Читать книгу Ausencia de culpa - Mark Gimenez - Страница 11

Capítulo 3

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—¡FBI! ¡Estás detenido!

El equipo SWAT entró con chalecos antibalas y armas de asalto, como si estuvieran irrumpiendo en una fortaleza en lugar de una mezquita. El agente especial, Eric Beckeman, siguió al equipo de asalto hacia el interior de la mezquita Masjid al Mustafá de Dallas donde, Aabdar Haddad había rezado a Alá. Haddad no había sido un lobo solitario; formaba parte de una conspiración más grande, cuyo líder era el imán de la mezquita.

Omar al Mustafá era el hombre más peligroso de Dallas.

La principal misión del FBI después del 11-S era evitar otro ataque terrorista en Estados Unidos. La Super Bowl es el mayor evento del país cada año. Cien mil espectadores ven el juego en el estadio; mil millones de personas en todo el mundo siguen el partido por televisión. Cada yihadista islámico practicante soñaba con que mil millones de personas vieran morir a cien mil estadounidenses en directo. La misión de Beckeman era matar o capturar a los yihadistas antes de que eso ocurriera. Tres semanas antes de la Super Bowl, su cuerpo especial había hecho exactamente eso: matar a un tipo malo y capturar al resto.

Los agentes del FBI sacaron a los hombres esposados del interior de la mezquita y los dirigieron hacia las furgonetas que los llevarían a las celdas del juzgado federal. Beckeman había ordenado la redada durante los rezos de la tarde, cuando sabía que el imán y sus cómplices estarían en el templo. El agente Stryker salió acompañado de un hombre menudo de mediana edad que llevaba el atuendo musulmán tradicional —una quipa negra y una toga larga y blanca abotonada hasta el cuello— y se lo entregó esposado a Beckeman. Tenía el pelo blanco y barba y ojos oscuros y malvados: el mismo aspecto que todos los fanáticos islamistas que había matado o capturado.

—Mira a quién he encontrado, capitán —dijo Stryker.

Beckeman miró al hombre con desprecio.

—Omar al Mustafá, queda detenido. Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga puede ser utilizada en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a un abogado y a tener uno presente cuando sea interrogado. Si no puede contratar a un abogado, le será designado uno para que le represente durante el interrogatorio.

—¿Por qué?

—Porque es su derecho constitucional. Vive en Estados Unidos, así que tiene un abogado.

—No. ¿Por qué estoy detenido?

—Terrorismo doméstico.

—¿Puede ser más específico?

—Por conspirar para hacer detonar una bomba en el estadio de los Cowboys durante la Super Bowl.

—¿Por qué iba a hacer yo algo así?

Beckeman se colocó cara a cara frente a Mustafá.

—No lo sé. Quizá porque es un puto cabrón yihadista islámico. —Se dirigió a Stryker—: Quítalo de mi vista.

Beckeman se sentía como si acabara de arrestar a Osama bin Laden tres semanas antes del 11-S.

Ausencia de culpa

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