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Una manera de centrar la atención

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La CNV se basa en las habilidades relativas al lenguaje y la comunicación que refuerzan nuestra capacidad de seguir siendo humanos incluso en las condiciones más extremas. No se trata de nada nuevo: hace siglos que se conocen todos los elementos de la CNV. El objetivo es que recordemos algo que ya sabemos –de qué modo hemos de relacionarnos los seres humanos– y que vivamos de una manera que manifieste abiertamente este conocimiento.

La CNV nos orienta para reestructurar nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás. En lugar de obedecer a reacciones habituales y automáticas, nuestras palabras se convierten en respuestas conscientes con una base firme en un registro de lo que percibimos, sentimos y deseamos. Nos ayuda a expresarnos con sinceridad y claridad, al mismo tiempo que prestamos una atención respetuosa y empática a los demás. En cualquier interacción, pasamos a tener en cuenta tanto nuestras necesidades más profundas como las ajenas. La CNV nos enseña a observar cuidadosamente y a detectar conductas y situaciones que nos afectan. Con ella aprendemos a identificar y a expresar con claridad lo que esperamos en concreto de una situación dada. El método es simple, pero su poder de transformación es extraordinario.

Cuando usamos la CNV para escuchar nuestras necesidades más profundas y las de los otros percibimos las relaciones bajo una nueva luz.

Dado que la CNV reemplaza nuestras antiguas pautas de defensa, de huida o de ataque ante los juicios y las críticas de otras personas, empezamos a percibir a los demás y a nosotros mismos, así como a nuestras intenciones y relaciones, bajo una nueva luz. Las reacciones de resistencia, defensa y violencia se ven reducidas. Cuando nos centramos en clarificar lo que observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de dedicarnos a diagnosticar y a juzgar, descubrimos cuán profunda es nuestra compasión. A través de su énfasis en una escucha atenta y profunda–no sólo a los demás, sino también a nosotros mismos–, la CNV propicia el respeto y la empatía y engendra un deseo mutuo de dar desde el corazón.

Aun cuando me refiero a la CNV como un «proceso de comunicación» o un «lenguaje de compasión», en realidad es bastante más que eso. A un nivel más profundo, es un recordatorio constante a mantener nuestra atención en un lugar donde es más probable que encontremos lo que buscamos.

Hagamos resplandecer la luz de nuestra conciencia en aquellas zonas donde sea más probable encontrar lo que estamos buscando.

Es conocido el cuento del hombre que estaba en la calle, agachado, buscando algo debajo de un farol. Un policía que pasaba por el lugar le preguntó qué estaba haciendo. «Estoy buscando las llaves del auto», respondió el hombre, que parecía estar un poco borracho. «¿Se le cayeron aquí?», siguió inquiriendo el agente. «No, se me cayeron en el callejón», fue la respuesta del hombre. Al ver la expresión de desconcierto del policía, se apresuró a explicar: «Pero aquí hay más luz».

Me doy cuenta de que mi condicionamiento cultural me lleva a centrar la atención en lugares donde es improbable que encuentre lo que busco. Desarrollé la CNV para educar mi atención, para hacer resplandecer la luz de mi conciencia en aquellas zonas donde seguramente hallaré lo que estoy buscando. Lo que busco en la vida es compasión, una corriente que fluya entre los demás y yo, basada en un mutuo dar desde el corazón.

La compasión a la que me refiero, y que defino como un «dar desde el corazón», está expresada en la siguiente letra de una canción, escrita por mi amiga Ruth Bebermeyer:

Jamás siento que recibo tanto

como cuando aceptas algo de mí-

cuando comprendes

la alegría que siento al dártelo.

Sabes que mi ofrecimiento

no busca que estés en deuda conmigo,

sino vivir el amor

que siento por ti.

Recibir con gracia

quizá sea la mayor forma de dar.

No puedo separar

una cosa de la otra.

Cuando tú me das algo,

yo te doy el recibirlo.

Cuando tomas algo de mí,

siento que soy yo quien

recibe.

-Canción de Ruth Bebermeyer titulada

«Given To» [Recibir], que forma parte del álbum Given To, 1978.

Cuando damos desde el corazón, lo hacemos motivados por una alegría que nos sale desde adentro cada vez que deseamos enriquecer la vida de otra persona. Es algo que beneficia tanto al que da como al que recibe. Este último goza de lo que le ha sido dado sin inquietarse por las consecuencias que acompañan siempre a las cosas que se ofrecen por miedo, culpa, vergüenza o el deseo de obtener algo a cambio. El que da siente crecer su autoestima, una reacción que experimentamos al ver que nuestros esfuerzos contribuyen al bienestar de otra persona.

La práctica de la CNV no exige que las personas con las que nos comunicamos conozcan las particularidades de este proceso, ni siquiera que estén motivadas para establecer una relación solidaria con nosotros. Si nos atenemos a los principios de la CNV, con la única motivación de dar y recibir de una manera compasiva, y hacemos todo lo posible para que los demás entiendan que éste es el único impulso que nos guía, se unirán a nosotros en el mismo proceso y acabaremos respondiéndonos mutuamente con compasión. No estoy diciendo que esto siempre ocurra rápidamente, sin embargo sostengo que la compasión surgirá de manera inevitable si nos atenemos fielmente a los principios y al proceso de la CNV.

Comunicación no violenta

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