Читать книгу Papeles de Ana - Maria Ines Krimer - Страница 12

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Querida Valentina:

La cara que habrá puesto mi prima cuando llegó mi carta, no puedo imaginarla, por algo durante un tiempo no tuve más noticias. Justo pensaba en escribirte cuando el cartero trajo la tuya. Lamento mucho que te pelearas con tu novio. Pero él no te dijo ninguna mentira, todo lo que escuchaste fueron comentarios de las vecinas, con excepción de lo principal, el revolcón que se dio con tu amiga. Esas mujeres son lo peor del mundo, en el barrio había una que llevaba y traía todos los chismes. Yo pienso que a tu novio se le va a pasar el entusiasmo con la otra o que de a poco se van a dejar de ver. Estoy segura de que él se va a dar cuenta de que perdió a la mejor novia del mundo y va a volver. No sé, me parece. Ojalá, pobre, que lo piense bien. Y si no le importa, que se quede nomás con la otra. Es como en Pasaron las grullas, esa sí es una verdadera historia de amor. Ella lo espera hasta el final de la guerra, aunque en el medio se cansa y se casa con el primo. Pero sigue enamorada de su primer novio, y con el tuyo va a pasar lo mismo, estoy segura.

Me preguntás si yo estuve enamorada antes de conocer a Norberto. Sí, el chico se llama José y vivía a la vuelta de mi casa, creo que ya te hablé de él. Por ese entonces teníamos doce años. Por más que pasa el tiempo, no lo puedo olvidar. A veces sueño que estoy con él en Boca del Tigre, unas fuentes de agua escondidas en el Parque Urquiza. Un lugar precioso, rodeado de helechos y enredaderas que caen por la barranca. Nos tiramos en el pasto, escuchamos el canto de los pájaros. Él encuentra un trébol de cuatro hojas, me lo regala. Nos paramos y seguimos hasta una fuente con forma de corazón, pero eso ocurrió hace mucho tiempo, ya ni me acuerdo bien, tengo que concentrarme para ver su cara, si hoy me lo cruzara en la calle no lo reconocería. Eso me pasa muchas veces, trato de imaginar a alguien que conocí en la calle Diamante y me quedo en blanco. Nunca supe nada más de su vida ni de su familia. No puedo con el genio, me hablás del verdadero amor y yo me voy por las ramas. También me enteré de que me sentara al lado de Norberto en la fiesta del Festival de la Paz no fue casualidad, era un plan de la tía Sara para que nos conociéramos. La noticia me desilusionó, yo pensé que lo había flechado de entrada.

Le escribí a mi tía Dora para que me ayudara a convencer a mis padres de que por ahora no voy a volver. Sé que me he portado mal con ellos, no se merecían algo así. Escuché por una conversación que la tía Sara tuvo con papá que mamá casi provoca otro incendio al dejar otra pava encima de la hornalla. Tuvieron que volver los bomberos, todo el barrio miraba el desastre y una vecina comentó: La culpa es de la hija, que no terminó el secundario. La verdad es que extraño un poco a mi papá. Por un momento dudé, no sabía qué hacer, estuve descompuesta todo un día. Pero justo cuando estaba a punto de aflojar llegó una carta de mamá, fue la primera señal de vida que dio desde que estoy acá. Copio un párrafo para que veas la clase de madre que tengo: Hoy fui a la carnicería, casi no podía caminar y mucho menos al regreso, con el peso de la bolsa. Ni bien llegué a casa tuve que tirarme en la cama. Pensá, Ana, antes de que sea demasiado tarde, el dolor que les estás causando a tus padres y si ese es el pago que nos merecemos quienes se sacrificaron para que seas alguien en la vida. Si querés ir matándome de a poco, seguí con ese capricho de tu tía. ¿A vos te parece, escribir eso? Más bien me dan ganas de irme lo más lejos posible, hasta el fin del mundo. Pensé en mi bobe (mi abuela, le decíamos así), ella dejó a su familia en Rusia, sus padres, sus hermanos y se vino a la Argentina sin saber una palabra de castellano. Si ella no miró para atrás, ¿por qué habría yo de preocuparme? Cuba es un país lejano. Es verdad que en nuestro tiempo casi no existen las distancias, pero para eso hay que tener plata. Además, tendría que cambiar el gobierno porque el presidente no puede ni ver a los cubanos. Norberto dice que no es tiempo para lamentarse, peor la pasan los pobres, que se enferman de tuberculosis, sífilis y blenorragia. Pero si tengo oportunidad, me gustaría ir a visitarte.

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P.D.: Voy a ver si consigo el jean que me pedís.

P.D.: Me anoté en un taller literario.

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Papeles de Ana

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