Читать книгу Nuestro Útero - Marcela Thesz - Страница 15

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La primera vez que consideré a mi útero como un componente de mi cuerpo fue cuando quedé embarazada. Antes de eso, el útero había pasado desapercibido en mi vida. Si bien tuve una educación sexual bastante completa, no fui educada en lo que respecta a la energía del útero.

Al principio de mis veinte años, tenía una idea general de la anatomía del sistema reproductor, sabía muy poco sobre las hormonas femeninas y mi ciclo no me molestaba, siempre y cuando la menstruación llegara. Cuando eso no pasó, me preocupé y cuando, luego del parto, tomé consciencia de mi útero destruido, comencé a ocuparme.

Como yo, muchas mujeres conectan con su útero a través de un embarazo o, por el contrario, cuando el embarazo tan deseado no llega. La infertilidad es la principal causa que trae a las mujeres a mi consulta, la segunda es el dolor menstrual y la tercera, el deseo de poder lograr una sexualidad plena.

Pocas mujeres se acercan a este camino por mera curiosidad. El despertar, generalmente, sucede a través de un catalizador, que en muchos casos es una enfermedad o una carencia grave que nos moviliza lo suficiente como para sacarnos de la zona de confort. Sin problemas concretos y tangibles respecto al útero, la búsqueda no se inicia.

Nos encontramos en los comienzos del despertar femenino y aún muchas mujeres no saben del tremendo poder que reside dormido en su interior. Todavía hay miedo, escepticismo, resistencia a cambiar y a reeducarnos, entre mujeres, respecto al antiguo conocimiento que está resurgiendo y al nuevo que estamos creando.

Comprendamos que todo es perfectamente correcto en el momento en que emerge, tanto de manera individual como colectiva. La responsabilidad de cada mujer es consigo misma y con sus hijas, con entrega y confianza de que, generación tras generación, las semillas del despertar se irán esparciendo hasta alcanzar a la totalidad.

Entonces, comencemos por lo básico: conocer el útero en el cuerpo y los componentes del sistema reproductor femenino desde el registro físico, emocional y energético.

Conociendo tu útero

El útero es un órgano hueco conformado por fibras de tejido elástico y de colágeno, o sea, un músculo. Posee dos características primordiales: es elástico y sensible. De todos los músculos del cuerpo humano, es el que posee la mayor capacidad de elasticidad. Durante el embarazo, pasa de tener el tamaño de una pequeña pera al de una sandía. La sensibilidad del útero es lo que nos permite sentir los movimientos del bebé, las contracciones y los dolores menstruales.

Posee dos aberturas internas que lo conectan con los ovarios a través de las trompas y una abertura externa que lo conecta con la vagina, el cuello del útero. Estas conexiones son importantes, representan lo que el útero puede recibir:

• La conexión del útero con los ovarios, representa lo que recibe desde el mundo interno de la mujer. Tu mundo interno es todo aquello que reside en tu interior: emociones, pensamientos, ideas, creaciones, fantasías, expectativas, deseos, etc.

• La conexión del útero con la vagina, representa lo que recibe del mundo externo. El mundo externo es lo que conforma tu vida: tu pareja, tus hijos, tu hogar, tu trabajo, tus amistades, tus vivencias y experiencias en general.

Para que el útero ejecute su función (pro)creadora debe recibir tanto del mundo interno como del mundo externo de manera armónica y equilibrada. Es el ideal de la mujer que se da a sí misma y a la vez se encuentra abierta a recibir. Es la imagen del óvulo (interno) y del espermatozoide (externo) que se conjugan para formar una nueva vida.

El cuello del útero representa el límite entre estos mundos: separa el mundo interno, femenino, del mundo externo. La vagina y el canal vaginal son, evidentemente, el punto de entrada del mundo externo, como lo son las trompas respecto al mundo interno.

La disponibilidad de estos canales (cuello del útero y trompas) nos habla de la comunicación que tenemos con estos mundos simbólicos. Es una comunicación bidireccional: así como elementos del mundo externo pueden ingresar a tu útero, como fluidos y energía, tu mundo interno también puede expresarse hacia el exterior, como creaciones y expresiones.

El sostén del útero

El útero se encuentra ubicado en el bajo abdomen, en la parte central entre la vejiga y el recto. Está sostenido en su lugar por varios ligamentos que lo unen con la cadera. Por detrás, está conectado con el hueso sacro; por delante, con el hueso púbico y las paredes de la pelvis; y por debajo, está sostenido por el suelo pélvico, la musculatura pubocoxígea.

