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Soy un ex desaparecido, un sobreviviente, o si se quiere un desaparecido reaparecido. El 18 de noviembre de 1977 a las nueve de la mañana me secuestraron en plena calle en la ciudad de Buenos Aires. No lo sabía entonces, pero cuando un grupo de hombres armados y vestidos de civil me sacó del auto por la fuerza, me convertí en un desaparecido por los siguientes tres años y ocho meses de mi vida. Durante ese largo tiempo que hoy puedo medir cronológicamente pero que mientras duró consistió simplemente en tratar de sobrevivir cada día hasta el siguiente, pasé por los centros clandestinos de detención conocidos como el Club Atlético, el Banco, el Olimpo, el Pozo de Quilmes y la ESMA.

Desde mi retorno de las tinieblas creció en mí la necesidad de hacer públicas mis memorias y compartir las reflexiones que esa experiencia me suscitó, tanto durante mi permanencia en los campos como después de mi liberación. Éstas me ayudaron a sobrevivir entero, no sólo allí adentro sino también en el arduo período que siguió a mi liberación. Me ha llevado muchos años concretar este deseo. No soy un escritor y, por añadidura, me resulta muy difícil escribir sobre experiencias personales tan traumáticas, sobre todo en lo relacionado a las emociones y los afectos. Dentro de los campos no me podía permitir sentir o emocionarme, so pena de que se resquebrajara la armadura que me ayudaba a soportar ese infierno. Una vez en libertad, tuve que empezar a deshacerla lentamente –proceso que aun continúa– para poder recuperar la alegría de vivir.

Afortunadamente surgió la propuesta de mi querido amigo y escritor, Fernando Reati, de hacer de este libro un trabajo conjunto. Tras una larga serie de entrevistas grabadas, que él desgrabó y a las que –reflejando fielmente mis dichos– les dio forma literaria, el libro pudo concretarse. Pretendemos que este relato contribuya a la denuncia del terrorismo de Estado. No se me escapa que muchas de mis reflexiones pueden resultar polémicas. No me considero el dueño de la verdad y no le temo a la discusión, más bien le doy la bienvenida. De ella podemos aprender todos; la discusión ayuda a que se mantenga viva la memoria.

Éste es entonces el relato de mi paso por el infierno.

Desaparecido: memorias de un cautiverio

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