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Omnisciencia y providencia divinas

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En la postura de Wallenkampf, la providencia y la omnisciencia divinas parecen desempeñar un papel fundamental.46 Lo deja en claro al afirmar que:

“Dios, por medio de su providencia, preparará el momento de la Segunda Venida de Cristo. El Señor conoce el tiempo, y el regreso de Cristo tendrá lugar en el instante previsto en los concilios del cielo. Ni por un momento debemos pensar que tú o yo podemos cambiar lo que Dios ha establecido y diseñado”.47

En este sentido, se iguala la omnisciencia divina con el control absoluto o providencia absoluta del mundo:48 “El Señor es el autor y el amo del tiempo, él lo ve todo y lo controla todo”.49

La presuposición atemporal para el ser de Dios en Wallenkampf conduce a un concepto de soberanía absoluta de Dios en relación con los eventos de este mundo.50 Al comentar el relato bíblico de Jacob y Esaú, y la historia judía, el autor realiza una breve comparación con el tema de la parusía, destacando el pensamiento de que Dios debe manejar los tiempos y no el ser humano: “Esto evidencia que Dios tiene horarios que rigen tanto los sucesos diarios como los eventos históricos”.51

Como puede verse, Wallenkampf concibe el ser de Dios en términos de atemporalidad. En su postura, Dios está más allá del tiempo y no experimenta el flujo de futuro, presente, pasado. Creer que el ser humano pueda desempeñar algún papel es como una “blasfemia”.

Es más, para Wallenkampf, al sostener que Dios demoró la Segunda Venida por causa del hombre, “negamos de un golpe, tanto su presciencia, como su omnisciencia. Y al reflexionar de este modo rebajamos a nuestro omnisciente Dios a nuestro propio nivel”.52 Es decir, la Segunda Venida tiene que suceder porque Dios en su omnisciencia ya lo previó.53 Se está aquí ante un futuro fijo, cerrado e invariable, determinado por la omnisciencia y la providencia de un Dios atemporal.54

Como puede verse, Wallenkampf concibe el ser de Dios en términos de atemporalidad. En su postura, Dios está más allá del tiempo y no experimenta el flujo de futuro, presente, pasado. Para él, pensar que “seres humanos pecadores sean capaces de atar de manos al Omnipotente al punto de impedirle llevar a cabo sus planes” es “el colmo de la arrogancia”. Creer que el ser humano puede desempeñar algún papel importante en este sentido, sería caer en “la blasfemia”.55 Dios es soberano, y por eso ha determinado la hora.56

Además, Wallenkampf no es el único teólogo adventista que sustenta esta línea de pensamiento. Gallagher no considera que los esfuerzos del hombre pueden ayudar a acelerar la parusía, ya que hacer depender este evento de los esfuerzos humanos sería de alguna manera “limitar la omnipotencia de Dios”.57 En este mismo sentido, para Kubo, Dios vendrá solamente cuando lo establezca él, y afirmar que “de alguna manera, por nuestros propios esfuerzos humanos, podemos hacer bajar a Cristo” es algo “blasfemo”.58

En resumen, para Wallenkampf “aun cuando hagamos lo mejor de nuestra parte, nuestros esfuerzos no determinan el momento en que habrá de realizarse […] el regreso de Cristo”. Así, la parusía “depende de fuerzas que están fuera del control humano”.59

Puede verse claramente que, en la postura que encabeza Wallenkampf, todo el acento está colocado en las acciones y los planes divinos, negando rotundamente la participación del hombre tanto en las actividades que anteceden a la Segunda Venida como en la determinación de la fecha de este evento. Esta postura, como se ha evidenciado, depende particularmente de los presupuestos adoptados.

¿Podemos adelantar la Segunda Venida?

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