Estos músculos y ligamentos son lo suficientemente flexibles como para que el útero cambie de posición y crezca durante el embarazo, pero también se acomode en lo cotidiano, en función de los movimientos de la vejiga y el recto y la tensión en el sacro, el pubis y el suelo pélvico.

El hueso del pubis posee una articulación en su línea central que se llama sínfisis pubiana y que el pubis masculino no posee. Su función es permitirle la expansión durante el trabajo del parto. Esta articulación se relaciona con tu idea de sexualidad y puede estar bloqueada si no encuentras un disfrute amplio y completo de tu útero. Las ideas de prohibición, pecado, suciedad, dolor, relacionadas con la sexualidad causan bloqueos energéticos en la totalidad del sistema uterino.

El suelo pélvico es de suma importancia para la mujer. Consiste en una red de músculos y ligamentos que sostienen los órganos de la pelvis: útero, vejiga y recto. Debe estar tonificado, de manera que sostenga sin exceso de tensión y que no se distienda en demasía como para causar prolapsos. Es una estructura contenedora y a la vez generadora de movimiento. El punto central del suelo pélvico, ubicado entre la vagina y el ano, es llamado perineo y es un punto energético de conexión con la tierra, a través del cual intercambiamos energía: depuramos hacia la tierra y elevamos hacia el cuerpo, nutriéndolo.

Los ovarios también se encuentran sostenidos en su lugar por ligamentos que los conectan con las paredes de la pelvis. Cuando estos ligamentos se tensan, contraen tanto a los ovarios como a las trompas, dificultando su conexión con el útero.

Las capas del útero

El útero está compuesto por tres capas que se concentran hacia un punto central: el nido. El perimetrio, o capa externa, es una membrana; el miometrio, o capa media, es tejido muscular; y el endometrio, o capa interna, es una mucosa. El endometrio, a su vez, posee dos capas: la funcional, que es la que se desprende durante la menstruación, y la basal, que se mantiene independiente del ciclo hormonal y a partir de la cual se genera la capa funcional.

El endometrio tiene la función de acoger al óvulo fecundado, permitirle que se adhiera y nutrirlo durante los primeros meses del embarazo. Es la capa generadora del nido, de contención.

El miometrio es la capa generadora de movimiento. Tiene la función de generar los movimientos necesarios para parir. También posibilita la salida de la sangre menstrual y la absorción del esperma para la fecundación.

El perimetrio es la capa protectora. Tiene la función de vincular con suavidad al útero con los órganos que lo rodean y protegerlo de agresiones externas, tanto físicas, infecciones, como emocionales y energéticas.

Las capas del útero funcionan como los palitos y hojas que recoge un pájaro y acomoda de manera circular para armar el nido, con un exterior más resistente y un interior más suave. El útero es siempre un nido potencial, disponible cíclicamente para recibir un embrión. Este nido debe ser cálido, receptivo, acogedor. Cuando el útero se encuentra tenso y frío, las posibilidades de anidar se reducen.

El útero hacia dentro: el espacio vacío

Hay varios órganos huecos en el cuerpo humano: el corazón, el estómago, la vesícula biliar, entre otros. Cada uno tiene un elemento que lo llena: sangre, alimentos, orina… ¿Qué llena al útero? Un embrión. Si no estás embarazada, tu útero está vacío.

La mayor parte de nuestras vidas, nuestros úteros están físicamente vacíos. Por siglos nos han educado con la idea de que nuestro objetivo primordial es llenar el útero, tener hijos. Por tal motivo, muchas mujeres que se encuentran imposibilitadas de lograrlo se sienten frustradas y carentes de sentido en su vida.

La palabra vacío indica falta de contenido y en la cultura occidental tiene una connotación más bien negativa. Lo vacío es yermo, estéril. Lo “correcto” es lo lleno. Desde este punto de vista, un útero lleno es un útero útil.

En las filosofías orientales, la referencia al vacío es constante. No es la falta de algo lo que lo define sino la potencialidad de todo. El vacío es el lugar donde todo puede existir. Representa la posibilidad de la creación. En este sentido, un útero vacío es tierra fértil donde sembrar.

Iremos aprendiendo que en el útero se pueden sembrar muchas cosas: proyectos, ideas, ilusiones; y que, si bien físicamente solo es ocupado por los hijos, emocional y energéticamente puede ser habitado por infinidad de creaciones.

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