Читать книгу Enigmas en el castillo Pittamiglio - María Pía Caputo - Страница 14
CAPÍTULO VI No hay dos sin tres
ОглавлениеCuando esa noche Emilia llegó a su casa, fue interceptada por su hermano Matías, que se había quedado intrigado por el nuevo enigma.
—El otro día me tiraste lo del Santo Grial y lo dejaste picando —le reprochó apenas entró.
—Perdoná, no quería hablar con papá y mamá cerca.
—Si ellos están enterados de lo de Piria.
—No es lo mismo. Si hubieran estado enterados antes de nuestro descubrimiento, no nos hubieran dejado hacer todo lo que hicimos. Pretendo resolver esto sin prohibiciones paternas, a ver si encontramos al famoso Santo Grial o algo parecido.
—Así que es eso. ¿Te pusiste a pensar que capaz no es una copa como te la imaginás?
—Vos no sabés si yo me imagino una copa o una taza, así que no hables.
—No estoy hablándote mal. Contigo todo es pelea.
—Me estás echando en cara que no te conté más. Por lo menos te conté.
—Bueno, solo quería ayudar. Es probable que no sea una copa. En las películas aparece como una, pero estoy casi seguro de que no tiene ese aspecto. Sería muy obvio. ¿No?
—Supongo. Pero eso no importa. Nos vamos a dar cuenta.
—O tal vez no.
—Es verdad que los alquimistas eran de darles vueltas a las cosas y dar señales que parecen evidentes, pero no necesariamente lo son. Hay que acordarse de eso.
—Justamente.
Mientras tanto, Tamara recibía una llamada especial.
Hablaba con Agustín de la fiesta y de la leyenda del Santo Grial, que tenía interesadísimas a las dos amigas.
Cuando se despidió de él, decidió escribir a su compañera de investigaciones.
Tam: En qué andás?
Emi: Estuve hablando con Matías, que se enojó porque no le conté más de lo del Santo Grial. Imaginate, como si yo tuviera obligación de contar algo!
Tam: Siempre peleando ustedes dos. Pero entonces le contaste, me imagino.
Emi: Claro, un poco. Resulta que sabe algo del tema.
Tam: Ah, sí? Qué?
Emi: Nos advirtió que capaz no encontramos una copa. Que puede tener otra forma.
Tam: Ya veremos. Si es que encontramos algo.
Emi: No seas negativa.
Tam: Un poco realista, nomás.
Emi: Beso, me llaman para cenar.
Tam: Dale, beso. Hablamos. Buen provecho.
Emi: Gracias. Hablamos.
A la mañana siguiente, antes de ir al liceo, mantuvo una charla con su hermano. En sus descubrimientos anteriores él había ayudado hacia el final, porque ellas no quisieron develar su aventura a nadie en un principio. Aunque tampoco lo habían hecho en ese entonces, él se las había ingeniado para averiguar en qué estaban. Pero en este caso Matías parecía interesado e informado, lo cual podría venir muy bien para ir averiguando lo necesario.
—Ey, Mati, si querés un día de estos nos juntamos y te explicamos lo que sabemos sobre Pittamiglio y el Santo Grial. Capaz podés ayudarnos a resolver los enigmas.
—Bueno, gracias por el ofrecimiento. Igual nada de ayudarlas. Si participo, sería como iguales. ¿Ta?
—Por mí no hay problema.
—¿Cuándo piensan ir de nuevo?
—¿Al castillo Pittamiglio?
—Sí —afirmó, como si se tratara de algo clarísimo.
—No sé ni si vamos a volver. Hay mucho que buscar. Todavía queda que lo hable con Tam, pero si vamos supongo que será mañana o pasado.
—Vos avisame y arreglamos.
—Dale —de pronto su rostro evidenció que había recordado algo importante— ¡Tenemos escrito el miércoles!
—Así que supongo que irán ese día.
—¡Ay, con el cumpleaños y lo del Santo Grial me olvidé de estudiar!
—Tranquila, te va a ir bien. Siempre te va bien, vos atendés en clase.
—Eso es verdad, que atiendo en clase. Lo de que me va a ir bien veremos, gracias igual.
—Si necesitás algo preguntame.
—No creo que te acuerdes de lo que tengo que estudiar.
—Nunca se sabe.
—Bueno, veo. Si no entiendo alguna cosa, te pido. Espero que no sea necesario, igual.
—Dale, suerte.
—Gracias, hermanito.