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Field Report > Diego.

El juego. En este FR, Diego disfruta de la interacción aplicando el timing correcto y las rutinas necesarias para realizar un apropiado cambio de fases.

Pelea en el ring con la chica top del gimnasio

«Para ser sincero, hay muy pocas mujeres que practiquen boxeo y menos aún que me atraigan, pero siempre hay excepciones.

Ella viene al gimnasio hace tiempo, aunque cada tanto deja por un par de meses y después reaparece. Se nota que mis hermanos menores y yo la atraemos (a veces viene antes de que empiece la clase y mira cómo entrenamos).

Dentro del gimnasio, tengo la ventaja de ser uno de los mejores boxeadores y, además, el mayor de mis hermanos (proyecto liderazgo y protección de los seres queridos). Pero, en realidad, nunca se dio una situación de diálogo con ella (bah, muy pocas veces), además de que entrenamos en lugares separados.

En la última clase, llegó con su hermanito mientras yo entrenaba con la bolsa. Nos saludamos con un “hola” y seguí con mi rutina de entrenamiento.

La bolsa está cerca de donde la gente puede sentarse para mirar las clases, por lo que ella estaba a menos de dos metros y se me ocurrió que era hora de empezar a jugar y ser un Aven 24 horas.

Fui para el baño, pasé cerca de ella, tomé agua y al volver le pedí que me registrara el tiempo de tres minutos con la bolsa. Accedió y sacó su teléfono del bolso para medir el tiempo.

Quise hacer eso para que estuviera invirtiendo tiempo y esfuerzo en mí, como cuando le das tu sombrero o un abrigo a una mujer y queda pendiente de donde estás. En este caso, también me daba la oportunidad de poder hablar con ella mientras entrenaba. Me asistió unos cuatro rounds, con un minuto de descanso de por medio (un total de 16 minutos) y en los primeros tiempos de descanso le hablaba un rato.

Después nos separamos y no pasó nada hasta el final de la clase. Mientras cada uno guardaba sus cosas, nos quedamos hablando y la desafié a una pelea. Accedió. Me dejé ganar y me dijo que otro día me daría la revancha. Necesitaba una forma de contactarla para que la interacción no quedara ahí. Entonces, como sabía que tenía consigo el teléfono con el que me había cronometrado, le pregunté si estaba conectada al Instagram y le sugerí que me siguiera, así coordinábamos la siguiente pelea. Sin más, me buscó y me siguió. ¡Si todo esto sucedía en una discoteca, seguro que la besaba!

Fue un buen juego, todo fluido. Hacía tiempo que quería algo con ella: la típica mujer fit de gimnasio con la que siempre me cuesta arrancar. Ahora estamos conectados en Instagram. Falta aún mucho, pero es un paso necesario, de los que antes de comenzar mi práctica en esto no me animaba o no sabía cómo dar. Varios de mis compañeros de box vinieron a preguntarme luego de ver la interacción cómo había hecho para lograrla. Les contesté “No hice nada, ¡estaba jugando!” (sí, jugando el juego de la seducción, jejeje). ¡Próximamente, novedades!»

El juego de la seducción

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