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3 UNA ATMÓSFERA ALEGRE A mil kilómetros

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«Me gustan las fiestas de ambiente alegre», cantaba Russ Abbot en 1984, en una canción un tanto menos memorable que la de The Police del año anterior. ¿Qué pasaba a mediados de los años ochenta para que surgiera toda una generación de canciones clásicas sobre la calidad del aire? Las fiestas de ambiente o atmósfera alegre son fantásticas, por supuesto, y son el hábitat natural del científico medioambiental. Y más importante es que los humanos tenemos la suerte de vivir en un planeta con una atmósfera, si no alegre, sí respirable, lo cual, a la larga, es muchísimo más útil.

Así pues, pasamos por fin a la parte interesante de la atmósfera —es decir, interesante desde la perspectiva de la calidad del aire—. A diferencia de los problemas del clima global sobre los que reflexionábamos en el capítulo anterior, los de la calidad del aire suelen ser de ámbito regional o local, digamos que de espacios de en torno a los mil kilómetros o menos. La zona sobre la que se plantean problemas de calidad de aire se denomina a veces «cuenca atmosférica», expresión derivada un tanto extrañamente de la equivalente «cuenca hidrográfica», que utilizamos para referirnos a la cresta que divide dos sistemas fluviales. Habrás observado que el aire tridimensional no se comporta exactamente igual que el agua que fluye por la superficie de la tierra. Una de las razones es que el aire, al ser empujado, puede pasar por encima de las montañas, algo que no creo que puedan hacer los ríos. Por eso nunca me ha convencido del todo la expresión cuenca atmosférica, pero vamos a aceptarla y a comenzar por los dos grandes protagonistas: las partículas en suspensión y el dióxido de carbono.

El aire que respiras

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