Читать книгу Una chica como ella - Marc Levy - Страница 7

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Mi diario día a día

El día en que se me paró el reloj

Primero fue un olor como a fuegos artificiales, y luego la negrura que envuelve el cielo nocturno cuando se apaga el castillo final.

Recuerdo haber entreabierto los párpados y visto los ojos de mi padre, donde la rabia se mezclaba con las lágrimas. Y a mis padres juntos, uno al lado del otro: una escena tan inverosímil que pensé que la morfina me la estaba jugando.

La enfermera me tomaba la tensión. Algunas noches al dormirme vuelvo a ver su rostro. Me han dicho que tengo una sonrisa bonita, mis amigos decían que me da encanto; la de Maggie no tiene ni punto de comparación. Los que se la cruzan fuera del hospital solo ven a una mujer de formas generosas, pero los que la conocen saben que ese cuerpo alberga un corazón en proporción, y que no me digan nunca más que solo la delgadez es hermosa.

Julius estaba apoyado en la puerta, la gravedad de su mirada me asustó; él se dio cuenta y sus facciones se suavizaron. Me habría gustado hacer alguna broma, encontrar la palabra adecuada para relajarlos a todos. Podría haberles preguntado, por ejemplo, si había ganado la carrera, estoy segura de que papá se habría reído, bueno, igual no. Pero de mi boca no salía sonido alguno —ahí ya sí que me asusté de verdad. Maggie me tranquilizó: tenía un tubo en la garganta, sobre todo no debía tratar de hablar, ni tragar saliva siquiera. Ahora que había recuperado el conocimiento, me lo quitarían. Ya no tenía ninguna gana de hacer reír a mi padre.

Chloé

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Una chica como ella

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