humanas por M. Foucault (1977), quien lo entiende como una red que vincula un conjunto de elementos heterogéneos con un carácter estratégico, en un juego de relaciones de poder y de saber. Es decir, el dispositivo se define no solo por los elementos (discursos, instituciones, decisiones reglamentarias, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y morales, etc.), sino también por la red que se establece entre ellos. Así, Foucault delimita los alcances de ese concepto a partir de tres características: a) como retícula o red; b) como un tipo de relación: “Entre estos elementos, discursivos o no, existe como un juego, de los cambios de posición, de las modificaciones de funciones que pueden, estas también, ser muy diferentes” (1991: 129), y c) como un juego de fuerzas o, más bien, como “estrategias de relaciones de fuerzas soportando unos tipos de saber, y soportadas por ellos” (ibid.: 130-131).

Cuando se refiere específicamente al campo de la formación, expresa que el dispositivo pedagógico es un conjunto de reglas creadas para la apropiación de otros discursos, para distribuirlos, recontextualizarlos y evaluarlos. Este concepto ha sido retomado por M. Souto (1999: 105), y definido como “aquello que se pone a disposición para provocar en otros disposición a, aptitud para”, atravesado por diversas dimensiones.

A partir de esta definición genérica, la autora plantea que un dispositivo puede convertirse en:

 “Un revelador” de significados implícitos y explícitos, de aquello que proviene de lo subjetivo, lo intersubjetivo, y lo social, de conflictos, de órdenes y desórdenes, de incertidumbres, de modos de relación entre los sujetos, de relaciones con el saber, de vínculos con el conocimiento, de representaciones conscientes e imaginarias individuales y compartidas en la vida de un grupo y de una escuela.

 “Un organizador técnico” que estructura las condiciones para su puesta en práctica y realización: espacios, tiempos, recursos materiales y humanos, ambientes propicios para su instalación.

 “Un provocador” de transformaciones, de relaciones interpersonales, de conocimiento, de pensamientos, de reflexiones, de lo imaginario y de la circulación fantasmática a nivel individual, de procesos dialécticos donde se recupere el sentido de los opuestos no para resolverlos necesariamente, sino para sostenerlos en sus contradicciones, de toma de conciencia.

Teniendo en cuenta las significaciones presentadas hasta aquí, podemos decir que un dispositivo de formación docente es un modo particular de organizar la experiencia formativa con el propósito de generar situaciones experimentales para que los sujetos que participan en él se modifiquen a través de la interacción consigo mismos y/o con otros, adaptándose activamente a situaciones cambiantes, apropiándose de saberes nuevos, desarrollando disposiciones y construyendo capacidades para la acción.

Los dispositivos que desarrollaremos en los próximos capítulos son aquellos que, a nuestro juicio, contribuyen a la formación de docentes reflexivos, siempre y cuando entendamos que la práctica reflexiva como eje estructurante de la formación docente ofrece la posibilidad de generar cambios profundos en la enseñanza. Para el caso, seleccionamos dos tipos de dispositivos, los basados en narraciones y aquellos basados en la interacción.

Los dispositivos narrativos consisten en la producción de relatos escritos como un medio para acceder a la experiencia subjetiva de los estudiantes, para que estos puedan tomar como objeto de reflexión su propia historia escolar, sus creencias, sus prejuicios, sus conocimientos previos y sus esquemas de acción adquiridos de modo consciente o no. Los relatos contribuyen a hacer inteligibles las acciones para los propios estudiantes, y también para los que “escuchan” (McEwan y Egan, 1998). De este modo, posibilitan una toma de conciencia que permitirá iniciarse en la docencia o mejorar sus prácticas actuales, haciendo visibles los criterios por los cuales arribaron a esas decisiones y acciones. En esta categoría incluimos la autobiografía escolar y el diario de formación (capítulos 4 y 5, respectivamente).

Por su parte, los dispositivos basados en interacciones privilegian el intercambio y la confrontación entre pares. Son propuestas que favorecen el ejercicio de la observación, el desarrollo de competencias comunicativas, la oferta y la recepción de retroalimentaciones, la integración de conocimientos de diferentes disciplinas y la articulación entre teoría y práctica. En este tipo de dispositivos incluimos talleres de integración, prácticas simuladas, grupos de reflexión y tutorías individuales (capítulos 6, 7 y 8, respectivamente).

Cabe hacer una aclaración especial sobre la observación. Entendemos que la observación es más que un dispositivo, es una estrategia de formación transversal que estará presente en todos los demás dispositivos antes mencionados. Por esta razón, le dedicamos un capítulo aparte (capítulo 3).

Nuevamente, queremos señalar aquí el lugar central que ocupa la reflexión en la formación y la práctica docente y que configura un marco que otorga sentido a nuestra propuesta.

Para finalizar el presente capítulo, presentamos el siguiente cuadro que muestra los diferentes dispositivos que trataremos en el libro:

Dispositivos basados en narraciones: autobiografías y diarios de formación.

Dispositivos basados en interacciones: prácticas simuladas, talleres de integración, grupos de reflexión y tutorías.


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