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OBSERVAR SIN EVALUAR
Оглавление“¡OBSERVAR! Existen pocas cosas tan importantes, tan religiosas, como ésta.”
FREDERICK BUECHNER, CLÉRIGO
Puedo aceptar que me digas
lo que hice o lo que no hice.
Y puedo aceptar que lo interpretes,
pero, por favor, no mezcles las dos cosas.
Si quieres confundir cualquier cuestión,
puedo decirte cómo hacerlo:
mezcla lo que yo hago
con tu reacción por ello.
Dime que te decepciona
que deje las cosas sin terminar,
pero con llamarme “irresponsable”
no me vas a motivar.
Y dime que te sientes dolida
cuando no acepto tus insinuaciones,
pero al decirme que soy un hombre frígido
no mejoras tus perspectivas.
Sí, puedo aceptar que me digas
lo que hice o lo que no hice.
Y puedo aceptar que lo interpretes,
pero, por favor, no mezcles las dos cosas.
MARSHALL ROSENBERG
El primer componente de la CNV implica la separación entre observación y evaluación. Necesitamos observar claramente aquello que vemos, oímos o tocamos que afecta a nuestro bienestar, sin mezclarlo con una evaluación.
Si combinamos la observación y la evaluación seguramente la otra persona escuchará una crítica.
Hacer observaciones constituye un elemento importante de la CNV mediante el cual intentamos comunicar a otra persona, de forma clara y sincera, cómo nos sentimos. Sin embargo, si mezclamos la evaluación con la observación, reduciremos la probabilidad de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle. En lugar de ello, recogerá la crítica y opondrá resistencia a lo que le estamos diciendo.
La CNV no nos dice que seamos totalmente objetivos ni tampoco que nos abstengamos de hacer evaluaciones. Lo único que nos dice es que mantengamos una separación entre nuestras observaciones y nuestras evaluaciones. La CNV constituye un lenguaje dinámico (o de proceso) que rechaza las generalizaciones estáticas; en lugar de ello, las evaluaciones deben basarse en observaciones específicas del momento y del contexto. Wendell Johnson, experto en semántica, señala que nos creamos muchos problemas al usar un lenguaje estático cuando queremos expresar o captar una realidad que cambia constantemente: «Nuestro lenguaje es un instrumento imperfecto creado por hombres ignorantes que vivieron hace mucho tiempo. Es un lenguaje animista que nos invita a hablar de cosas estables y constantes, de similitudes, normalidades y tipos, de transformaciones mágicas, curaciones rápidas, problemas simples y soluciones definitivas. Pero el mundo que intentamos simbolizar por medio de este lenguaje se encuentra sujeto a un proceso, al cambio, a diferencias, dimensiones, funciones, relaciones, crecimientos, interacciones, desarrollo, aprendizaje, enfrentamientos y complejidades. Y el desacuerdo entre nuestro mundo constantemente cambiante y ciertas formas de lenguaje relativamente estáticas forma parte del problema».
Una de mis colegas, Ruth Bebermeyer, establece un contraste entre el lenguaje estático y el de proceso a través de una canción que ilustra la diferencia entre evaluación y observación.
Jamás he visto a un hombre perezoso;
sé de uno a quien nunca vi correr,
y sé de otro que a veces dormía
entre el almuerzo y la cena
y que se quedaba en casa cuando llovía;
pero no era perezoso.
Antes de llamarme loca,
piensa un momento:
¿Era un perezoso o
sólo hacía cosas que consideramos
“de perezoso”?
Jamás vi a un niño tonto;
vi a uno que a veces
hacía cosas que yo no entendía
o que no eran como yo lo había previsto;
vi a un niño que no había visto
los mismos sitios donde yo estuve,
pero no era un tonto.
Antes de llamar tonto a un niño,
párate a pensar, ¿era un niño tonto, o simplemente
conocía cosas diferentes de las que tú conocías?
Aunque he mirado mucho,
nunca he visto a una cocinera;
he visto a una persona que mezclaba ingredientes
que después comimos;
una persona que encendía el fuego
y vigilaba la carne mientras se cocía.
Esas cosas sí las he visto, pero no a una cocinera.
Dime, ¿es a una cocinera a quien ves,
o a una persona que hace cosas que llamamos cocinar?
De aquél a quien algunos llaman perezoso,
otros dicen que está cansado o que toma las cosas con calma.
De aquél a quien algunos llaman tonto,
otros dicen que sabe cosas diferentes.
He llegado, pues, a la conclusión
de que, para evitarnos confusiones,
es mejor que no mezclemos nunca lo que vemos
con lo que opinamos.
Porque tal vez tú lo hagas, quiero también decir;
sé que eso es tan sólo mi opinión.
Aun cuando los efectos de etiquetas negativas como «perezoso» y «tonto» sean más evidentes, incluso las etiquetas positivas o aparentemente neutras como «cocinera» limitan la percepción de la totalidad de una persona.